La atleta estadounidense Gabby Thomas, de 28 años, no solo corre los 200 metros en menos de 22 segundos; también lidera una carrera paralela hacia el bienestar físico, mental y emocional. Medallista olímpica y graduada en Salud Pública, Thomas ha desvelado en una entrevista con EatingWell los pilares de su rutina diaria, entre los que destaca un gesto tan sencillo como eficaz: “En días de carrera, tomo semillas de chía con agua caliente por la mañana. Sienta muy bien y es buenísimo para la salud digestiva”, asegura.
Una rutina sin fisuras, incluso en días de carrera
Meditación, proteína y mucha agua
El día de Gabby empieza antes de pisar la pista. Su primer entrenamiento es mental. “Lo primero que hago es meditar, es mi ejercicio mental. Entreno mi mente antes que mi cuerpo”, confiesa. Luego, desayuna un smoothie que se ha convertido en ritual matutino: arándanos congelados, mantequilla de almendra, leche de almendra, semillas de chía y proteína de chocolate en polvo. “Es lo primero que tomo antes del entrenamiento, y también lo repito al terminar. Incluso lo tomo antes de dormir. La recuperación es una parte enorme de mi dieta”, subraya.

El desayuno estrella de Gabby Thomas incluye chía, proteína de chocolate y arándanos congelados
A veces, si no le apetece batido, opta por un bol de yogur griego con los mismos ingredientes base, al que añade miel de manuka si el yogur es natural. Siempre busca el equilibrio entre proteínas, grasas saludables y un toque dulce que le dé energía sin alterar su sistema. Y nunca falta la hidratación: “Bebo al menos un galón de agua al día, y empiezo por la mañana”.
Gabby tiene clara una máxima cuando llega el día de la competición: “Mi regla de oro es mantenerlo simple y constante. Nada que me saque de mi rutina habitual”. No improvisa. Viaja con su proteína y sus semillas de chía en la maleta. La noche anterior toma magnesio para optimizar la recuperación y asegurar un sueño profundo. Lo demás, es puro hábito.
Entreno mi mente antes que mi cuerpo. Eso marca la diferencia”
Si se trata de almorzar o cenar, Gabby no se complica, pero cuida los detalles. Su opción más común: pollo, coles de Bruselas y arroz. “Lo pongo todo en un bol, lo hago bonito y soy feliz”. Para picar, siempre lleva a mano una mezcla energética de frutos secos y semillas: nueces, pacanas, pipas de calabaza y pasas. “Lo tengo en mi bolso, en la guantera del coche... me da un chute de energía cuando lo necesito”.
El poder del descanso activo
Dormir: el otro entrenamiento
Gabby no ve el sueño como un descanso pasivo, sino como una herramienta activa de rendimiento. Se lo toma tan en serio como los entrenamientos. “Intento dormir entre siete y ocho horas mínimo. Si puedo más, mejor”, dice. Su rutina nocturna incluye infusión con magnesio, media hora de desconexión sin pantallas y un difusor con aceites esenciales para preparar el ambiente. “Dormir no es solo cuánto duermes, sino cómo te preparas para ello”.
Y no lo dice por decir. Durante su máster en Salud Pública, su trabajo de fin de curso se centró precisamente en la epidemiología del sueño.
Cuando le preguntan qué significa para ella “comer bien”, responde sin titubeos: “Comer bien es nutrir mi cuerpo y asegurarme de sentirme lo mejor posible cada día. No hay reglas ni una talla única para todos. Solo hay que encontrar lo que te hace rendir y sentirte mejor”.
Y por si alguien dudaba de que la nutrición es solo una parte de su éxito, Gabby lo deja claro: “La recuperación es la mitad del juego”. Y sí, a veces esa mitad empieza con algo tan simple como un vaso de agua caliente con chía.