En este FC Barcelona conviven dos realidades que caminan en paralelo, pero rara vez en la misma dirección. Sobre el césped, el equipo ilusiona: Hansi Flick ha asumido el liderazgo de un grupo joven y ambicioso que, con Lamine Yamal regateando con desparpajo, ya sabe lo que es ganar. Tras quedarse a las puertas de una final europea, nadie esconde ahora su obsesión: la Champions. Sin embargo, esa cara luminosa colinda con otra mucho más opaca: la vuelta al Camp Nou sigue envuelta en incertidumbre y los problemas económicos continúan exigiendo soluciones estructurales con expertos al mando.

Imagen del interior del Spotify Camp Nou en el que se está replantando el césped
Muestra de ello es la organización de la caótica gira asiática que ha comenzado en Japón, bajo el paraguas del suspense y en medio de una trama oscura: impagos, cancelaciones precipitadas y nuevos promotores sugeridos por amigos o conocidos. Finalmente 30 jugadores se subieron a ese avión ayer porque si algo necesita este club son ingresos. Mientras tanto, la dirección deportiva que ahora lidera Deco inicia su cuarto verano consecutivo intentando sacarse un máster en fair play avanzado para reforzar la plantilla porque en este Barça hay una ley no escrita que se cumple con asombrosa regularidad: si la pelota entra, casi nada se tambalea.
Los chascos del Camp Nou
Para explicar esa aparente fortuna y otros remiendos como, por ejemplo, la reducción de la sanción de la UEFA de 60 a 15 millones debido a incumplimientos relacionados con el fair play financiero, aparece la figura del incombustible y optimista presidente Joan Laporta, que suele decir que a él “la suerte le pilla trabajando”.
Su presencia en el último spot que anunciaba el regreso al Spotify Camp Nou para el Gamper el 10 de agosto subrayaba la relevancia institucional de un proyecto convertido en la joya de la corona de su segundo mandato. Pero, tras el cortometraje de poco más de un minuto y sin diálogo, con un coste estimado de entre 40.000 y 50.000 euros por la producción, efectos sonoros, rodaje en exteriores como Montserrat y la actuación simbólica del Timbaler del Bruc, llegó la realidad: los permisos necesarios para reabrir estaban estancados. El club solo había solicitado la licencia de Actividad al Ayuntamiento, pero no la de Primera Ocupación, imprescindible para abrir con el 60 % del aforo.

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, durante su intervención en la reunión ordinaria del Senado en la que habló del Camp Nou
Según explicó Laporta en una entrevista a Mundo Deportivo, fijar fechas es su manera de presionar a Limak para acelerar las obras. Pero correr más que el proceso implica la aparición de los (famosos) imponderables.
El resultado: el club acumula ya diez meses de retraso y cuatro fechas fallidas para regresar a su feudo: noviembre de 2024, enero de 2025, mayo de 2025 y el Gamper, que finalmente se disputará en el Estadi Johan Cruyff, con Montjuïc esperando recibir al equipo en la que sería la tercera temporada consecutiva.
La buena gestión deportiva
Para competir en Montjuïc –y quizás, a partir de enero, en el Camp Nou– Deco ha priorizado blindar el talento joven. Se han cerrado renovaciones clave como las de Gavi y Pedri hasta 2030; Cubarsí, Fermín y Bernal hasta 2029; Raphinha, Gerard Martín y Casadó hasta 2028; Araújo hasta 2031; e Íñigo Martínez hasta 2026. La gran joya, sin embargo, sigue siendo Lamine Yamal. Entre los 20 millones anuales que puede ganar según reza su renovación hasta el 2031, su adolescencia y su meteórica progresión, ha encontrado en Flick a su mejor mentor. No hay nada más estable en este club que las conversaciones entre ambos con el foco en el verde dejando atrás las fiestas.
Deco ha reforzado la plantilla con un fichaje de presente y futuro en la portería: Joan Garcia, por quien se abonaron 25 millones al Espanyol. La otra prioridad era un extremo. Pero apareció la sombra del fair play , que (de nuevo), dio argumentos al Athletic Club para retener a Nico Williams. Deco quiso a Luis Díaz, del Liverpool, pero este Barça no se rige solo por lo que quiere, sino por lo que puede fichar. Así llegó Marcus Rashford, cedido tras dos temporadas difíciles en Manchester y con ganas de subirse de nuevo al tren del fútbol. Falta inscribir a ambos y a Szczesny, portero que hace un año estaba retirado y que ahora ha renovado hasta 2027.

Lamine Yamal, el nuevo '10' del Barça
Para ello, la directiva espera que LaLiga y el auditor aprueben desde enero el acuerdo por los asientos VIP cedidos y entren los 100 millones en una nueva salida hacia adelante. También se está librando un pulso con el lesionado Ter Stegen, el ‘futbolista palanca’ de esta temporada, como en su día lo fue Frenkie De Jong, ahora en proceso de renovación.
Con todo, y sin poder descartar una venta dolorosa este verano –Flick señaló un exceso de centrocampistas y la mayoría son canteranos– el Barça se enfrenta a un curso de contrastes. El reto está en convertir esa ilusión deportiva en estabilidad. Solo entonces el club podrá dejar de vivir entre una de cal y otra de arena.