“Si pudiera convocaría antes al preparador de porteros que a Rashford”. “Es un jugador que siempre me ha encantado. Lo he seguido desde sus inicios”. La primera frase es de enero y la pronunció el técnico del Manchester United, Rúben Amorim. La segunda la verbalizó el miércoles el entrenador del FC Barcelona, Hansi Flick. Los hechos dan la razón por el momento al alemán, al que este viernes la prensa inglesa aplaudía a la par que aguijoneaba al inquilino del banquillo de Old Trafford. Más allá de sus golazos, los rotativos valoraban la sonrisa de Rashford y la relación de cercanía de Flick con él, ese cariño en forma de cálidos abrazos. “Rashford puede resucitar su carrera en Barcelona. Cabe preguntarse si Amorim es un entrenador válido”, señaló The Independent. “Desatado Rashford”, resumió The Times. “A Flick no le ha importado cuán bajo había caído el valor de Marcus”, sentenció The Guardian. “Rashford silencia Newcastle y el Manchester United sale perdiendo”, concluye The Daily Telegraph. La sonrisa aún le duraba al atacante, cedido por los diablos rojos , en el entrenamiento que los titulares hicieron en el hotel en Newcastle antes de regresar.
El tiempo dirá si el doblete del delantero inglés en Saint James’ Park es solo un momento álgido de un futbolista tan brillante en el pasado como irregular y con problemas con sus entrenadores o el inicio de una segunda vida deportiva para el británico. Pero Flick lo pondrá todo de su parte para seguir alimentando la fama que se ha ganado en Barcelona de técnico que reflota carreras, que confía en futbolistas que estaban desahuciados y de los que se decía que no podían triunfar de ninguna manera como blaugranas. El conjunto barcelonista bebía los vientos por Nico Williams y su desborde, Deco prefería la opción de Luis Díaz (ahora en el Bayern) y al final desembarcó, entre todos los interrogantes del mundo, Rashford. Era la tercera bala para reforzar la delantera y se concretó básicamente porque no incluía un traspaso y porque el futbolista, por el que no se movió el Aston Villa, en el que estuvo a préstamo seis meses, no disponía de mayores propuestas. Apestado en Old Trafford, es un futbolista con necesidad de reivindicarse.
En Inglaterra aplauden los goles del británico pero también el trato que le dispensa el técnico del Barça
Dentro del vestuario blaugrana cuenta con diversos espejos en los que mirarse. El fundamental, el de Raphinha, señalado por su precio, por su falta de acierto realizador y por su imprecisión con el balón. El brasileño se transformó la pasada campaña hasta convertirse en uno de los mejores futbolistas del mundo. Hasta el punto que probablemente el lunes cuando se revelen las votaciones del Balón de Oro aparezca entre los cinco primeros. Verlo para creerlo pero al menos a Raphinha no se le discutía el esfuerzo. Peor lo tenía Frenkie de Jong, al que parte de la afición le dedicaba silbidos. Otro que parecía en la rampa de salida. Hasta que Flick se empeñó en recuperarlo para la causa con paciencia y convicción. Hoy está claro que es el mediocentro titular y ha aumentado el nivel de intensidad con el que se desempeña. De sospechoso a pieza importante.
Tampoco servía Iñigo Martínez, hasta que el alemán lo colocó como patrón de la defensa y todavía se le echa de menos tras su marcha a Arabia Saudí. Porque una de las virtudes de Flick es la de conseguir que la mayoría de sus jugadores se sientan importantes, aunque no gocen de la etiqueta de titulares. Ahí están los casos de Ferran Torres o Eric Garcia, convertido en un comodín muy útil.
Es la senda que puede recorrer Rashford que, con la felicidad de los goles, ya ha dicho que quiere quedarse más temporadas en Barcelona. Su coste si el club quiere comprarlo es de 30 millones, un precio que no es desorbitado si rinde y más teniendo en cuenta que su edad no es un problema (28 años en octubre). Con él el Barça ha ganado profundidad de banquillo en su ataque para cualquier contingencia, como la lesión de Lamine Yamal que, salvo milagro, tampoco reaparecerá el domingo ante el Getafe. Dos partidos sin el genio de Rocafonda y dos victorias. El curso anterior solo dos triunfos en cinco partidos sin Lamine. Flick siempre suma.