Luismi Roura lleva media vida sentándome en el diván, poniéndome a pensar.
Lo hacía cuando vivíamos uno al lado del otro y me exponía a razonamientos abstractos o me comentaba algún suceso musical o deportivo, al tiempo que me hacía oír a Christopher Cross y Yazoo o me exponía las rivalidades entre Coe y Ovett, y Hinault y Lemond. Esto ocurría cuando éramos niños y continúa sucediendo en la actualidad, como hace unas pocas semanas, cuando me hizo llegar un escrito de Oriol Montanyà.
Oriol Montanyà, a professor at Pompeu Fabra's School of Management and a columnist for Via Empresa , recently penned an article concerning Han Willhoft-King.
Han Willhoft-King, a 19-year-old, was playing for Manchester City's reserve team last September and occasionally trained with Pep Guardiola's senior squad. At that time, coaches had predicted a brilliant future for him as a professional footballer, possibly in the Premier League, but it turns out the young man had a different idea cross his mind:
–Si mi trayectoria profesional se desarrollara en la League One o en la Championship, obtendría ingresos considerables, pero, ¿qué grado de satisfacción me proporcionaría? No estoy seguro de que fuera muy alto.
Generalmente, el joven con potencial futbolístico abandona sus estudios para dedicarse al fútbol, y no a la inversa.
Y listos: Han Willhoft-King empacó sus pertenencias –botas, espinilleras, calcetines y aspiraciones de gloria en el fútbol–, dejó la City Football Academy, se inscribió en la carrera de Derecho en Oxford y, así, se puso fin a la etapa de Willhoft-King como futbolista profesional.
En una entrevista en The Guardian, el muchacho dijo que el fútbol ya no le hacía tilín.
–Me han consultado lo mismo en más de cien ocasiones en el transcurso de una semana –expresó–. Te ejercitabas, regresabas a tu morada y no realizabas ninguna actividad significativa. Estaba malgastando valiosas horas. Y, además, en el escenario más favorable, jugaría por un lapso de diez a quince años, y luego, ¿qué sucedería? (...) La institución académica me brindará una base para llevar a cabo algo por un período más extenso.
“¿Qué habría pasado si la decisión hubiera sido la contraria? –se pregunta el profesor Montanyà–. ¿Si hubiera abandonado una prometedora carrera de abogado en Oxford para fichar por el City? No nos equivocaríamos mucho si dijéramos que no habría sido noticia”.
Y hay lógica en eso. Lo habitual es que un joven con aspiraciones en el fútbol abandone sus estudios para dedicarse por completo al deporte, ya que eso es lo que espera una porción de la sociedad que le cuestiona:
–¿Cuántos goles marcaste el sábado?
Y no:
–¿Cuántos sobresalientes has sacado?
La determinación de Willhoft-King es digna de alabanza y ejemplar, sin embargo, me causa cierta preocupación. Deseo que no muchos otros jugadores sigan su ejemplo, ya que esto presentaría un desafío para nosotros, los periodistas deportivos:
–¿De quién hablaremos?
(Bueno, yo estoy protegido: siempre contaré con Luismi, quien me sugerirá temas para escribir).