Sorpresas mayúsculas y campanadas inesperadas. Resultados que han dinamitado quinielas o han hecho de oro a un apostante en una casa de juegos. En ocasiones, David ha vencido a Goliat en el deporte. Incluso torres más altas han caído, se recuerda. Pero para el Bada Huesca ni el más optimista de los tópicos sonaba realista en su partido ante el Barça en las semifinales de la Copa del Rey.
El modesto equipo oscense, que salvó la categoría en la última jornada de la Liga Asobal, chocó irremediablemente en Irún contra el gigantesco y granítico muro del equipo blaugrana (28-43), que buscará su 12.ª título copero consecutivo en la final contra el Ademar León.
Sin presión por ganar, los de José Nolasco, sorprendentes verdugos del Logroño en los cuartos, se mantuvieron en el partido de inicio movidos por la fe, la ilusión y, sobre todo, por una gran intensidad y un mejor acierto goleador. No podía correr en transición el Barça, incómodo también en el ataque estático. Entre Miguel Malo, MVP del partido, y el exblaugrana Artur Parera, ocho goles entre los dos en el primer tiempo, hicieron soñar a los aragoneses.
El marcador estuvo ajustado en los compases iniciales, con diferencias mínimas para los catalanes, hasta que la maquinaria blaugrana empezó a imponerse en los últimos 10 minutos antes del descanso (13-22). Frade, Carlsbogard y en especial Wanne deshilacharon las esperanzas de un Bada Huesca superado en todos los flancos, ya incapaz de frenar las transiciones ni encontrar las grietas en una defensa rival más aplicada.
El Barça buscará en la final su 12.º título seguido de la Copa
Tras la reanudación, con el duelo resuelto, Carlos Ortega dio entrada a jugadores menos habituales. Pese al resultado favorable, ya constante por encima de los diez goles, los barcelonistas siguieron concentrados y competitivos a ambos lados de la pista Artaleku. Sirvió de ensayo para preparar la final four de la Champions del próximo fin de semana.
Cansados los oscenses, los catalanes bajaron el pie del acelerador en un tramo final abierto con más goles. Palomino y Bazán, junto a Mem y Richardson, aprovecharon la tesitura para engrosar su casillero goleador. La bocina final, mezclada con los aplausos del respetable, confirmó otra fiesta blaugrana, la enésima de un Barça que en la final de la Copa de este domingo (18h) buscará seguir con su férrea dictadura eterna en el balonmano español.