Dice Jordan Díaz (24):
-Acribíllenme. Empecemos la fiesta.
Los plumillas tomamos asiento alrededor de este triplista sensacional, rostro del atletismo de nuestro país, con su oro olímpico del 2024, y le damos al play en la grabadora. O tomamos notas en el cuaderno.
Y el portento habla.
Hemos ocupado una sala del hotel Prince, gigantesca mole que se levanta a un paso de la bahía. Hay ajetreo a las puertas del lugar. Atletas franceses van y vienen, hiperexcitados, pues ya han competido o pronto van a hacerlo, y chocan de manos y comparten sus vivencias.
Hay que pedirles que bajen la voz, o no oiremos nada.
Jordan Díaz apenas ha competido en este curso, consecuencia de un abanico de circunstancias. Se le han amontonado problemas en el tendón rotuliano de la rodilla derecha y tampoco ha querido acelerar el proceso. Estamos en año postolímpico. Decenas de estrellas aprovechan el periodo para desacelerar el ritmo o para probar nuevos escenarios.
(Ahí tenemos a Sydney McLaughlin, reina del 400 vallas, hurgando en el 400 lisos).
-Entendemos su postura, su tiempo es suyo y el proyecto de Jordan Díaz es olímpico, va más allá de Mundiales o Europeos. Él está pensando en los Juegos de Los Ángeles 2028 y nosotros lo respetamos. Antes de venir aquí solo le habíamos pedido una cosa: que nos demostrara que se encontraba en un estado de forma correcto. Fue al Campeonato de España, hizo un solo salto y eso nos bastó -nos cuenta José Peiró, seleccionador español.
En Tarragona, a principios de agosto, Jordan Díaz se calzaba de corto, aceleraba en el pasillo, practicaba un único vuelo de 17,16m y listos.
Para Tokio que se ha venido.
-Ya lo sé, solo he dado un salto en todo un año. Pero a Tokio llego bien -nos cuenta ahora, en vísperas de las eliminatorias del triple (este miércoles, a las 12.05h del mediodía, hora española; pasará a la final si supera los 17,10m o si firma una de las doce mejores marcas).
-¿Y qué le dice Iván Pedroso, su técnico? ¿Cómo le propone que se plantee la competición?
-Me dice que actúe como siempre, que intente disfrutar de todo esto. Porque en una competición de este nivel, eso es lo que te pierdes, el disfrutar.
Qué raro está siendo el año de Jordan Díaz.
Se lo ha pasado en la camilla del fisioterapeuta, revisándose el rotuliano. Y en la habitación de su nuevo piso en Guadalajara, con sus videojuegos.
-Sí, tengo mi habitación especial para mis videojuegos -dice, y se acaricia el collar que le cuelga del cuello, con los aros olímpicos y la Torre Eiffel, capricho que se encargó en París 2024.
(“No me hago tatuajes, no me gustan. Para recordar los éxitos, me regalo estas cosas”, nos cuenta más tarde).
-¿Y por qué ha saltado tan pocas veces en este tiempo?
-Es por la lesión, se lo aseguro. Si por mí hubiera sido, hubiera estado en todos lados.
-¿Y está bien del todo?
-Tengo alguna molestia, como siempre, pero nada que me impida competir. Eso sí, ya se lo adelanto: no se asusten si me ven vendado. Competiré vendado por precaución.
Y hablamos de su grupo, el equipo Pedroso en Guadalajara, esa portentosa comunidad en la que se manejan Yulimar Rojas, Fátima Diame, Tiago Pereira y, hasta hace unos pocos meses, Ana Peleteiro.
Y hablamos de sus rivales, de Pichardo y Andy Díaz, nacidos en Cuba como él (hoy, el primero es portugués y el segundo, italiano). Y nos sumergimos en la rivalidad y los piques que abundan entre todos ellos.
-No nos tomaremos un café juntos, aunque no nos llevamos mal. En fin, es cierto que los triplistas no estamos muy unidos. El otro día hablábamos de eso, de la conexión que hay entre los pertiguistas, todos alrededor de Duplantis, y que en cambio los triplistas vamos por separado. No sé, creo que depende de la prueba. En el 100 todos se pelean entre sí, ¿no?
Y cuando le recuerdo que el récord del mundo de Jonathan Edwards ya es una reliquia, que aquellos 18,29m han cumplido treinta años, y cómo es posible que ahí sigan, se encoge de hombros:
-Esa es la gran pregunta. El año pasado, en un encuentro en Puma durante los Juegos de París, tuve la oportunidad de conversar con Edwards durante cinco minutos. Lo que he visto es que él corría una barbaridad. Yo nunca llegaré a alcanzar esa velocidad. Lo que hago es compensarlo con fuerza. Aun así, no estoy tan lejos de su marca.
(Y es verdad: hoy, Jordan Díaz luce la tercera marca de todos los tiempos, con 18,18m; aunque, como se dice en los mercados financieros, las marcas pasadas no garantizan las marcas futuras).
