En 1972 Bobby Fischer derrotó a Boris Spassky en el match del siglo . Los ecos de aquel evento retumbaron en todo el planeta provocando que hasta el más humilde campesino de Perú desempolvase su tablero. Daniel Granda decidió entonces enseñar a sus hijos mayores aquel juego, no así con el menor, Julio, de cinco años. Pero la insistencia de aquel niño y la buena voluntad de su padre dio origen a una de las historias más bellas de este deporte. Julio Granda, niño prodigio del ajedrez, subcampeón de Perú con solo nueve años, solo leyó un libro de ajedrez en toda su vida, y aun así llegó al top-25 del mundo y fue leyenda en todo el continente sudamericano. Hace un mes, Granda, ya con 58 años pero todavía con un ELO de 2.624 (llegó a alcanzar los 2.699), comenzó a aplaudir entusiasmado a su rival tras tener que firmar unas tablas en un torneo celebrado en Madrid. Enfrente estaba Faustino Oro, de solo 12 años.
“Es un prodigio, y probablemente el mayor talento que haya surgido de Sudamérica. ¡Creo que tiene un futuro brillante!”. Estas palabras no son baladí. Las pronunció ayer el indio Vidit Gujrathi (número 27 del mundo y con un ELO de 2.715) tras derrotar con enorme sufrimiento a Oro en la segunda ronda de la Copa del Mundo que se celebra en Goa (India). Tras firmar tablas en las dos primeras partidas a ritmo clásico, en las que Oro firmó un nivel de precisión del 99,2% según los módulos informáticos, y en la primera del desempate a ritmo rápido, en la segunda el fortísimo jugador indio obligó a Oro a rendirse ante una posición perdida. Vidit es el primer sucesor de Viswanathan Anand y uno de los grandes estandartes del poderoso ajedrez indio, que ha conseguido coronar a Gukesh Dommaraju como campeón del mundo. “Faustino tiene mucho talento y ya demuestra una gran madurez para su edad. Tiene un gran potencial para convertirse en un jugador de élite”, concedió en la rueda de prensa Vidit.
Tras derrotar al croata Ante Brkic, cedió ante Vidit Gujrathi (27º del mundo) en las partidas de desempate
La derrota de Oro era algo esperable, su fuerte es el ajedrez online, pero su desempeño en su primera Copa del Mundo es en realidad una nueva gesta. De un plumazo ha sumado a su mochila repleta de récords unos cuantos más. Con 12 años se ha convertido en el jugador más joven en participar en este torneo al que solo acuden los mejores del mundo. Y por ello mismo es el más joven también en alcanzar la segunda ronda, tras derrotar al gran maestro Ante Brkic (2.579). Para ello necesito forzar tablas en las dos partidas de clásicas y de rápidas, hasta vencer en el blitz (relámpago).
Tras esa victoria, Oro (2.495) compareció ante los medios de la FIDE para una breve entrevista en la que desveló, por ejemplo, que su héroe es Magnus Carlsen, que va al colegio solo hasta las 12.30h de la mañana y que después entrena ajedrez entre 5 ó 6 horas al día. “Mi sueño es ser campeón del mundo o ser número uno. Me encanta que la gente me anime, son una gran inspiración”, confesó.
Mi sueño es ser campeón del mundo o ser número uno”
En la segunda partida del desempate frente a Vidit, que terminó con su derrota, el argentino no supo aprovechar un error del indio. Uno de esos movimientos que solo la sutileza de los grandes maestros permite apreciar. No lo detectó Oro, y el indio, mucho más experimentado, no volvió a fallar.
La historia de Julio Granda y de Faustino Oro, así como la otros prodigios sudamericanos, sirve para entender las dificultades a las que se enfrenta un ajedrecista de ese continente, tierra que no ha sido prolífica en la producción de talentos a nivel mundial. Además de Granda, destacaron a lo largo de la historia Henrique Costa Mecking, ‘Mequinho’, tercero del mundo tras Karpov y Korchnoi en 1977, o Miguel Najdorf, un virtuoso que compitió con los mejores del mundo en los años 40 y 50 del siglo pasado. Ahora Oro, que tuvo que trasladarse a España para competir al máximo nivel y continuar con su progresión, es ya uno de los máximos exponentes del continente.
Verlo competir con los mejores es para la comunidad del ajedrez algo extraño y a la vez excepcional. Sus partidas son las más seguidas en el mundo hispano. Todos ven en él a un potencial campeón del mundo, aunque nadie se atreve a decirlo en público. Mientras persigue las dos normas que le quedan para ser gran maestro, sigue dando pasitos hacia la élite.
