No hubo resaca. Ni siquiera un ligero dolor de cabeza. La eliminación copera no pasó factura al Espanyol, que con Manolo González no necesita ahogar sus penas. Es este un equipo encajador, que no se acuesta en el diván ni para la siesta, que se reconstruye de sus derrotas, por muy duras que sean, sin apenas lamentos. La “cagada” de Baleares, como la calificó Manolo González, no merodeó ni un solo instante el partido frente al Rayo. Y como tantas veces en este formidable 2025 en el RCDE Stadium, el Espanyol sumó otro triunfo de mínimos para colocarse quinto en una clasificación de máximos.
Se despidió de su gente por este año el equipo perico, (jugará fuera frente al Getafe y el Athletic), con uno de esos partidos que tanto gustan aquí. Esfuerzo por doquier y sufrimiento hasta el último minuto. Eso es lo que vende en Cornellà, donde ayer volvieron casi 30.000 personas. Y vuelven porque en su estadio han visto a su equipo perder solo cuatro partidos de 18 en todo este 2025. Un fortín en toda regla.
El inicio del encuentro respondió a esa rabia que durante dos días había contenido un grupo tocado en su orgullo. Salió a morder a su rival, comprometido hasta las trancas con cada idea que González promueve. Un acoso y derribo que duró apenas diez minutos, pero que sirvió para amedrentar al Rayo. Rozó el gol Calero tras un cabezazo a centro de Edu Expósito y Dolan no encontró la portería en un disparo desde dentro del área.
Se armó de paciencia el Rayo para poco a poco dormir el partido y logró acercarse con peligro en un disparo de Unai López que Dmitrovic solventó con una gran estirada. Ante el dominio vallecano emergieron en el Espanyol dos de sus mejores hombres en este curso. Carlos Romero por la izquierda y Dolan por la derecha. Se llevó la palma el inglés al recuperar un balón y provocar un penalti por derribo de Chavarría. Aunque puso mucho de su parte Dolan para acabar en el suelo, nada se supo del VAR. Roberto Fernández engañó al portero y anotó su cuarto gol de la temporada. De la nada, sin ser superior a su rival y sin generar apenas peligro, volvía a sacar petróleo el equipo perico, formidable, eso sí, en su actitud. Es esa una de las grandes virtudes de este equipo, sacar rédito a los momentos de partido en los que todo es oscuridad en los metros finales.
Manolo González: “Nadie da mérito a lo que hace el equipo”
“Nadie se imaginaba todo esto. Tiene un mérito enorme y nadie nos lo da. Nadie da mérito a lo que hace el equipo y lo que se hace tiene un mérito muy grande. Se viene de un ascenso complicado, de una salvación sufrida y se ha confeccionado una plantilla sin casi fichajes y gastando poco dinero. El trabajo está siendo impresionante y hay que valorarlo. Este club es un poco, no como el Valencia pero similar, y la presión social es muy grande. Un partido como el del otro día de Copa genera revuelo y ya hay gente que se encarga de ello. Hay presión cada semana. Y aunque ahora seamos quintos, si perdemos en Getafe se armará follón. Con eso hay que vivir y competir al máximo nivel para ganar”.
La reanudación mejoró el panorama con la expulsión de Unai García por doble amarilla. Pere Milla se hizo dueño de la media- punta y las ocasiones se sucedieron. Pero no llegó la sentencia. Y otra vez a sufrir. El colegiado expulsó a Dolan por una segunda amarilla muy rigurosa, que el público interpretó como una compensación a la roja previa del Rayo. Pero supo sufrir el Espanyol una vez más y solo concedió un disparo de Isi desde la frontal.
La fiesta posterior entre la afición y el equipo lo dijo todo. Este sorprendente Espanyol vivirá una semana más en posiciones europeas. Ahora ya quinto tras la derrota del Betis y con un margen de 15 puntos sobre el descenso tras quince jornadas. Números impensables. Pero es que en Cornellà la normalidad se ha vuelto ganar. Y da igual cómo. El próximo en visitar el feudo perico será el Barça, el próximo 3 de enero.
