Alcaraz riega su jardín: a la final de Wimbledon

Tenis | Wimbledon

El campeón del 2023 y el 2024 se ve a un solo paso de su tercer título en Londres tras superar a Fritz: 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6 (6) en 2h49m

Y el rival del murciano será Jannik Sinner

Carlos Alcaraz of Spain returns the ball to Taylor Fritz of the U.S. during the men's semifinal singles match at the Wimbledon Tennis Championships in London, Friday, July 11, 2025.(AP Photo/Joanna Chan)

Alcaraz parece alzar el vuelo para atrapar un saque de Fritz; este viernes en Wimbledon 

Joanna Chan / Ap-LaPresse

Juguetones, los enviados españoles cruzamos apuestas. Aprovechamos los recesos entre partidos, las charlas en los pasillos, las sobremesas en el restaurante del club...

Nos preguntamos:

–¿Cuántos sets crees que necesitará Alcaraz para ganarle a Fritz? ¿Tres, cuatro?

–Todo depende de cómo reste Carlitos. Si le bloquea el servicio al estadounidense, Fritz no tiene nada que hacer. Si su servicio no le ayuda, Fritz no tiene plan B –contesta alguno.

Quien habla es sabio.

Y todos asentimos.

Y cuando toca a rebato, todos nos asomamos al Centre Court.

Como si nos hubiese estado escuchando, Alcaraz actúa en consecuencia: desde el primer punto, desde el primer juego al resto, el murciano bloquea el servicio de Fritz. Y a partir de ahí, con un primer break inicial en el bolsillo, ancha es Castilla.

En 35 minutos y tras seis aces iniciales, Alcaraz se apropia del primer set (¡resulta que el gran sacador de este partido es él!). Y en 2h49m, se apodera de la semifinal entera. Gana por 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6 (6) y ya se asoma a la final de Wimbledon, su tercera final aquí: tras tres años invicto, definitivamente este empieza a ser su jardín.

(En la final le espera Sinner, último obstáculo, a ver cómo acaba esto).

Un paso por delante

Pese a su salto de calidad, Fritz sigue un paso detrás de Alcaraz y Sinner, dueños del presente y el futuro

(...)

En fin, los cronistas tampoco deberíamos venirnos arriba. Alcaraz no nos ha escuchado, no ha hecho lo que le diríamos que hiciera. Ha hecho lo que le decía Juan Carlos Ferrero, su entrenador, que por eso está ahí. Al fin y al cabo, este es el resultado de un proceso.

–¿Qué proceso? –le preguntábamos a Ferrero hace un par de días.

–Eso no se lo puedo contar.

No nos lo cuenta pero lo hemos visto, porque somos unos listos. Una parte de ese proceso la hemos descifrado en estos días, asomándonos a las sesiones de Alcaraz en Aorangi Park.

De un lado de la pista sirve Álvaro, su hermano mayor, sparring habitual. Se supone que debe sacar muy fuerte, tanto como lo haría Fritz, y para lograr ese efecto, Álvaro avanza unos pasos, cinco o seis, y sirve desde allí. Manda bombas a la derecha y al resto, y Carlitos va de acá para allá, improvisando, llegando a lo que puede, exigiéndose a sí mismo, a su intuición, a lo que el ojo ve, a lo que se va a encontrar...

(...)

Me encantó la Contra de ayer en La Vanguardia, la entrevista del gran Lluís Amiguet a Michael Allison.

Allison es coach deportivo. Actualmente entrena a un tenista polaco, y en la charla nos cuenta cómo se maneja Alcaraz en una pista (también nos cuenta cómo se manejaba Nadal).

Análisis

“Si Alcaraz sirve a 222 km/h, ¿cómo va Fritz a restar con éxito?”, me dice un cronista de la BBC

“A Alcaraz le gusta fluir con las emociones y le gusta la fiesta. No en el sentido de descontro­larse, sino en el de divertirse más allá del tenis. Y tener amigos y relaciones que no dependan solo del tenis”.

Le doy vueltas a todas esas ideas mientras contemplo a Alcaraz.

Asomado al tapiz verde, ahí veo un alma libre, un espíritu que juega con el juego, que no lo sufre, que cambia de estrategia a cada paso, que aturde al rival según sopla el viento, pues tiene un plan A, y uno B, y uno C, y uno D. Ver a Carlitos devorando a su presa me hace pensar en los documentales de La 2. Ante Fritz, parece una orca devorando una ballena azul.

Taylor Fritz y Carlos Alcaraz se saludan junto a la red, este viernes en Wimbledon

Taylor Fritz y Carlos Alcaraz se saludan junto a la red, este viernes en Wimbledon 

Kin Cheung / AP

Fritz no tiene opciones.

Cada vez que se le entreabre una puerta, un resquicio, un punto de break, Alcaraz cierra de un portazo: un ace, un saque angulado, un saque-volea, una dejada. Y cuando el estadounidense realmente se eleva y se apunta la segunda manga, lo mismo. Abajo que le manda el murciano.

Menudo horno es Londres en estos días. Nos vamos a los 31ºc, con un sol rabioso en el firmamento, un sol que se tiende sobre las gradas. Mientras los turistas buscan la sombra en Hyde Park, los feligreses que peregrinan a Wimbledon se defienden con sombreros y abanicos. La parroquia se derrite. En tres minutos hay que atender a un par de espectadores: se desmayan, se los llevan los oficiales de pista. Los cronistas digitales digitalizan. Esos episodios dan clicks.

Los tenistas advierten las escenas, son ellos quienes dan la alarma, detienen el juego para que se evacúe a los espectadores desmayados. Nunca hubiera pensado que los jugadores están tan pendientes de lo que pasa en la grada.

Como en un documental de La 2

Ante el gigante estadounidense, Alcaraz parece una orca devorando una ballena azul

La idea me hace volver a La Contra de Allison. 

En un instante de la entrevista, el coach dice:

“El mero cuchicheo de un espectador en la grada puede desconcentrar a un gran tenista”.

Las cuitas, los desmayos en la parroquia, remueven el relato. Alcaraz se despista y Fritz encuentra el ventanuco que estaba buscando. Por ahí se cuela y se apropia del segundo set. Luego se va al vestuario, congela los tempos, y Alcaraz le espera a pie de pista, haciendo el helicóptero con la raqueta.

Cuando el estadounidense regresa al escenario, Alcaraz le recibe con un puñetazo, como los pesos pesados.

O a dentelladas, como las orcas de La 2.

(La creatividad se me desparrama hoy).

El toque de Federer, el resto de Djokovic y las revoluciones por minuto de Nadal: ese es Alcaraz”

Andre AgassiEx tenista y comentarista deportivo

El paréntesis del segundo set es historia, un hito en la fabulosa trayectoria de Carlitos en este Wimbledon, ese tenista de quien Andre Agassi dice:

–Carlos Alcaraz tiene el toque de Federer, el resto de Djokovic y las revoluciones por minuto de Nadal.

En el palco, un cronista de la BBC me comenta:

–Si Alcaraz sirve a 222 km/h, ¿cómo va Fritz va restar con posibilidades? ¡Es imposible!

(Y se carcajea: ¿aquí todo el mundo sabe de tenis?).

Fritz es la quinta raqueta del mundo, él y Shelton, Tiafoe y Tommy Paul componen la nueva armada del tenis estadounidense, pero ninguno de ellos da ya más de sí: Fritz no tiene el resto de Alcaraz, tampoco tiene la movilidad ni la velocidad vertical para subir a una dejada, es un tenista extraordinario pero, igual que el resto, se encuentra atrapado entre el otoñal Big Three y estos nuevos fenómenos, Alcaraz y Sinner, dueños del presente y el futuro.

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