Mimi Oliván, coach laboral y divulgadora en redes, le pone voz a una idea que muchos piensan pero pocos se atreven a decir. Esa frase que llevamos años leyendo en tazas, cuadernos, publicaciones de LinkedIn y charlas motivacionales —“Trabaja en lo que te gusta y no tendrás que trabajar un día más en tu vida”— suena bien sobre el papel, pero, en la vida real, puede ser una trampa.
La trampa de monetizar lo que amas
Mimi Oliván cuestiona el mito laboral más repetido y reivindica separar pasión y empleo para preservar el disfrute
En su último vídeo, lo dice sin rodeos: “Trabajar en lo que amas creo que puede ser la manera más rápida de matarlo y que deje de gustarte”. Y no lo plantea como una provocación gratuita, sino como una advertencia nacida de la experiencia y la observación: cuando conviertes lo que te apasiona en tu forma de ganarte la vida, las reglas cambian. Lo que antes era puro disfrute, sin presión de facturas ni plazos, pasa a estar sometido a la exigencia diaria, a los objetivos, a la necesidad de monetizarlo.
“Cuando transformas eso que te apasiona en lo que va a pagar tus facturas y empiezas a depender de ello, algo que antes quizás hacías porque te gustaba sin esperar nada a cambio, sin tener que monetizarlo, ahora mismo dependes de ello. Y llega un día en el que te levantas y piensas: ostras, ya no lo disfruto tanto”, cuenta. “Claro, porque es que no te puede gustar tu trabajo cada día”, añade, bajando el mito a la realidad.
No se trata de demonizar trabajar en lo que te gusta, sino de entender que incluso en ese caso habrá días en que el cansancio, la rutina o las obligaciones te pasen factura. “Hay días en los que no te apetece trabajar”, reconoce Oliván con naturalidad, rompiendo la idea de que la pasión es un escudo contra el desgaste.
El trabajo debe ser el medio para permitirte el estilo de vida que quieres, no la pasión que acabes quemando”
Por eso propone un cambio de perspectiva: ver el trabajo como un medio, no como el fin último. “El trabajo tiene que ser el medio para permitirte el estilo de vida que quieres”, dice. Un empleo que te guste lo suficiente para no odiarlo, que te aporte estabilidad, pero que no tenga que cargar con el peso de ser tu pasión.
Y ahí llega su conclusión, tan sencilla como potente: “Al final tienes que usar tu trabajo para financiar tus pasiones”. Puede que eso signifique mantener tu amor por la música tocando en un grupo los fines de semana en lugar de vivir de conciertos mal pagados. O seguir escribiendo por las noches para ti mismo en lugar de llenar la bandeja de entrada de encargos que ya no te ilusionan. O reservar tu energía para viajar, pintar o hacer deporte, sin tener que rendir cuentas a un cliente.
Proteger lo que amas puede implicar no convertirlo en obligación diaria. Y esa es, según Oliván, una de las mejores inversiones de autocuidado que puedes hacer.