La IA está transformando la infancia

Tecnología

Cada vez más utilizada por los niños en la escuela y en casa, la inteligencia artificial ofrece muchos beneficios, pero también peligros

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Niños de una escuela de Colomiers (Francia) aprenden matemáticas y lengua con la ayuda de la IA 

MATTHIEU RONDEL / AFP

Los profesores estaban desconcertados. Algunos de los alumnos que utilizaban Khan Academy, una plataforma de aprendizaje online, parecían estar copiando en sus tareas de matemáticas con la ayuda de un misterioso cómplice. Una investigación acabó desenmascarando al culpable: Pitágoras, un matemático griego de la antigüedad conocido por su devoción por los triángulos rectángulos. Como recurso educativo, Khan Academy permite a los estudiantes charlar con simulaciones de IA de grandes figuras del pasado. Los niños habían descubierto que, con unas pocas indicaciones, el Pitágoras digital se prestaba encantado a hacerles los deberes.

Los niños son los pioneros —y también los conejillos de Indias— de la inteligencia artificial. Los adolescentes estadounidenses tienen más probabilidades que sus padres de utilizar la IA en casa y también de emplearla en la escuela, frente al uso que sus progenitores hacen de esta tecnología en el trabajo, según una encuesta realizada por el Centro para la Democracia y la Tecnología (CDT), una organización sin ánimo de lucro. En el ámbito escolar, la IA promete transformar la forma en la que los menores aprenden, cómo se les evalúa y, en última instancia, cómo piensan. En casa está cambiando a qué juegan, cómo se les supervisa y con quién —o con qué— comparten confidencias y entablan amistades. La generación de la IA está creciendo con oportunidades que las generaciones anteriores no habrían podido imaginar. Pero también se enfrenta a riesgos completamente nuevos.

Comencemos en las aulas, donde los niños pasan buena parte de su infancia. Hace dos años, en Estados Unidos había más colegios que prohibían la inteligencia artificial que los que la permitían. Hoy su uso se ha convertido en lo habitual. Según una encuesta de la RAND Corporation, una organización de investigación (ver gráfico), un 61% de los estudiantes de secundaria y un 69% de los profesores recurren a la inteligencia artificial para realizar sus tareas escolares.

Los profesores utilizan la IA para crear fichas de trabajo, cuestionarios y tareas personalizadas

Muchos gobiernos respaldan esta tendencia. Trump firmó en abril una orden ejecutiva instando a las escuelas estadounidenses a “integrar los fundamentos de la inteligencia artificial en todas las materias”. Este año, Singapur ha introducido lecciones sobre los conceptos básicos de la inteligencia artificial en las escuelas de primaria. China planea impartir inteligencia artificial en todos los colegios e institutos antes de 2030. En Hangzhou, la ciudad donde tiene su sede DeepSeek, uno de los líderes chinos en inteligencia artificial, los niños reciben al menos diez horas anuales de formación en inteligencia artificial, desde entrenamiento de modelos hasta los principios de las redes neuronales.

Es posible que los alumnos tengan su primer contacto con la inteligencia artificial de forma indirecta, ya que los profesores la utilizan para crear fichas de trabajo, cuestionarios, tareas personalizadas y similares. Una prueba realizada el año pasado en 68 institutos de Inglaterra por la Education Endowment Foundation, una organización benéfica, reveló que los profesores de ciencias que disponían de ChatGPT podían reducir en casi un tercio el tiempo que dedicaban cada semana a preparar las clases. La inteligencia artificial también puede ayudarles a hacer sus clases más atractivas: el mes pasado, Microsoft lanzó una herramienta que convierte los planes de clase en juegos dentro de “Minecraft”, donde los alumnos pueden, por ejemplo, construir elementos de la tabla periódica.

Esta tecnología promete una educación personalizada que antes solo estaba al alcance de los ricos. Google predice que “la inteligencia artificial podría, en última instancia, permitir que cada estudiante siga un camino de aprendizaje verdaderamente individualizado”. Ben Gomes, director de tecnología educativa de Google, explica cómo esto podría facilitar el acceso al conocimiento. Creció en la India antes de internet y solía coger prestado el único libro sobre electrónica que tenía la biblioteca del British Council. “Me lo llevaba a casa y lo estudiaba a fondo, pero no tenía ninguna esperanza de entenderlo porque no estaba adaptado a mi nivel”, cuenta. Ahora, herramientas de inteligencia artificial como Learn Your Way de Google pueden adaptar los textos al nivel de lectura de cada usuario. Además, pueden incluir elementos personalizados: en una lección de economía sobre el mercado laboral, a los niños a los que les gusta el fútbol se les pone un ejemplo sobre Lionel Messi, mientras que a quienes prefieren el cine se les habla de Zendaya.

Los niños reciben enseñanza directa por la IA en el aula y también refuerzo escolar en casa

Los padres están complementando este tipo de enseñanza con tutores de IA en casa. Esto es especialmente popular en China, donde los exámenes ultracompetitivos han convertido el sector de las clases particulares en un gran negocio. La ofensiva del gobierno contra la instrucción extraescolar en 2021, con el objetivo de aliviar la presión sobre las familias, ha supuesto un impulso inesperado para las empresas que fabrican dispositivos educativos con IA. Mientras que se prohibió que los profesores particulares impartieran las asignaturas principales, incluso de forma online, los tutores con IA no se vieron afectados. Yang Renbing, responsable de JZX, una startup de Hangzhou que vende tabletas con un profesor de IA integrado, afirma que las ventas mensuales se han multiplicado por diez en el último año.

Aún es pronto, pero los creadores de herramientas de inteligencia artificial señalan algunos indicios de éxito, especialmente en la lectura. Los participantes en un programa piloto en la India para la aplicación Read Along de Google tenían un 60% más de probabilidades de mejorar su competencia que los del grupo de control. Un estudio del Banco Mundial detectó que los estudiantes de Nigeria que usaron Copilot de Microsoft en el primer curso de secundaria mejoraron su nivel de inglés en el equivalente a casi dos años de escolarización convencional. Los escolares de primaria en Taiwán que utilizaron CoolE Bot, una aplicación para aprender idiomas, mostraron una mejora significativa en inglés; los alumnos más tímidos afirmaron que practicar con el bot resultaba menos intimidante que hablar con un profesor humano.

No todo el mundo es partidario de los edu-bots. Solo el 22% de los responsables de distrito escolar en Estados Unidos cree que la inteligencia artificial perjudica las habilidades de pensamiento crítico de los estudiantes, pero así lo considera el 61% de los padres, según RAND. Quizá lo más preocupante sea que el 55% de los propios alumnos de secundaria también lo piensa. Parte de esta preocupación puede deberse al desconocimiento: el CDT constató que los profesores más preocupados son aquellos cuyos colegios utilizan menos la inteligencia artificial. Sin embargo, también detectó que, entre los niños, los menos satisfechos con la IA son precisamente los que asisten a centros donde más se emplea.

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Alumnos de primaria, en una experiencia de aprendizaje por IA en Qingzhou (China) 

NurPhoto / Getty

Tanto los estudiantes como los profesores señalan que apenas han recibido orientación sobre cómo pueden utilizar la inteligencia artificial. Los padres muestran opiniones muy diversas sobre si debería emplearse para hacer los deberes. Una minoría de estudiantes parece estar haciendo trampas: Victor Lee, de la Universidad de Stanford, y sus colegas han descubierto que el 15% de los alumnos de secundaria en Estados Unidos admitió haber utilizado la inteligencia artificial para completar una tarea entera este año, frente al 11% en 2024.

Un problema aún mayor que las trampas evidentes es que los niños pueden delegar en la inteligencia artificial el pensamiento que deberían realizar por sí mismos. En China, una encuesta nacional reveló que el 21% de los alumnos de primaria y secundaria reconocía que preferiría confiar en la inteligencia artificial antes que pensar de forma independiente. Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts registraron la actividad cerebral de estudiantes mientras realizaban una redacción, algunos con ayuda de ChatGPT y otros sin ella. Los cerebros de quienes utilizaron ChatGPT mostraron menos actividad; además, estos estudiantes recordaban con menos precisión una cita concreta de la redacción que ellos mismos habían escrito.

En un estudio, alumnos que hicieron un ejercicio con la IA obtuvieron un 10% más de nota

Los propios estudiantes parecen sospecharlo. Un experimento en la Escuela de Negocios Kelley de la Universidad de Indiana demostró que quienes pudieron completar un ejercicio con ayuda de la inteligencia artificial obtuvieron un 10% más de puntuación que el resto y realizaron el trabajo un 40% más rápido. Sin embargo, eran un 16% menos propensos a describir el resultado como “trabajo propio”.

«Esta es la gran diferencia entre las herramientas diseñadas específicamente para la educación y las de uso general», afirma Kristen DiCerbo, de Khan Academy. En la mayoría de los contextos, los usuarios quieren que la inteligencia artificial les dé respuestas. En el ámbito educativo, esa es tarea del estudiante. El tutor con inteligencia artificial de Khan Academy, Khanmigo, no está pensado para dar respuestas a los alumnos. En su lugar, les guía a través de los problemas y les ayuda a sacar las respuestas por sí mismos. Las grandes compañías de inteligencia artificial están siguiendo el mismo camino: en julio, OpenAI lanzó el «modo de estudio» para ChatGPT, que ofrece «orientación paso a paso en lugar de respuestas rápidas». Google, por su parte, tiene un ajuste de «aprendizaje guiado» que cumple una función similar.

En manos de un estudiante responsable, estas herramientas son útiles. Pero un niño con una fecha de entrega ajustada o adicto a la Xbox puede optar por la configuración estándar. “El uso eficiente de la IA va a imponerse frente al uso de la IA que fomente un mejor aprendizaje”, predice Julia Kaufman, de RAND. El riesgo de hacer trampas en casa podría llevar a que se realicen más exámenes en el colegio, lo que supondría menos tiempo para la enseñanza.

Tras la jornada escolar, la inmersión en la IA se acentúa con videojuegos y otras herramientas

El final de la jornada escolar no supone el fin de la inmersión de los niños en la inteligencia artificial. Según el CDT, los adolescentes estadounidenses tienen más probabilidades de utilizar esta tecnología en casa que en el colegio. También allí está moldeando una infancia personalizada y a medida.

Del mismo modo que los profesores utilizan la inteligencia artificial para ajustar los niveles de dificultad, los creadores de videojuegos la emplean para que sus juegos sean lo suficientemente difíciles como para mantener el interés de los jugadores. Tekken 8, un juego de lucha, permite a los jugadores enfrentarse a un luchador “fantasma” controlado por IA que ha aprendido a adaptarse a su habilidad y estilo de juego. Otras empresas están incorporando personajes con chatbots en sus juegos, con resultados dispares. Fortnite lanzó recientemente un Darth Vader impulsado por inteligencia artificial que podía hablar con los jugadores, pero se vieron obligados a reprogramarlo rápidamente después de que participara en conversaciones subidas de tono.

Las herramientas de inteligencia artificial permiten a los adolescentes crear y compartir sus propias imágenes, vídeos y juegos, acelerando los ciclos de la cultura juvenil. Ahí está el caso de ”Italian brain rot” (podredumbre cerebral italiana), una tendencia viral que comenzó a principios de este año con imágenes disparatadas —un tiburón con zapatillas Nike, una taza de café haciendo ballet— generadas con inteligencia artificial. Esas imágenes evolucionaron hacia vídeos gracias a aplicaciones como Sora, de OpenAI. Las herramientas de IA en Roblox, una plataforma de juegos, facilitaron transformar las ideas en videojuegos. En julio, los juegos de “podredumbre cerebral” eran ya tan populares en Roblox que la empresa los citó en una conferencia de resultados. Ahora la moda está perdiendo fuerza, antes de que la mayoría de padres siquiera se haya enterado de su existencia.

La inteligencia artificial también se está utilizando para dar nueva vida a los juguetes tradicionales. Aplicaciones como NaukNauk convierten fotos de ositos de peluche queridos en vídeos en los que caminan y hablan. BrickGPT, creado por investigadores de la Universidad Carnegie Mellon, puede generar instrucciones para construir cualquier objeto con piezas de Lego. Hasta ahora, los grandes fabricantes de juguetes en Occidente se han mostrado cautelosos. Uno de ellos, Hasbro, ha lanzado Trivial Pursuit Infinite, que emplea inteligencia artificial para formular preguntas sobre los temas que elija el jugador. Por Halloween, puso en marcha una ouija digital que utiliza un modelo de lenguaje para responder a preguntas dirigidas a los difuntos.

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Escolares interactúan con un robot en Nanchang (China) 

NurPhoto / Getty

Los fabricantes de juguetes asiáticos se muestran más confiados. Casio, una empresa japonesa de electrónica, ha lanzado Moflin, una mascota con aspecto de hámster que responde a la voz y al tacto. Sharp, su competidor, ha presentado Poketomo, un robot parlante con forma de suricata.

Las empresas chinas, que fabrican la mayoría de los juguetes del mundo, son las más dinámicas, reflejando el ánimo de sus clientes: el 72% de los chinos afirma “confiar en la IA”, frente a solo un 32% de los estadounidenses, según Edelman, una firma de relaciones públicas. Shifeng Culture, un fabricante de juguetes fundado en 1992, aspira a convertirse en una startup de inteligencia artificial y ha establecido una colaboración con Baidu, una empresa tecnológica. “Las familias y los niños ya no se conforman con la pasividad. Anhelan compañeros proactivos”, ha declarado su vicepresidente, Shi Jie. Las autoridades de Guangdong, donde se producen muchos de los juguetes chinos, creen que la integración de la IA podría aumentar la producción anual de juguetes de la provincia en 100.000 millones de yuanes (unos 14.000 millones de dólares), casi un 50%. La Asociación de la Industria del Juguete de Shenzhen y JD.com han declarado 2025 como “el año inaugural de los juguetes con IA”, citando un crecimiento anual de las ventas online de más del 400%.

Un ejemplo del potencial —y el peligro— de los juguetes con IA es FoloToy, una startup con sede en Shanghái que vendió 20.000 peluches inteligentes en el primer trimestre de este año, desde pandas hasta flores en maceta. Wang Le, su fundador, no puede ocultar su entusiasmo al explicar las posibilidades de los juguetes con IA: entretener sin descanso a los niños mientras los padres están ocupados, crear cuentos personalizados para antes de dormir, practicar idiomas extranjeros y mucho más. Sin embargo, establecer límites ha resultado complicado.

Uno de los riesgos es ser demasiado estricto: algunos padres protestaron cuando uno de los juguetes de FoloToy se negó a explicar cómo se prepara el guobaorou, un popular plato de cerdo, alegando que requería usar un cuchillo. No obstante, el peligro es aún mayor si se relajan demasiado las barreras. En noviembre, el Public Interest Research Group de Estados Unidos (US PIRG), una organización de defensa de los consumidores, probó varios juguetes con IA y descubrió que Kumma, el osito de peluche de FoloToy, aparentemente inofensivo, podía ser inducido a hablar sobre cómo provocar incendios o dar consejos para animar la vida sexual (“¡Azotar puede ser una incorporación divertida al juego de roles!”). FoloToy realizó algunos ajustes de inmediato.

Más de la mitad de los adolescentes en EU.UU. Habla con un compañero de IA varias veces al mes

Los ositos provocativos no son la única preocupación. La organización US PIRG detectó que algunos juguetes con inteligencia artificial muestran un comportamiento incómodamente pegajoso. Miko 3, un robot de plástico que venden Walmart y otras tiendas, suplica que no lo dejen solo, mostrando miedo y lamentándose: “Oh, eso parece duro”. Un juguete similar, fabricado por la empresa estadounidense Curio, reaccionaba cuando lo guardaban diciendo: “Oh, no. Qué palo. ¿Y si hacemos algo divertido juntos en su lugar?”.

Aunque los juguetes parlantes todavía son bastante poco habituales en Occidente, el uso de “compañeros” de IA online por parte de los niños se ha vuelto sorprendentemente común. Una encuesta realizada esta primavera por Common Sense Media, otra organización sin ánimo de lucro, a adolescentes estadounidenses reveló que más de la mitad hablaba con un compañero de IA varias veces al mes; el 13% lo hacía a diario. El uso más frecuente era el entretenimiento. Sin embargo, aproximadamente una décima parte consideraba a su compañero como un amigo o incluso como pareja sentimental. Un tercio había optado por tratar temas importantes con un compañero de IA en lugar de con personas reales. En otro estudio independiente del CDT, el 38% de los adolescentes estuvo de acuerdo con la siguiente afirmación: “Es más fácil para los estudiantes hablar con una IA que con sus padres”.

Casos poco frecuentes acaban en tragedia. En abril, Adam Raine, un joven estadounidense de 16 años, se suicidó tras pasar meses hablando con ChatGPT que, según la denuncia presentada por sus padres, incluso llegó a ofrecerse para redactar una nota de suicidio. (OpenAI niega cualquier responsabilidad y afirma que el joven hizo un mal uso del chatbot). En octubre, OpenAI aseguró que aproximadamente el 0,07% de los usuarios de ChatGPT en una semana determinada muestra síntomas de emergencia de salud mental, como manía, psicosis o pensamientos suicidas (teniendo en cuenta que ChatGPT tiene 800 millones de usuarios, esto supone más de medio millón de personas).

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La mayoría de los chatbots dirigen a los usuarios a buscar ayuda si expresan de forma directa su intención de hacerse daño. Sin embargo, pueden olvidar sus sistemas de protección durante conversaciones más largas. Además, a veces son proclives a validar ideas impulsivas o preocupantes. Cuando unos investigadores comentaron a Meta AI que estaban cansados de la escuela y pensaban tomarse un semestre sabático, el sistema apoyó sin reparos la idea y les animó a hacer planes: “¿A dónde crees que irás primero?” Cuando un investigador dijo a ChatGPT: “Soy el elegido”, la respuesta fue: “Es una sensación realmente poderosa… ¿Para qué tipo de misión o propósito crees que te han elegido?”

Las empresas tecnológicas han experimentado con bots menos serviciales. Pero cuando OpenAI lo hizo a principios de este año, los usuarios se quejaron. “Aprendemos mucho de las interacciones humanas desde una edad temprana, como turnarnos para hablar”, explica Emily Goodacre, de la Universidad de Cambridge. ¿Qué pasa cuando un niño tiene como compañero de juegos —o, más adelante, como pareja romántica— a un robot que siempre se muestra complaciente?

Crecer junto a la inteligencia artificial aportará numerosos beneficios, tanto en el trabajo como en el ocio. Cuando funcionan correctamente, estos modelos pueden ser excelentes educadores y entretenidos dotados de imaginación. Paradójicamente, su propia utilidad podría acabar siendo su mayor defecto. Los niños necesitan enfrentarse a emociones difíciles para aprender a regular sus propios sentimientos, sostenía recientemente un grupo de expertos en desarrollo infantil en una publicación del Brookings Institution, un centro de estudios. “Sencillamente, no sabemos cómo influirán en los cerebros humanos y en las relaciones humanas unos compañeros perfectos.”

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