Neus Dàvila, coach experta en autoestima: “Cuando aprendes a liderarte desde dentro, todo lo externo se ordena”
Crecimiento personal
Neus Dàvila es coach experta en autoestima, relaciones conscientes y liderazgo interno y ha convertido una historia personal en una forma de acompañar a los demás

Neus Dàvila, coach y terapeuta
Hay personas que acompañan y otras que transforman. Neus Dàvila pertenece a las segundas. Su trabajo no busca cambiar lo que la gente hace, sino cómo se relaciona consigo misma mientras lo hace. “La autoestima no es un discurso; es la manera en que te hablas cuando nadie te escucha”, afirma. Tras más de una década en puestos directivos del sector turístico, Dàvila decidió aplicar su experiencia en gestión y comunicación al desarrollo personal. Su trayectoria profesional y su proceso vital confluyeron en una misma certeza: no hay liderazgo externo sin orden interno. De esa convicción nació su método, un enfoque que combina psicología, coaching y neuroemoción para fortalecer la toma de decisiones desde la coherencia.

No hay liderazgo externo sin orden interno
Su trabajo se apoya en tres conceptos que funcionan como brújula: el “sí”, el “así no” y el “nunca más”. Con ellos, cada persona aprende a reconocer lo que le impulsa, lo que le frena y lo que ya no tiene sentido. “El desarrollo personal no va de arreglarse, sino de alinearse. Cuando tu vida y tus valores van en la misma dirección, aparece una fuerza tranquila que lo sostiene todo”, explica Dàvila.
Esa coherencia se convierte en método. En sus sesiones, Dàvila combina reflexión y acción: ayuda a identificar qué pensamientos sostienen las emociones y cómo esas emociones influyen en las decisiones. Cada proceso empieza con una pregunta clave: “¿Desde dónde estás actuando?”. A partir de ahí, la persona aprende a observar su diálogo interno, reconocer sus patrones y tomar decisiones más conscientes. “No acompaño desde la distancia; camino al lado de las personas hasta que recuerdan su propia fuerza”, resume.

El método no busca dependencia, sino autonomía. Dàvila enseña a leer los propios patrones, a detectar el origen del bloqueo y a convertirlo en un aprendizaje operativo. “No hay avance sin responsabilidad personal. Cuando te haces cargo de lo que sientes y de lo que eliges, aparece un liderazgo natural que no necesita imponerse”, señala.
Esa fuerza interior, cuando se cultiva, se contagia. Y las organizaciones lo notan. En los equipos con los que colabora, Dàvila trabaja la autoestima como una herramienta colectiva: menos fricción, más foco, más responsabilidad compartida. “Cuando las personas están bien consigo mismas, no compiten: colaboran. No reaccionan: responden. Y eso cambia la cultura de trabajo”, sostiene.
Cuando las personas están bien consigo mismas no compiten, colaboran
Más allá de lo individual, su trabajo refleja un cambio de época. Las empresas —y las personas— están cansadas de los discursos de perfección y buscan autenticidad. “Durante años se valoró al profesional que aguantaba. Hoy se valora al que se comprende y se gestiona. No es debilidad, es inteligencia emocional puesta al servicio del rendimiento”, afirma. Esa nueva mirada al liderazgo coloca la vulnerabilidad como punto de partida de la fortaleza: conocerse para decidir, escucharse para actuar y construir desde la presencia.
Dàvila trabaja tanto con directivos como con equipos que buscan reencontrar sentido en su trabajo. En ambos casos, el proceso pasa por un mismo principio: volver a escucharse. “Hay una fatiga generalizada que no tiene que ver con el esfuerzo, sino con la desconexión. Hemos aprendido a cumplir, pero no a sentirnos parte. Y sin conexión interna, ningún objetivo se sostiene”, reflexiona.

Ha visto de cerca a líderes brillantes que se sienten vacíos y a profesionales capaces que dudan de sí mismos. A ellos dedica gran parte de su labor actual. “El liderazgo interior no se aprende en los libros, sino en la práctica diaria de sostenerte sin perderte. No hace falta caer para transformarte: basta con decidir con conciencia”, afirma.
Uno de los pilares más reconocibles de su trabajo es el liderazgo femenino inclusivo. Dàvila defiende un modelo que integra sin enfrentar. “El liderazgo femenino no se impone; se expande. Nace de la empatía, la firmeza y la visión, y mejora cualquier entorno donde se ejerce”, explica. Lejos de los discursos de confrontación, propone una mirada que invita a sumar. “Conecto mucho con mujeres, pero mi propósito es más amplio: construir un liderazgo que humanice, que no divida, que inspire a todos”.
Hay una fatiga generalizada que no nace del esfuerzo, sino de la desconexión. Cumplimos, pero no nos sentimos parte. Y sin conexión interna, ningún objetivo se sostiene
Hoy, su energía está enfocada en consolidar esa filosofía en nuevos formatos: programas para empresas y comunidades, itinerarios de formación y acompañamiento a líderes que quieren trabajar desde la autenticidad. “Mi meta no es enseñar a dirigir, sino a sostener dirección. Que cada persona tenga herramientas para decidir desde la claridad y no desde el miedo”, apunta.
Más allá de los resultados, Dàvila entiende su trabajo como un legado. Lo que la mueve no es solo ver cambios en sus clientes, sino en la manera en que se miran a sí mismos. “Cuando una persona vuelve a confiar en ella, todo su entorno mejora: su familia, su equipo, su manera de estar en el mundo. Eso es transformación real”, asegura.
En paralelo, impulsa una línea de contenidos y experiencias para acercar su método a más personas: guías, talleres y espacios de conversación donde el aprendizaje se transforma en práctica. “Vivimos rodeados de estímulos, pero con poca presencia. Mi propósito es devolverle valor a lo esencial: conocerte, escucharte y actuar desde ahí”, concluye.
Lecciones de Vanguardia
“Cree en ti y serás imparable y, cuando todo cae, se abre la posibilidad de hacerlo todo de nuevo”.
