El desahucio que pendía sobre la sede de la Fundación Montserrat Caballé, en pleno centro de Barcelona, ha quedado suspendido. En ese mismo inmueble reside desde hace años Carlos Caballé, hermano de la célebre soprano, de 83 años, que vive con una pensión asistencial. La magistrada Montserrat Hernando Vallejo ha estimado la solicitud de suspensión del lanzamiento —previsto inicialmente para el 3 de octubre— al considerar acreditada su situación de vulnerabilidad económica y social.
Pilar Vidal confirma que la jueza ha concedido una prórroga de cuatro meses y que no habrá más plazo: “La vía legal se agota aquí”
“Estoy animado, salvo por mi cojera, que viene de una fractura mal curada del servicio militar obligatorio”, declaró con humor el propio Carlos a los micrófonos del programa Y ahora Sonsoles, donde se hizo pública la noticia. Su hija, Montserrat Caballé Claus, fue quien tramitó la solicitud legal con el respaldo de los familiares de la artista, una vez estalló el caso en los medios.
La paralización, sin embargo, no es definitiva. Se trata de una medida temporal —cuatro meses como máximo— basada en la Ley de Vivienda, que protege a personas en riesgo si la propiedad está en manos de grandes tenedores. En este caso, el edificio pertenece a una empresa con más de diez inmuebles registrados, motivo por el cual la jueza ha dado prioridad a la defensa del inquilino.
Una pensión mínima y un legado artístico sin red
Carlos Caballé, exrepresentante de la soprano, vive con 500 euros al mes y el apoyo familiar para no acabar en la calle
El conflicto se remonta a junio, cuando se notificó el requerimiento judicial por una deuda acumulada de 41.256 euros en concepto de alquileres impagados desde 2023. La Fundación Montserrat Caballé, que comparte el uso del inmueble con Carlos Caballé, no pudo hacer frente a las obligaciones. Según explicó la familia, el hermano de la soprano percibe una pensión no contributiva de unos 500 euros mensuales, tras años trabajando como representante artístico, incluso durante los años dorados de la carrera de Montserrat.
“El dinero, tal como entra, se va. Es verdad que está cobrando una pensión asistencial. Los ahorros duran hasta que se agotan. Pero nadie ha abandonado a mi padre. Ni mis primos ni yo”, afirmó Montserrat hija, tras confirmar que los descendientes de la cantante ya están colaborando económicamente para solventar la situación.
Desde la familia reconocen que intentaron resolver el problema “en silencio” para no preocupar a terceros. “No hicimos registro a nadie. Intentábamos solucionarlo entre mi padre y yo”, explicó Montserrat. Pero tras la publicación de la orden de desahucio, el apoyo de los familiares de la artista no se hizo esperar. “Nos van a ayudar económicamente para que no tengamos que desafiarnos entre nosotros”, confirmó su hija, en referencia a los hijos de Montserrat Caballé.
El piso en el que reside Carlos Caballé también funciona como sede de la Fundación, lo que complica aún más el panorama. Según ha trascendido, ni Carlos ni la Fundación han podido abonar los alquileres desde el año pasado, y la entidad tampoco ha liquidado la deuda a fecha de hoy.
Cuenta atrás para una salida inevitable
La justicia da un respiro hasta noviembre, pero la salida de Carlos ya tiene fecha
Pese a la paralización del desahucio, las fuentes jurídicas consultadas por el programa aseguran que no habrá una segunda prórroga. “La vía legal se agota aquí. A finales de noviembre, el inmueble tendrá que quedar libre”, señalan. Y es que los propietarios han dejado claro que no desean mantener a Carlos Caballé ni a la Fundación como inquilinos.
La jueza ha instado a las administraciones públicas a intervenir con urgencia para encontrar una solución definitiva. Mientras tanto, Carlos permanece en la vivienda que, durante décadas, formó parte del legado cultural y familiar de una de las voces más importantes del siglo XX. “Yo he trabajado toda mi vida, pero no coticé lo suficiente. Ahora vivo con una no contributiva”, reconoce. Su caso, más allá del apellido ilustre, evidencia las grietas del sistema cuando el arte y la cultura no aseguran el futuro de quienes estuvieron detrás del telón.

