Murió en Suiza expatriado, como uno de sus personajes, aventureros dotados de espíritu refinado: espías, diplomáticos o corresponsales.
Graham Greene, inglés cosmopolita, recorrió los puntos calientes de la geopolítica y los devolvió en forma de novelas cautivadoras, en las que las grandes crisis del siglo XX se entremezclaban con las pasiones humanas. Acabó sus días e n la tranquila Vevey, refugio helvético de millonarios poco dados a contribuir. El final de un escritor que fue también espía, o el de un espía que encontró en la escritura la tapadera perfecta.
Fotograma de 'El tercer hombre' (1949)
Sus tramas exploraron esa dualidad, como El tercer hombre. Firmó novela y guion, pero la frase inolvidable la puso Orson Welles, al argumentar que, en la Suiza que vería morir al novelista, 500 años de paz y democracia solo habían producido el reloj de cuco.
Graham Greene deja a su muerte una de las obras más prolíficas y exitosas de la literatura del siglo XX.
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