En un aspecto, la continuidad entre el pontificado del papa Prevost y el de Bergoglio es evidente: confiar a las mujeres cargos clave en el gobierno de la Iglesia. Esa relación se hizo ayer patente con el nombramiento de sor Tiziana Merletti, de 66 años, como secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada. Se trata de uno de los organismos más estratégicos de la Curia romana, ya que supervisa la vida interna de casi un millón de religiosos y religiosas en distintas órdenes y congregaciones.
Fue en este mismo dicasterio donde el papa Francisco nombró por primera vez a una mujer como prefecta: sor Simona Brambilla, designada en enero pasado para un cargo jerárquicamente superior al de un cardenal, como el español Ángel Fernández Artime, que permanece en calidad de pro-prefecto.
El papel de la mujer en la Iglesia fue uno
de los temas más debatidos en las congregaciones generales previas al cónclave
Merletti, italiana, es catedrática de Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Antonianum de Roma y durante años fue superiora general de las Hermanas Franciscanas de los Pobres.
El papel de la mujer en la Iglesia fue uno de los temas más debatidos durante las congregaciones generales que precedieron al cónclave, y León XIV ha demostrado haber captado el mensaje. Ya como prefecto del Dicasterio para los Obispos, Prevost impulsó una presencia femenina significativa.
Sin embargo, esta revolución avanza con altibajos. Baste recordar la exclusión de sor Brambilla —la misma que hoy dirige el Governatorato del Vaticano— de las discusiones económicas durante la sede vacante, a pesar de que se le encomendó la tarea de sanear las finanzas vaticanas.
Ayer también se produjo el primer nombramiento en la curia estadounidense bajo el nuevo pontificado: Michael Pham fue designado obispo de San Diego. Para esta diócesis fronteriza, el Papa estadounidense eligió a un prelado de origen vietnamita. Pham, hasta ahora obispo auxiliar, sustituye a Robert Walter McElroy, el obispo crítico con Trump que Francisco envió a Washington el pasado 6 de enero, en un gesto de fuerte carga política. Una réplica al nombramiento previo, por parte de la administración republicana, de Brian Burch como embajador, una figura cercana al sector más contrario a Bergoglio.
Una etapa de tensiones que el pontificado de Prevost parece dispuesto a calmar, como demuestra la actitud respetuosa mostrada por el vicepresidente de EE. UU., JD Vance, recibido en el Vaticano el pasado lunes.