Al Tío Sam, en contra del famoso edadismo, el gobierno de Estados Unidos le ha encontrado una nueva ocupación: delator.
La delación es una herramienta muy usada para prácticas del autoritarismo. Lo saben bien los españoles que vivieron bajo la dictadura de Franco, se convirtió en una pesadilla para los cubanos críticos con el castrismo y sintieron su tormento los perseguidos por el senador Joseph McCarthy con su famosa caza de brujas en Hollywood y la intelectualidad bajo la acusación de ser comunistas.
En el Estados Unidos de Trump, los perseguidos son los inmigrantes simpapeles.
La urgencia que tiene la Casa Blanca para lograr la cuota de 3.000 indocumentados arrestados al día les ha llevado a militarizar Los Ángeles.
Pero también a recurrir a los carteles con la figura del Tío Sam, ese señor mayor que personifica Estados Unidos, al gobierno federal o al país, para incentivar la delación ciudadana, enfrentar los unos con los otros.
La administración Trump quiere que los estadounidenses den pistas a los agentes aduaneros (ICE, o la migra ) que les permita localizar a esos indocumentados. La petición es que si observan a alguien que por el aspecto crean sospechoso, lo que significa hacer un perfil racial, deben llamar de inmediato.
“Ayuda a tu país y a ti mismo” es una de las frases con las que el ICE reclama delaciones. “Denuncia a todos los invasores extranjeros” dice otra.
Este fin de semana se esperan protestas masivas en Los Ángeles y en centenares de ciudades
Ya hay ejemplos difundidos por el Departamento de Seguridad Nacional que dirige Kristi Noem. El ICE colgó un vídeo sobre el arresto de cinco indocumentados en un aparcamiento de Baltimore. La leyenda escrita en esas imágenes elogiaba la colaboración del público. “Cuando usted llama a la línea de información, escuchamos”.
La cifra de 3.000 arrestos diarios nunca se ha conseguido y supone diez veces más de las detenciones que se hacían en el mandato de Joe Biden.
Desde enero, el ICE ha cazado a 100.000 sospechosos. Esta cifra está muy lejos del objetivo de llegar al millón en el 2025 marcada por Stephen Miller, jefe adjunto del gabinete de Trump y arquitecto de la dura política antiinmigración.
Miller fue el que urgió el pasado mes a los dirigentes del ICE a escalar los números o serían despedidos. Su presión provoca tensión en los propios agentes federales para cumplir esa cuota, según reconocieron algunos a The New York Times , aunque ofrece resultados. La semana pasada se llegó a los 2.000 diarios, algo que nunca se había conseguido, si bien durante el fin de semana, las capturas cayeron, 1.200 el viernes o 700 el sábado.
Este retroceso coincide, curiosamente, con el lanzamiento del operativo en Los Ángeles, donde quedó demostrada la nueva táctica. Si hay que engordar la cantidad de arrestos, hay que ir más allá de los buscados por crímenes y abrir la perspectiva a los centros de trabajo.
Así que los del ICE se personaron entre lugares del centro de la ciudad californiana, lo que propició manifestaciones que se han extendido por el país.
La noche de este pasado miércoles marcó la sexta jornada de oposición, la segunda bajo el toque de queda en zonas del centro de Los Ángeles. Aunque bajó el número de manifestantes, todavía se vio a policías a caballo lanzando granadas aturdidoras y balas de goma.
Las protestas se extienden por el país y Texas ya ha ordenado desplegar a 5.000 militares
Estas protestas en la segunda ciudad más grande de EE.UU. llevaron a la orden de Trump de militarizar las redadas contra los inmigrantes con el envío de 4.000 miembros de la Guardia Nacional y 700 marines. Esta tropa de choque, que ya está en la metrópoli desde el martes, aún no se ha dejado ver. Estaban en fase de entrenamiento para actuar contra sus propios compatriotas.
En principio los marines saldrán a la calle hoy, jornada en la que se calcula que en Los Ángeles y en centenares de ciudades de costa a costa se producirán protestas masivas de cara al fin de semana. El gobernador de Texas, Greg Abbott, ya ha movilizado más de 5.000 miembros de la Guardia Nacional.