Al mismo tiempo que las incursiones de drones rusos en territorio OTAN se suceden, el Kremlin ha decidido inflamar su retórica contra la Alianza Atlántica.
El portavoz del Gobierno ruso, Dimitri Peskov, afirmó esta mañana que “la OTAN está en guerra contra Rusia”. “Esto es obvio, y no hacen falta ninguna prueba adicional”, subrayó Peskov, quien acusó a la organización militar liderada por EE.UU. de prestar “apoyo directo e indirecto al régimen de Kyiv”.
Con estas palabras, recogidas por la agencia de noticias rusa Tass, el portavoz del Kremlin quiso responder al ministro de Exteriores de Polonia, Radoslaw Skorski, que durante el fin de semana había dicho que la entrada de una veintena de drones rusos detectada el pasado miércoles en el espacio aéreo polaco era un intento de Rusia de poner a prueba a la OTAN “sin iniciar una guerra”. Ese incidente llevó a Varsovia a activar el artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, que prevé consultas conjuntas con los miembros de la Alianza en caso de amenaza, y provocó el despliegue de un operativo de defensa en el que participaron cazas de varios países europeos.
A la incursión rusa en cielos polacos le siguió el pasado sábado otra en Rumanía, también socio de la OTAN. Dos aviones de combate de ese país detectaron un dron en la frontera con Ucrania y lo siguieron hasta que desapareció del radar. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aseguró que la entrada de ese dispositivo en el espacio aéreo rumano no podía ser un error, sino que respondía a “una evidente expansión” de la guerra iniciada por Rusia, mientras que la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, habló de “escalada imprudente”.
Estos episodios han puesto en evidencia la fragilidad del flanco este de la OTAN, reforzado desde el pasado viernes con la puesta en marcha de una misión especial denominada Centinela Oriental, que involucra a países como Francia, Reino Unido, Alemania, Dinamarca y España, entre otros. El secretario general de la Alianza, Mark Rutte, recalcó el carácter defensivo de este despliegue, y quiso dejar claro que el envío de efectivos cerca de las fronteras con Rusia responde exclusivamente a una estrategia de protección.
La cautela de Rutte, no obstante, contrasta con el tono empleado por el Kremlin, que no solo parece interesado en buscar un enfrentamiento directo con la OTAN, sino que aleja cualquier posibilidad de una tregua en Ucrania. En ese sentido, Peskov negó que se vaya a celebrar pronto una cumbre trilateral entre Rusia, Ucrania y EE.UU., como había asegurado el presidente de este último país, Donald Trump. “De momento no hay avance alguno”, zanjó el portavoz de Vladímir Putin, quien también anunció una dura respuesta si la UE decide llevar adelante su plan de confiscar los activos rusos congelados en Occidente para sufragar la reconstrucción de Ucrania tras la guerra. “Tales pasos no pasarán desapercibidos”, aseveró Peskov. El expresidente ruso Dimitri Medvédev, que actualmente forma parte del Consejo de Seguridad de su país, todavía se mostró más duro: dijo que, si eso ocurre, “Rusia perseguirá a los estados de la UE” de “todas las formas posibles”.
Simulacro bélico
La escalada de tensión con la OTAN coincide con unas maniobras militares conjuntas de Rusia y Bielorrusia
Y, por si todavía no hubiera suficiente tensión, desde el viernes Rusia celebra unas maniobras militares conjuntas con Bielorrusia a las puertas del territorio de la OTAN. Alrededor de 7.000 soldados participan en estos ejercicios, que tienen lugar en diversos puntos de Bielorrusia –país que limita con Polonia, Lituania, Letonia y Ucrania–, así como en el enclave ruso de Kaliningrado y en los mares Báltico y de Barents.

Soldados rusos en las maniobras conjuntas con Bielorrusia
Tanto Moscú como Minsk han asegurado que las maniobras –que se celebran cada cuatro años– son defensivas, y que en ningún caso pretenden provocar a la OTAN, pero los países fronterizos están en alerta máxima. Cabe recordar que, en el 2021, Rusia aprovechó estos simulacros para aumentar sus tropas en la región y que meses después comenzó la invasión de Ucrania.
Hoy las maniobras contaron con unos invitados sorprendentes: militares estadounidenses. “Mostraremos lo que sea de su interés”, dijo el ministro de Defensa bielorruso, Viktor Khrenin, a los oficiales, que no quisieron hablar con los periodistas. Su presencia es una muestra del acercamiento entre EE.UU. y Bielorrusia alentado en los últimos meses por Trump, que ve en el régimen de Aleksandr Lukashenko una pieza esencial para conseguir la paz en Ucrania