El problema europeo con su defensa: 27 enanos, la ilusión de la OTAN y por qué siempre quedará atrás

Vanguardia Dossier

La UE es líder global en sistemas armamentísticos y eso es un problema

Un tanque Leopard 2 A7 alemán

El tanque Leopard 2 A7 alemán, destacado armamento 'made in Europe' en el ámbito de la defensa. 

DPA vía Europa Press

La Unión Europea (UE) tiene muchas armas convencionales, pero la mayoría duplicadas, triplicadas e incluso replicadas por 27, tanto como los Estados que la integran. ¿El resultado? Sobre el papel acumula más sistemas armamentísticos que el líder global en gasto militar, EE.UU. En la práctica supone mucho menos y así es que Europa duplica su dependencia del armamento estadounidense pese a que hoy quiera una reindustrialización que bebe en gran parte del rearme en un contexto de tensión bélica −y con la Rusia de Vladímir Putin como su principal temor.

Porque EE.UU. Era y es el líder global en gasto militar. Le sigue Pekín, que exhibe músculo y bota su tercer portaaviones made in China en medio de una rivalidad global con Washington. La UE, en cambio, se mueve entre hándicaps.

No está claro que los europeos sean capaces de luchar juntos para defender Europa en caso de necesidad. La ilusión es que la OTAN resuelve su problema de coordinación. La OTAN solo lo resuelve porque depende de que EE.UU. Sea quien realmente combata

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Ángel Gómez de Ágreda, exoficial del Ejército del Aire, analista especializado en geopolítica y el autor de Mundo Orwell y Un mundo falaz (Ariel), resume desde Doha, Qatar, que “el factor fundamental es la dispersión del presupuesto. Mientras que los demás tienen un solo centro de decisión y centralización de los gastos, en Europa tenemos 27 gestores de personal, 27 sistemas de defensa aérea, y así con todo lo demás. A eso se le añade un factor clave que es el de la industria. Para EE.UU., China y Rusia, la industria es la nacional. Para Europa, en muy buena parte, también. Eso supone que tenemos 27 industrias compitiendo entre ellas por conseguir contratos internos y de exportación entre los mismos Estados miembro. Lleva a que tengamos más de 130 modelos de tanques, buques, aviones, helicópteros y demás sistemas mientras los otros bloques tienen un par de docenas. Logísticamente es mucho más difícil producir y mantener tanta diversidad. Además genera problemas de interoperabilidad. Sin una centralización de los objetivos, industrias, compras y sostenimiento, Europa siempre se quedará atrás”.

Es el primer ay.

Y es que Europa, en conjunto, en bruto, es la tercera potencia que a nivel global más gasta, lejos de EE.UU., detrás de China, aunque por delante de Rusia. Pero, al revés, si se considera el gasto militar en términos de paridad de poder adquisitivo, los presupuestos de China y de Rusia crecen. Los productos que adquieren son más baratos allí y de este modo el balance chino y europeo vienen a ser más o menos equivalentes. Además, se repite y repite que en cuanto al presupuesto real, es probable que el chino también sea bastante mayor por su doctrina de la fusión cívico-militar: hay mucha industria dedicada a fabricar, por ejemplo, coches y tanques.

Es el segundo ay.

Con todo, los expertos consultados coinciden en que el problema central es tener que construir 27 ejércitos con muchísimas duplicidades. Que nadie renuncie a tener sus fuerzas de operaciones especiales, submarinos o cazas de combate “generando 27 enanos completos y supuestamente autónomos. Cada país tiene todo lo que necesita para operar, pero no para ser relevante en casi ningún aspecto. Sería muy distinto si tuviéramos unas fuerzas de operaciones especiales combinadas al servicio de cualquiera de los miembros y de su conjunto, una defensa aérea única con flexibilidad para apoyar a cualquiera de los miembros y al conjunto de la UE y así sucesivamente”, incide Ágreda.

Se habla del divide e impera de siempre, pero impuesto ahora por el propio continente europeo. Donald Trump, además, pide a los países europeos de la OTAN gastar más en Defensa y exige sobre todo comprar más a EE.UU.

Porque en Francia destaca Thales como compañía militar. Leonardo en Italia. BAE Systems en Reino Unido. Indra en España. En cambio todas ellas están detrás en facturación total de las principales empresas estadounidenses: Lockheed Martin Corp., RTX, Northrop Grumman, Boeing, General Dynamics...

El programa FCAS para el desarrollo de aviones de combate de sexta generación entre Francia, Alemania, España y Bélgica (como observador) lucha contra las rivalidades industriales, tiempos de entrega largos y altos costes que llevan a muchos países de la UE a comprar los F-35 estadounidenses. Al Euromale, la apuesta estratégica por la autonomía de la UE en drones impulsada por Alemania, Francia, Italia y España, se le acusa de “llegar tarde”. El MGS, un programa binacional franco-alemán para desarrollar el sucesor del tanque Leopard 2 alemán y del Leclerc francés, sigue adelante entre críticas a su lentitud (el programa empezó en 2017) y de la mano de conflictos entre países y empresas. Por su lado el programa Tempest desarrolla aviones de combate entre Italia, Suecia, Reino Unido y Japón sin implicación de la UE, pero arrastra igualmente altos costes, entregas a largo plazo y es criticado por duplicar, sorpresa, al FCAS.

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En Europa ha habido un relativo éxito de brotes verdes limitados como en el desarrollo del Eurofighter Typhoon en 1986, un caza de cuarta generación; o en los Eurocorps en el 1992, un cuerpo permanente de alta disponibilidad. También con la iniciativa conjunta para el control de fronteras Frontex o en varias tecnologías espaciales y satelitales y de aviación comercial, aquí de la mano de Airbus. Pero los 27 enanos continúan  ahí. ¿Su consecuencia práctica? El ejemplo lo da la potencia industrial alemana, que compra sobre todo material de EE.UU. Y de Israel (cazas F-35, misiles Patriot o antimisiles Arrow 3...) Pese a contar con el liderazgo de Rheinmetall en algunos otros ámbitos, como en el de los blindados.

La innovación, es más, se sabe clave. Y solo aparecen como líderes de excepción europeos y en ámbitos muy concretos empresas de Alemania, Países Bajos, Suecia y Finlandia. Europa apenas sale representada frente a los gigantes estadounidenses y asiáticos.

“El desafío de Europa es equilibrar la urgencia de comprar rápidamente productos disponibles en el mercado extranjero de EE.UU. Y de Corea con la necesidad de invertir en construir su propia capacidad de producción. Existe una tendencia a hacer solo lo primero y no lo segundo, lo que es un grave error a largo plazo”, dice desde EE.UU. Max Bergmann, director para Europa, Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) así como exmiembro del Departamento de Estado. “Ello significa que las empresas europeas tienden a ser más especializadas y carecen de la escala de las empresas estadounidenses. También que la financiación para investigación y desarrollo también se divide entre los distintos ejércitos. Y que no existe un equivalente europeo de DARPA, la agencia del Pentágono que realiza investigaciones y desarrollos avanzados. Además, la falta de una unión de mercados de capitales integrada dificulta que las empresas emergentes tecnológicas y de defensa encuentren el capital necesario para crecer”.

Otro ay.

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No existen economías de escala en la adquisición de defensa y el gasto europeo se ve más alto de lo necesario. Luego se insiste: no es solo de dinero, se trata de una visión estratégica de continuidad y desde EE.UU. Bergmann va más allá: “No está claro que los Estados europeos sean capaces de luchar juntos para defender Europa en caso de necesidad. Coordinar tantos países y tantos ejércitos es extremadamente difícil. La ilusión es que la OTAN resuelve este problema de coordinación. La OTAN solo lo resuelve porque depende de que EE.UU. Sea quien realmente combata para defender Europa.”

De nuevo, ay.

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“La buena noticia es que, por ejemplo, en Ucrania los ciclos de innovación son de un mes y medio o dos meses. Es decir, cada seis u ocho semanas tienes que haber desarrollado algo nuevo porque lo que tenías ya es carne de cañón con las contramedidas que se desarrollan en ese tiempo. En Europa tenemos mucho talento, Ucrania como punta de lanza de la innovación bélica mundial y el mismo pequeño tamaño de buena parte de la industria supone una capacidad mucho mayor de innovación que la que pueden aportar los gigantes del sector. Soy optimista respecto a las posibilidades de la industria europea (y española) para resultar muy relevante. Pero no podemos esperar a que estemos metidos en el conflicto para empezar a prepararnos”, concluye Ágreda.

Y es que se mire desde Europa que desde EE.UU., ambos desde el mismo bloque, Europa tiene un dilema claro en el ámbito de defensa en el que hoy ya todos se mueven.

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