Celler de Gelida
Hoy es santa Marta, patrona de los bodegueros, y Antoni Falgueras, maestro bodeguero, lo celebra. Y más este año, 130.º aniversario de su Celler de Gelida (calle Vallespir, Sants): paredes tapizadas de botellas de vinos, espumosos y licores que vieron nacer a su padre. Y a él. Y a sus hijos... Su compromiso le propició una medalla del Mérito Agrícola de Francia y decenas de galardones durante el último medio siglo. Falgueras compuso –con Juli Soler– la primera carta de vinos de El Bulli, de Ferran Adrià. Y hace cosas preciosas: cumplía 18 años Mauro, triste de no tener recuerdos de su padre, Jordi Estadella, y Falgueras le montó una fiesta sorpresa con amigos del padre que le contaban sus vivencias íntimas con él, regalando recuerdos al hijo sin recuerdos. Brindaron con vino Mauro.
¿Qué le piden hoy sus clientes?
Vinos blancos, baja graduación.
¿Qué más?
Vinos naturales. Me disgusta: suele enmascarar un vino mal hecho.
Qué sincero...
Mi estilo es no enredar, no defraudar.
Pues deme un buen vermut.
Un Muller, de Reus. O un Carpano Formula Antiqua.
Quiero regalar un champán.
Paul Roger (cuvée Churchill), proveedores de la casa real inglesa.
¿Y para compartir un buen vino tinto?
El Cel, de una viña en un alto de Porrera, en el Priorat, a tres cepas por botella.
¿Carísimo?
Yo señalo vinos buenos a buen precio.
¿Qué botella de vino me costaría más?
Un Petrus (Burdeos) o un Romanée-Conti (Borgoña), a más de 3.000 euros la botella.
¿Usted es de Burdeos o es de Borgoña?
Todos acabamos en Borgoña, por su finura. Pero lo mejor del vino es, siempre, la compañía con quien lo bebes.
Deme un vino blanco del mundo.
Cloudy Bay, de Nueva Zelanda, un sauvignon por 16 euros.
¿Y qué digestivo me sugiere?
Un Beata Maria, de la Terra Alta. Un Herbero, de Alicante. Esta bodega es, también, ¡una herboristería!
Veo miles de botellas...
Vinos, espumosos, vermuts, licores, digestivos, destilados, rones, whiskies...
Veo también unas telarañas...
Mis aliadas: hay mosquitas que buscan el dulzor de alguna escape de una botella... Y la telaraña me las intercepta. ¡Gracias!
¿Nació usted aquí?
Sí, nací en este Celler de Gelida. ¡Y mi padre también! Mi abuelo vendía en una taberna sita aquí aceites y jabones, y su padre, mi bisabuelo, llegó aquí con su carretón cargado de verduras desde Gelida.
¿En qué año?
Era 1895. ¡Celebramos el 130.º aniversario!
¿Qué vendían aquí siendo usted niño?
¡Hielo! Para las neveras de las casas. Pero con 18 años viajé a Andalucía y me prendé de los vinos de Jerez, manzanillas, finos, amontillados, generosos, olorosos, palo cortado... ¡oh, qué universo!
¿Y empezó a importar y vender vinos?
Así es, yo me zambullí en el vino. Y, mientras, me casé con mi vecina de enfrente, Maria Febrer. Su padre... Tenía un león.
¡Un león!
Campeón de lucha libre, montaba a caballo por el barrio... Y llegó a tener cocodrilos y monos, traídos de África.
¿Maria le apoyó en lo del vino?
¡Absolutamente! Nuestro viaje de bo-
das fue en coche visitando bodegas por Francia: al llegar a París detuvimos
el coche bajo la mismísima torre Eiffel...
¡y allí dormimos!
¿Qué debe tener todo buen bodeguero?
¡Tiene que gustarte el vino!
¿No corre riesgo de alcoholismo?
No, porque aprendes a beber poco y bueno. Y a degustar.
¿No le cansa probar vinos?
¡No! ¡Siempre estoy esperando a probar el próximo! Este verano viajaré a Georgia... Donde hay vinos patrimonio de la huma-nidad. Estoy ilusionado con catarlos.
No concibe usted la vida sin vinos, veo.
El vino lo cura todo menos los pies planos.
Ay, los médicos se enfadarán...
Si tu médico te prohíbe el vino, cambia de médico, je, je... ¡Con mesura, siempre, eh! El vino siempre me ha ayudado.
¿Puede darme algún ejemplo?
A mi padre el vino le salvó la vida: siendo soldado republicano, le encomendaron cuidar de los vinos del ejército... Y así sobrevivió. En primera línea hubiese muerto. Yo no existiría. Le debo mi vida al vino.
¿Cuántas bodegas estima que lleva visitadas a lo largo de su vida?
Más de 2.000 bodegas, y es imprescindible, porque cuando cato un vino, yo veo la cara de su productor, su viña, su bodega, sus cuidados... Y lo aprecio en lo que vale.
Dígame cinco bodegas que le encanten.
Vega Sicilia, Merum Priorati, Alta Alella (gran cava), Remelluri (Rioja), Domaine Gros Frère & Soeur. Podría mencionar tantas más...
Habrá instruido usted aquí a muchísimos clientes.
¡Y ellos a mí! El Celler de Gelida se ha mantenido gracias a los clientes que por el boca a boca se han ido aliando y se han convertido en grandes amigos míos y entre ellos, como Pascual Iranzo, Pere Mir, Alberto Oliveras, Leopoldo Rodés, Manuel Vázquez Montalbán, el Nen de la Manya ...
¿El Nen de la Manya?
Joan Manuel Serrat. Y, sobre todo, no olvido a mi querido amigo Jordi Estadella, con el que tanto viajé y compartí y del que siempre aprendía tantas cosas...
