Los grafiteros han aprovechado históricamente conductos de acceso a las instalaciones del metro que ni los propios trabajadores sabían que existían. Los más intrépidos se colaban por cualquier agujero y se descolgaban por sitios imposibles para llegar a los túneles bajo tierra y dejar su firma estampada en los convoyes.
En los últimos años se les ha complicado la cosa. Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) inició un proceso de blindaje en el 2021 que está dando unos resultados incluso mejores de lo esperado. Se ha pasado de 737 trenes afectados en el 2020 a 350 en el 2024 y 220 en lo que va de año, un 70% menos.
Mayor todavía es la reducción de la superficie grafiteada, que llega al 80% al pasar de 50.804 metros cuadrados pintados en el 2020 a 9.695 este año.
TMB instala más cámaras y unos paneles que protegen los convoyes cuando están estacionados
Es el resultado de una actuación organizada en distintos frentes para blindar la infraestructura del metro y hacer más difícil la acción de los grafiteros. Por un lado, a nivel de seguridad, se han instalado más cámaras de videovigilancia y se han ubicado en puntos estratégicos, con un efecto tanto disuasorio como de aviso con más antelación para activar los agentes de seguridad y avisar a los Mossos d’Esquadra. Además, se han hecho obras en paredes y accesos complementarios por donde se colaban los vándalos, dejando solo abiertas las salidas de emergencia.
Por otro lado, se han aplicado soluciones en las instalaciones que sorprende que a nadie se le hubiesen ocurrido antes. Las cocheras se han llenado de paneles protectores entre las vías que impiden que se puedan pintar los trenes. Si un grafitero llega hasta ese punto, se encontrará con un lienzo en blanco que actúa de protector del convoy, dejando solo disponible para pintar la parte frontal.
El blindaje de las cocheras y talleres está llevando a los grafiteros a modificar su modus operandi. En lugar de acceder a los espacios donde están aparcados los metros que no circulan, ahora actúan en pleno funcionamiento. Cuando el tren llega a una estación, un grupo de grafiteros coordinado tira de la palanca de emergencia que hay junto a las puertas e inmoviliza el tren. Es en ese momento cuando aprovechan para pintar el exterior del tren en apenas unos minutos, lo que tardan en llegar los agentes de seguridad.
Ningún metro grafiteado en circulación
Cuando eso sucede, el tren queda inhabilitado y es retirado sin los viajeros hasta las cocheras. TMB tiene una política cero en materia de grafitis y ninguno de sus trenes circula con pasajeros si está grafiteado. Eso supuso una acumulación de seis horas con el servicio afectado en el 2024, una cifra que se ha reducido a tres horas y 20 minutos este año. La limpieza como tal se lleva en una instalación específica que hay en cada línea. La de la L1 está en Hospital de Bellvitge, junto al túnel de lavado. Un material de limpieza específico se aplica sobre el grafiti y luego se limpia con agua a presión.
Túnel de lavado de trenes en las cocheras de Hospital de Bellvitge, al final de la línea 1
Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) actúa igual que TMB. Renfe, en cambio, tiene la mayoría de trenes pintados. Si aplicase la política cero de TMB o FGC, no podría prestar servicio porque no tendría trenes suficientes para hacerlo. Las medidas para frenar las incursiones en Rodalies son mucho más complicadas ya que las estaciones están al aire libre. En los últimos meses se ha reforzado la seguridad con drones y agentes de seguridad con perros y está empezando a dar resultados.
Aún así, Renfe hacía público este domingo que ya se había tenido que gastar más de seis millones en limpiar grafitis en los primeros diez meses del año. TMB ha destinado esa cantidad a limpiar trenes desde el 2020, “un dinero que se podía haber destinado a inversiones de mejora de las instalaciones o del servicio”, según la presidenta de TMB, Laia Bonet.
Todo ello se debe ver complementado con un endurecimiento de las sanciones. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, anunció en el Parlament su intención de modificar la ley ferroviaria y triplicar las multas por vandalizar instalaciones ferroviarias, elevándolas hasta 90.000 euros.
