Calella es el municipio catalán de más de 20.000 habitantes que experimentó en el primer trimestre de este año un mayor descenso en el número de hechos delictivos conocidos respecto al mismo período del 2024. Según las estadísticas publicadas por el Ministerio del Interior, en esta población de la comarca del Maresme la caída de la actividad delincuencial fue del 32,8%.
Las estadisticas del Ministerio del Interior, resultado de la información aportada por todos los cuerpos policiales, permiten identificar qué municipios de más de 20.000 habitantes empezaron este año mejorando resultados y en cuáles la inseguridad, medida por el número de hechos delictivos denunciados, fue en aumento.
En el lado positivo destacan los descensos registrados en lo que a la criminalidad convencional se refiere en Calella (-32,8%), Vila-seca (-26,8%), Terrassa (-25,5%), Sitges (-25,3%), les Franqueses del Vallès (-25%), Sant Pere de Ribes (-22,8%) Olesa de Montserrat (-21,7%) Igualada (-21,5%) y Lloret de Mar (-21,2%).
En las capitales de provincia, al igual que en Barcelona, los hechos delictivos conocidos disminuyeron un 8% en Tarragona y un 5% en Girona, mientras que en Lleida se incrementaron en un 4,5%.
En las otras grandes ciudades destaca, además del buen comportamiento de Terrassa, el de Sabadell, con un 9,1% menos de delitos. En Badalona la mejora es menos significativa, de apenas un 0,1%.
A pesar del marco general de mejora, algunos municipios catalanes de más de 20.000 habitantes muestran, siempre según los datos publicados por el Ministerio de Interior, una importante involución. Es el caso de dos poblaciones gerundenses, Salt (con una subida del 32,1%) y Roses (32%).
En este ranking negativo del primer trimestre del 2025 les siguen Vilanova i la Geltrú (19,1%), Sant Feliu de Llobregat (18,5%), Palafruigell (15%), Esplugues de Llobregat (14,5%), l’Hospitalet de Llobregat (13,7%), Vilafranca del Penedès (13,6%) y Tortosa (10,9%)
Donde se ha conseguido por lo menos frenar una escalada que parecía imparable es en el municipio de el Prat de Llobregat, castigado siempre por el efecto aeropuerto. En esta ocasión la subida de la criminalidad convencional es del 2,2%, aunque los hurtos bajaron un 0,3%.