Una escuela contra la despoblación

Lejos de la capital:  Vallcebre (16)

Vallcebre, uno de los 16 municipios del Berguedà con menos de 300 empadronados, busca atraer vecinos alquilando viviendas a un precio asequible a familias con hijos

Nou capítol de Lluny de la capital a Vallcebre al Berguedà

Vallcebre cuenta con una moderna escuela rural con amplias instalaciones; el reto es sumar alumnos para asegurar el futuro del centro 

Jordi Bardajil / ShootinG

Vallcebre, con 272 empadronados, de los cuales apenas 150 residen todo el año en el municipio, ancla su futuro en la escuela rural Serrat Voltor, el gancho para atraer a nuevas familias a este enclave del Berguedà y amortiguar la despoblación. Ahora, entre los doce alumnos de primaria, los tres de infantil y el único bebé de la guardería, el centro no corre peligro, pero quién sabe si en un futuro no demasiado lejano las cosas pueden cambiar pues cinco de los actuales escolares ya no empezarán el próximo curso. “En el pueblo tenemos cinco casas con niños, pero dos marchan el año que viene, si no llegan de nuevos nos quedaremos solo con once”, alerta la directora de la Serrat Voltor, Núria Casals.

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Núria Casals, directora de la escuela 

Jordi Bardajil /Shooting

Una moderna escuela que a mediados del pasado siglo, en pleno auge de la minería, superaba el centenar de alumnos, es la apuesta de Vallcebre para atraer vecinos. Ante el reto de cimentar su viabilidad y despejar amenazas de cierre por falta de alumnos, el Ayuntamiento empezó la pasada década un programa encaminado a ofrecer vivienda de alquiler asequible a familias con niños. El déficit residencial es uno de los motivos que inciden en el abandono de localidades pequeñas como Vallcebre. Urge buscar soluciones para evitar la fuga de los jóvenes que se emancipan y captar a gente que quiera iniciar una vida diferente lejos de la ciudad. De las 260 casas del municipio, el 53% son segundas residencias, según los datos del Idescat.

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Perspectiva del pueblo rodeado de montañas 

Jordi Bardajil /Shooting

El veterano alcalde, Lluís Cadena (Junts), cuenta que la clausura de las minas de carbón, en los ochenta, fue el detonante del declive de Vallcebre y de tantos otros pueblos del Berguedà. Del total de 31 municipios de esta comarca, más de la mitad, 16, no llegan a los 300 empadronados. En los años 60 del pasado siglo, Vallcebre rondaba los mil. Las respuestas que se han ido hilvanando para contrarrestar esta tendencia han pasado por promover actividades económicas relacionadas con el turismo de naturaleza y por la transformación de edificios municipales en pisos. “Recuperamos una masía que hemos dividido en dos hogares, también la antigua casa del maestro y ahora estamos acabando cuatro viviendas más en otra masía; asimismo, llegamos a un acuerdo con dos propietarios para que arrendaran dos inmuebles con la misma filosofía, a familias con niños”, detalla Cadena. El propósito de incentivar la llegada de vecinos se ha cumplido, pero con los años algunos marchan, bien porque sus hijos se hacen mayores y tienen que ir al instituto en otra localidad o porque quieren pasar del alquiler a la compra de una casa y lo poco que encuentran es a precios desorbitados. Este es el caso de la familia, procedente del área metropolitana de Barcelona, a la que el Ayuntamiento adjudicó una las primeras viviendas. Ya han confirmado que cuando acabe el curso dejarán Vallcebre.

Los esfuerzos han dado resultados, pero es necesario avanzar para que la iniciativa sea sostenible a medio y largo plazo.

Más de la mitad de viviendas son segundas residencias; turismo y pensiones dominan la economía

“La escuela siempre está en peligro, si cae la escuela, cae el pueblo, es una lucha constante”, considera Jordi Lapuente, primer teniente de alcalde. La cocina del centro educativo, además de preparar el menú para los niños, también ofrece almuerzos subvencionados por el ayuntamiento a vecinos de edad avanzada o con dificultades. Los alimentos para preparar la comida los adquieren en La Botigueta, el único comercio local, que tiene de todo, hortalizas, fruta, carne, pan de Bagà e incluso embutidos que Dalila Almiñana elabora en un pequeño obrador. “Soy de Barcelona, pero ya hace 15 años que vivo aquí y once que regento la tienda. Cuando llegué había 20 niños en la escuela, entre ellos mis dos hijas, que al hacerse mayores han ido a Barcelona”, explica Dalila.

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Dalila Almiñana, en La Botigueta 

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Muy cerca hay tres bares, dos de los cuales funcionan también como restaurantes. El pionero es Cal Sastre, “el café de toda la vida”, tal como se anuncia. Contra lo que podría parecer, los días laborables hay un cierto movimiento que se intensifica los fines de semana y sobre todo en verano, cuando la población se multiplica por tres o por cuatro.

La otra pata en la que se ha anclado el desarrollo de Vallcebre es la naturaleza y el deporte de montaña. El pueblo, a 1.123 metros de altitud, atesora fantásticas vistas del Moixeró y a principios de noviembre la cima del Puigllançada lucía nevada. Detrás de la escuela, asoma el pico que le da nombre, el Serrat Voltor, y a pocos kilómetros emerge el solicitado Pedraforca.

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A la izquierda, Cal Sastre, “el café de toda a vida” 

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El final de la minería, de la que dependía prácticamente todo el pueblo, obligó a Vallcebre a reinventarse. “La mayoría de trabajadores se prejubilaron, yo también, con solo 46 años –dice el alcalde con media sonrisa–. De hecho, las pensiones tienen un peso importante en nuestra economía. Muchos marcharon a Berga o a otras ciudades, teníamos que hacer algo para sobrevivir. Primero asfaltamos las calles, construimos la red de alcantarillado, el alumbrado, un pozo para tener agua potable..., y después montamos vías ferratas y de iniciación a la escalada, entre otras instalaciones”. Una empresa de guías de montaña ganó el concurso para gestionarlas. Ahora, el siguiente paso es reactivar un proyecto encallado, dar salida al edificio pensado para que funcione como alojamiento para los ciclistas y corredores que suben a estos parajes a entrenar. Las obras se realizaron con subvenciones, pero toca cerrar flecos y encontrar a empresas interesadas en su explotación.

Lluñis Cadena, delante del Ayuntamiento

Lluñis Cadena, delante del Ayuntamiento 

Jordi Bardajil /Shooting

Cadena lamenta que la burocracia los ahogue y aspiran a que el estatuto de municipios rurales ponga algún día remedio a ello.

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