Cuando creces en un pueblo, muchos jóvenes sienten la necesidad de mudarse a una gran ciudad, con todo el ritmo frenético que eso conlleva y las oportunidades que brinda. Para Lara Refojo, una joven de 22 años, nacida en Catoira (Pontevedra, Galicia), ese sueño siempre tuvo un nombre: Madrid. Durante sus estudios en Publicidad y Relaciones Públicas, mientras repartía su tiempo entre proyectos y daba sus primeros pasos como creadora digital, una llamada cambió su vida. En cuestión de una semana, tuvo que preparar sus maletas y mudarse a la capital. “Era literalmente el sueño de mi vida y de hecho tuve que pedir vacaciones para asistir a mi graduación”, cuenta en una entrevista para La Vangardia.
Del pueblo a la ciudad
Vivir en Madrid
¿Cómo empezó tu recorrido profesional?
Desde primero de carrera empecé a trabajar, ya que me encanta moverme, trabajé en varias empresas y aproveché cada oportunidad que se me presentaba. Justo cuando me quedaban pocas semanas para acabar la carrera, me ofrecieron un puesto de trabajo en Madrid, así que no lo dudé ni un segundo.
¿Cómo fue mudarte de Galicia a Madrid?
Madrid siempre fue mi sueño, pero cuando se me presentó la oportunidad, todo fue tan rápido que no me dio tiempo a asimilarlo. Me llamaron y me dijeron que en una semana tenía que mudarme, así que, menos mal, que mi pareja vivía aquí y pude acomodarme durante un tiempo.
Sabía que eso no era un Erasmus, no había fecha de vuelta, así que sentía que empezaba algo grande y real. Tenía mucha ilusión, pero a la vez fue duro emocionalmente alejarme de mi familia y mis abuelos, porque no sabía cuándo volvería. Además, llegué a Madrid en malas fechas; en verano. Era junio y eso significa mucho calor, una ciudad vacía, sin planes y viviendo en una habitación pequeña y oscura, lo que hizo que la adaptación fuera difícil.
El crecimiento profesional es uno de los motivos por los cuales muchos jóvenes se mudan a grandes ciudades.
¿Crees que el hecho de idealizar Madrid hizo que tu adaptación fuera más difícil?
Sin duda. Al principio pensé que Madrid no era para mí. Llegué con la idea de que era una ciudad llena de planes y movimiento, y en realidad me encontré sola, con 40 grados, sin poder hacer nada, mientras mis amigas estaban en Galicia disfrutando de la playa. Sin embargo, sabía que era una situación temporal y que realmente el problema estaba en mudarme en verano.
¿Hay algo que te ayudó a adaptarte durante ese periodo?
Cuando entendí que era temporal, empecé a crear una rutina para salir de ese bucle: probé diferentes deportes, desde pilates, yoga, barre... Organizaba mis días y buscaba un equilibrio entre el trabajo y mis hobbies. Empecé a asistir a eventos para conocer gente; afterworks, run clubs, eventos de contenido, etc.
Algo que fue también clave en mi adaptación es que tenía un par de amigos en la ciudad que, cuando volvieron a la rutina, me empezaron a gente y así vas ampliando tu círculo. Madrid te da oportunidades, pero si tú no te mueves, la ciudad te puede comer.
Madrid es perfecta para crecer profesionalmente, pero si lo que valoras es calidad de vida, Galicia es una pasada
Galicia destaca como una de las comunidades autónomas más atractivas para vivir.
¿Ahora que ya estás adaptada, que es lo que echas de menos de Galicia?
Echo mucho de menos a mi familia, la comida casera, estar cerca del mar y disfrutar de la calma. Es curioso porque antes me quejaba de vivir en un pueblo, y ahora valoro muchísimo tumbarme en la hamaca del jardín de mi casa y escuchar solo a los pájaros. Tengo morriña. Madrid va muy deprisa y no te das cuenta hasta que estás dentro.
¿Dónde ves tu futuro ahora mismo?
Madrid es el lugar donde imaginaba hacer mi vida, pero ahora tengo claro que mi futuro está en Galicia. Para crecer profesionalmente, la capital es perfecta. Pero si lo que valoras es la calidad de vida, la tranquilidad y disfrutar del día a día, Galicia es una pasada. De momento, mi plan es aprovechar Madrid para formarme y crecer, para que, a largo plazo, pueda volver a Galicia.
Vivienda en Madrid
Compartir piso
¿Vives sola o compartes piso?
Durante mi época universitaria compartí piso, y la verdad es que no me adapto del todo bien, ya que he crecido en una casa casi en medio del bosque, con mucho espacio y jardín... Y en un piso todo es diferente; escuchas al de arriba, al de al lado, y a veces me da hasta miedo, porque no estoy acostumbrada a oír ruidos que no son de mi casa, así que me paranoio bastante.
Cuando recién llegué a Madrid, estaba en una habitación pequeña y oscura donde nunca sabías si era de día o de noche. Además, teletrabajaba en el mismo espacio y me generaba mucha claustrofobia. Sin embargo, me he mudado a otra habitación y ahora estoy genial; tengo más luz y un salón privado para teletrebajar, así que puedo separar el descanso del trabajo. Eso me cambió todo.
Es muy fuerte cómo está normalizada la precariedad de pagar 800 euros por una habitación minúscula
Tal y como está la situación, ¿te fue difícil encontrar piso?
La verdad es que tuve mucha suerte porque conocía gente, entonces me quedé con ellos los dos primeros mesos y cuando se fue un chico me quedé yo en su lugar. Pero si hubiese tenido que buscar desde cero... imposible. Cada día miraba portales immobiliarios y es muy fuerte cómo está normalizada la precariedad de pagar 800 euros por una habitación minúscula.
Me harté de buscar una vivienda digna y que estuviera en una zona tranquila. Ahora soy consciente que estoy en una posición privilegiada porque gracias a alguien pude encontrar mi actual habitación; de no ser así, no sé qué habría hecho.
¿Qué te ha dado la capital que no hubieras conseguido quedántote en Galicia?
Profesionalmente Madrid me lo da todo. Aquí trabajo con clientes muy grandes, y con mi edad y experiencia en Galicia no no lo hubiera conseguido. Quería trabajar en una empresa grande para aprender, crecer y aquí lo conseguí. En cuanto a mi otro trabajo, la creación de contenido, Madrid es otro mundo. Aquí hay muchos eventos, muchas marcas y creadores, por lo que te inspiras y creces profesionalmente más.
De hecho, cuando llegué en verano, al estar muy triste no quería salir y mi creatividad estaba nula. No me apetecía mucho grabar, pero una vez que empecé a salir, ir a eventos y conocer otras creadoras, haces un cambio de mentalidad y te inspira todo, aunque obviamente hay que adaptarlo a tu estilo, porque no todo vale.
Madrid es una de las ciudades con más demanda en eventos para creadoras de contenido.
No hay que idealizar empezar de cero; es normal, hay días que pueden ser duros y está bien, forma parte del proceso
En cuanto a la creatividad, ¿qué hacés cuando tienes un bloque creativo?
Es normal sentirlo de vez en cuando y creo que viene de la presión que te pones tú sola. En estos momentos trato de recordar el motivo por el cual empecé. Pienso en mi esencia, y si estoy bloqueado, lo comparto en mis redes sociales sin ningún problema, porque mucha gente se siente identificada. De hecho, los vídeos que he tenido más visibilidad son los emocionales, los que tienen un storytelling, donde me abro de verdad.
Otra cosa que me ayuda es escribir ideas y ejecutarlas aunque no esté del todo convencida. A veces nos bloqueamos porque no estamos haciendo nada, pero una vez te pones empiezas a reflexionar y poco a poco surgen más ideas.
A veces, el público puede confundir lo 'bueno' de las redes con la 'realidad'. ¿Qué opinas sobre ello?
Cada persona es libre de publicar lo que quiera, pero yo siento que si muestro lo bueno también debo mostrar lo malo. No quiero que nadie me vea y piense “ojalá ser ella”. No me gusta idealizar. Soy una chica normal; lo único que hago distinto es subir vídeos a mis redes. No quiero ser para nada un motivo de comparación, quiero inspirar y no frustrar.
Si alguien quisiera mudarse a la capital, ¿qué consejo le darías?
Lo primero que le diría es que el choque es real. La ciudad es peculiar. Date tu espacio, ya que cada uno lleva su ritmo, pero muévete, sal, conoce gente, únete a planes, a grupos, etc. También le diría que no idealice empezar de cero; hay días muy duros y está bien, forma parte del proceso. Pero no te encierres; está bien pasar un día en la cama, pero al siguiente sal, pasea, toma algo, prueba cosas distintas aunque no sea lo que más te apetezca. Y sobre todo, no te agobies; el metro puede desorientar al principio, pero con el tiempo la adaptación llega y recuerda que esto no es eterno.


