La piel de las coreanas es quizá la más envidiada del mundo. Esta tez resplandeciente y sin imperfecciones es el deseo de muchas mujeres que quieren copiar el ritual de cuidado de las asiáticas, que siempre usan protector solar y limpian muy bien su rostro con la ya conocida doble limpieza.
“Es una práctica muy bonita y con una filosofía detrás que busca cuidar la piel con respeto, sin agresividad y con constancia”, explica la farmacéutica Karla Pires sobre el layering coreano. “Sin embargo, no debemos olvidar que esta técnica nació en un contexto de pieles finas, con menos producción sebácea que la media europea. Por eso, cuando lo trasladamos a climas más cálidos o a pieles con tendencia grasa, conviene hacerlo con cabeza”, añade la experta.
Una mujer coreana con su piel sin imperfecciones
Básicamente, el layering coreano consiste en aplicar varios productos cosméticos en capas muy finas para aportar una hidratación progresiva y potenciar la penetración de los activos. “Cada paso tiene un sentido”, dice Pires, que avisa que es muy importante conocer el tipo de piel antes de rendirse a esta ritual de autocuidado. “La clave está en la palabra adaptar. No se trata de renunciar al layering, sino de hacerlo de forma más inteligente”, remarca.
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Aquellas personas que tengan la piel grasa o mixta deben prestar atención a la aplicación de productos, puesto que un exceso puede provocar oclusión, brillos, granitos o una sensación pegajosa que hace imposible maquillarse después. “Las pieles grasas necesitan respirar”, apunta la farmacéutica. Si se sobrecarga la superficie cutánea con muchas capas, la piel puede producir mucho más sebo como mecanismo de defensa, algo que no interesa.
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“Veo rutinas con niacinamida, retinol, ácidos y péptidos todos juntos. La piel grasa suele ser más reactiva, y mezclar sin criterio puede provocar irritación o sensibilización”, avisa la experta en dermocosmética.
Para adaptar el layering a la piel grasa se debe partir de la clave del “menos es más”. Como expone Pires, no se necesita hacer siete pasos, con tres o cuatro pasos bien elegidos es más que suficiente. “Un limpiador suave, una esencia ligera o tónico hidratante, un sérum con activos reguladores del sebo —como niacinamida o zinc— y una crema gel-cream oil-free pueden ser suficientes”, afirma. También es importante elegir texturas acuosas y que sean de rápida absorción y no se debe olvidar el protector solar, siempre que tenga una fórmula con acabado mate u oil control.
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Para que el layering japonés se note en la piel se deben evitar tres errores que son muy comunes, como aplicar los productos sin esperar a que el anterior se absorba, sobreexfoliar la piel porque se cree que así estará mucho más limpia o usar algodones que arrastran los activos que necesita la piel. “Todo eso altera la barrera cutánea y puede provocar brotes de acné o deshidratación”, dice la farmacéutica, que da un consejo muy sencillo: escuchar la piel. “Si notas tirantez, reduce los pasos. Si tienes brillos o granitos nuevos, revisa las texturas. La piel es sabia, pero hay que aprender a leerla”, concluye.


