La limpieza del rostro es más importante de lo que muchas personas piensan. Tener una piel limpia es la base para que los activos penetren con eficacia y que el maquillaje que se aplique posteriormente se vea mucho más bonito e uniforme, sin parches y que dure muchas horas sin problemas.
“Limpiar la piel el punto de partida de cualquier rutina de cuidado, es el cimiento sobre el que se construye el resto de los tratamientos”, afirma la facialista Esther Moreno, que explica las diferentes entre los diferentes tipos de limpieza y lanza un mensaje clave: “Se trata de ser preciso pero respetuoso (…) La piel no necesita ser sobrelimpiada, necesita ser bien limpiada”.
Esther Moreno realizando un tratamiento facial en su centro
En estos últimos años la doble limpieza se ha consolidado como el paso esencial en la rutina de noche. Muchas personas tienen claro que, por la mañana, es suficiente con un limpiador con ceramidas o con ácido salicílico -en el caso de pieles grasas- para preparar la piel para la aplicación del sérum, crema y maquillaje, mientras que antes de dormir esta rutina se amplía a dos productos: un limpiador a base de aceite para retirar bien el makeup e impurezas, y otro en base acuosa.
Pero últimamente se habla mucho de la triple y la cuádruple limpieza. “Cada paso de limpieza tiene un propósito, pero multiplicarlos sin criterio puede llevar a desequilibrar la barrera cutánea y generar el efecto contrario al deseado”, avisa la fundadora de Esther Moreno Studio, que detalla a continuación los errores más comunes que se pueden cometer con estos dos rituales.
La triple limpieza consiste básicamente en una doble limpieza a la que se le añade un tercer paso que suele ser un exfoliante suave. “Este tercer paso puede ser de uso diario ya que existen exfoliantes más suaves que actúan de forma progresiva, bastante eficaces y que suelen tener una muy buena aceptación por la piel”, apunta la experta.
Por su parte, la cuádruple limpieza es la suma de los tres pasos ya descritos más un tónico o una esencia, unos productos que ayudan a equilibrar e hidratar la piel y la prepara para recibir mejor los tratamientos posteriores.
La piel debe limpiarse correctamente para que los activos aplicados puedan actuar con eficacia
Ahora bien, uno de los grandes errores que cometen muchas personas es confundir términos. “Hay que diferenciar entre limpiar la piel y luego la fase de exfoliación y tonificación ya que, muchas veces, se engloba todo dentro de la limpieza y crea confusión”, señala Moreno, que afirma que muchas veces se encuentra con clientas que creen que están haciendo una limpieza completa cuando, en realidad, exfolian la piel de una forma muy agresiva.
Hay que diferenciar entre limpiar la piel y luego la fase de exfoliación y tonificación”
“Una buena rutina no consiste en sumar pasos, sino en entender qué hace cada producto, cuándo usarlo y cómo combinarlo. Solo así logramos una piel limpia, sana y fuerte”, manifiesta, que añade: “lo principal es limpiar la piel bien. Correctamente. Una doble limpieza bien ejecutada con productos adecuados para nuestra piel es la base sólida. Teniendo esto claro, si queremos añadir algo más, lo hacemos, pero siempre desde el saber profesional, siempre evaluando la piel primero”, concluye.


