Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés es la “epidemia de salud del siglo XXI”. El acelerado ritmo de nuestro día a día, marcado por las demandas constantes del trabajo, la vida familiar, personal y el abuso de la tecnología han generado unos graves niveles de estrés que afectan cada vez a una mayor parte de la sociedad, especialmente en áreas desarrolladas.
La salud mental es una de las grandes preocupaciones de salud a nivel mundial, con el estrés y trastornos como la ansiedad a la cabeza, superando incluso a enfermedades como el cáncer.

El estrés afecta negativamente a la memoria y a la concentración.
El 60% de la población española declara que el estrés afecta a su vida diaria, según un reciente informe, con las generaciones más jóvenes siendo las más afectadas.
Si bien el estrés es una respuesta fisiológica que nos ayuda a estar alerta y, por lo tanto, a preparar nuestro organismo para afrontar una situación inesperada, una amenaza o un evento peligroso. No obstante, cuando este estado se prolonga en el tiempo puede llegar a provocar cambios en el cerebro.
Los síntomas de estrés -como dolor de cabeza, cansancio, inapetencia sexual- pueden estar afectando tu salud, aunque no lo sepas
El aumento de la denominada hormona del estrés, el cortisol, puede producir cambios estructurales en nuestro cerebro, produciendo diferentes problemáticas: memoria, atención, ansiedad, depresión…

Izanami Martínez, antropóloga y experta en neurociencia.
“El estrés crónico es una trampa biológica que destruye tu mente y tu cuerpo”, advierte Izanami Martínez, antropóloga y experta en neurociencia, quien en una de sus últimas reflexiones cómo el exceso de cortisol generado por el estrés prolongado afecta directamente al cerebro, dañando la toma de decisiones, la creatividad y el equilibrio emocional.
“El estrés afecta al cerebro como el tabaco afecta a los pulmones. Nadie se sorprende cuando alguien desarrolla cáncer tras años de fumar, y tampoco debería sorprendernos que el cortisol prolongado cause ansiedad, depresión y deterioro cognitivo”, afirma Izanami.

El estrés y la ansiedad, son enemigos del sueño
La depresión, por ejemplo, no es simplemente un estado de ánimo bajo. Es una enfermedad en la que el cerebro, agotado por el estrés, deja de encontrar soluciones y opta por la inactividad total. “No es una cuestión de voluntad, sino de biología”.
El estrés es una respuesta natural diseñada para durar solo unos minutos y ayudarnos a escapar de un peligro inmediato. Pero en la sociedad actual, la presión constante por el éxito, la incertidumbre y la sobrecarga de tareas han convertido el modo supervivencia en un estado permanente.
La incertidumbre y la sobrecarga de tareas han convertido el modo supervivencia en un estado permanente
Cuando esto ocurre, el neocórtex, la parte del cerebro responsable del pensamiento estratégico y la creatividad, se apaga. Las decisiones se vuelven reactivas, emocionales e impulsivas. Además, el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, encargado de regular funciones como la digestión, la respuesta inmune y el metabolismo, colapsa. Esto explica la fatiga, los problemas digestivos y las defensas bajas en personas con estrés crónico.

Izanami Martínez: “La incertidumbre y la sobrecarga de tareas han convertido el modo supervivencia en un estado permanente”.
Para poder revertir el daño del estrés, la experta propone cinco estrategias.
- Ejercicio físico regular: Reduce los niveles de cortisol y mejora la función cerebral.
- Respiración consciente: Permite activar el sistema nervioso parasimpático y salir del estado de alerta.
- Alimentación equilibrada: Evitar azúcares y ultraprocesados estabiliza la glucosa en sangre y reduce la carga de estrés en el organismo.
- Priorizar el descanso: Un sueño reparador es clave para la regeneración del cerebro y la regulación de emociones.
- Cambiar patrones mentales: La mente no distingue entre un peligro real y un pensamiento negativo. Modificar la forma en la que interpretamos los problemas reduce la activación innecesaria del estrés.
“Debemos entender que no podemos ser productivos ni felices viviendo en modo supervivencia constante”, termina Izanami.