Leticia Martín Enjuto, psicóloga: “No todas las batallas merecen ser libradas. Hay ocasiones en que sacar a alguien de una mentira solo supone un desgaste innecesario”

Relaciones

Leticia Martín Enjuto, psicóloga general sanitaria, comparte algunas claves y recursos para lograr relaciones más saludables y estables

Leticia Martín, psicóloga general sanitaria

Leticia Martín, psicóloga general sanitaria

Cuando compramos una planta delicada, a menudo viene acompañada de un manual de instrucciones para su cuidado. Un bonsái necesita luz, pero nunca directa; requiere riego, pero nunca en exceso, y prefiere ambientes húmedos, pero con temperaturas moderadas. Al igual que bonsái, las relaciones humanas, ya sean de pareja, familia o amistades, requieren múltiples cuidados, atención y esfuerzo para prosperar y florecer. Si no se les brinda el cuidado necesario, estas relaciones pueden marchitarse o, en el peor de los casos, fallecer.

A diferencia del bonsái, cuando establecemos un vínculo con otra persona muchas veces echamos en falta un manual de instrucciones para gestionar de la mejor manera las situaciones en las que nos sentimos estancados y sin herramientas para solucionarlas. Sin embargo, gracias a la psicología, contamos con recursos, consejos y técnicas para conocernos mejor y relacionarnos de forma más efectiva con quienes nos rodean. Desde La Vanguardia, conversamos con Leticia Martín Enjuto, psicóloga general sanitaria, para descubrir algunas claves y recursos para lograr relaciones más saludables y estables.

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Al igual que bonsái, las relaciones humanas, ya sean de pareja, familia o amistades, requieren múltiples cuidados para prosperar y florecer

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¿Cuáles son para ti los pilares para una relación sana y saludable?

Considero fundamental una comunicación abierta y honesta que nazca desde un tono vital, respetuoso y empático. El tono de cada interacción cuenta. También creo que la confianza mutua es una base esencial. Aunque en principio todas las relaciones parecen contar con ella, no siempre hay coherencia y transparencia y eso está muy relacionado con los límites, que son la clave para respetar la individualidad. Debemos entender que habrá momentos para el vínculo, pero también otros para sentirnos libres y conectar con nuestro entorno. Del mismo modo, es necesario validar emocionalmente a la otra persona: comprender cómo se siente, no solo preguntar qué tal le ha ido el día, sino interesarnos realmente por lo que hay detrás de sus acciones. Esto ayuda a reducir conflictos y a generar un ambiente distendido que favorezca una buena gestión emocional. Porque en una relación saludable, los conflictos existen, pero lo importante es cómo los gestionamos: encontrar un equilibrio entre la reciprocidad, la individualidad y el compromiso de cuidado mutuo.

Si no percibo a mi pareja como un lugar seguro, ahí empieza a gestarse esa desigualdad de poderes

Leticia Martín Enjuto, psicóloga

¿Cuáles son las señales de alerta que pueden indicar que una relación no es saludable?

Un control excesivo, una manipulación constante, celos desmedidos, o cuando hay posesividad, ya estamos ante una señal clara. Se pierde esa individualidad por la que deberíamos apostar. Otra señal es la falta de una comunicación abierta, cuando se impone una opinión o un criterio por encima del otro. Y si a esto le sumamos un cierto aislamiento social que impide relacionarse con naturalidad con el entorno, lo que emerge es una desigualdad de poderes. Lo básico en una relación es la horizontalidad: que ambos nos respetemos, nos queramos y nos veamos de igual a igual. Si no percibo a mi pareja como un lugar seguro, ahí empieza a gestarse esa desigualdad de poderes, esa jerarquía, y me empiezo a alejar de lo que realmente quiero construir.

Close up of couple holding hands against city street scene

Según la psicóloga, es importante, al transmitir una información, reconocer y nombrar desde qué emoción lo estás haciendo.

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¿Cómo podemos promover una comunicación más asertiva y empática en nuestras relaciones?

Es importante, al transmitir una información, reconocer y nombrar desde qué emoción lo estoy haciendo. Aunque no siempre lo verbalice, es fundamental que me lo pregunte. Porque muchas veces, por ejemplo, parece que me estoy enfadando, pero en realidad lo que hay es miedo: miedo a perder la relación, a perder el vínculo con mi amiga, o incluso miedo a perder el trabajo. Y desde ese miedo, puedo responder de una forma menos asertiva. Además, es muy importante validar la emoción que hay detrás de lo que se dice y los argumentos, porque al final, como siempre digo, cada persona tiene su mochila y todo lo que expresa parte de una base que merece ser escuchada y comprendida.

Debemos entender que habrá momentos para el vínculo, pero también otros para sentirnos libres y conectar con nuestro entorno

Leticia Martín Enjuto,psicóloga

¿Qué podemos hacer si sentimos que la otra persona no nos está escuchando o no quiere escuchar lo que le estamos diciendo?

En este sentido, suelo recurrir a la técnica del sándwich: en una primera parte, reconozco lo que la otra persona está diciendo y lo verbalizo —“entiendo perfectamente lo que comentas”—; en el bloque intermedio, expreso mi punto de vista, incluso si difiero; y en la parte final, dejo una puerta abierta —“¿qué te parece?, ¿cómo lo ves?”—. Es una forma de empatizar y facilitar que el otro se abra, que pueda expresar aquello que, como tú bien dices, quizá no se atreve o no se siente cómodo compartiendo.

The older couple has a conflict. Upset mature woman, quarrel with her husband. Relationship crisis.

En una discusión debemos evitar caer en acusaciones o reproches directos

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Crear un ambiente de confianza también es esencial. Evitemos caer en acusaciones o reproches directos. Por último, debemos ser pacientes, observar, evaluar en qué momento se encuentra la relación, y reflexionar sobre qué factores han podido influir en los días previos, y qué elementos pueden haber activado esta reactividad o este bloqueo comunicativo.

¿Y cómo podemos expresar algo que nos ha sentado mal sin herir a la otra persona?

Entiendo que debemos empezar siendo lo más específicos posible, evitando generalizaciones y, sobre todo, términos excesivamente absolutistas como “todo”, “nunca” o “siempre”. Porque, al final, la persona que tenemos delante puede sentirse atacada, y cuando alguien se siente atacado, la comunicación se desvirtúa.

Es importante también elegir bien el momento y el lugar. No es lo mismo tener una conversación tranquila en un entorno adecuado y en un momento propicio, que hacerlo de forma improvisada, en un lugar o una situación que no se presta a ello. Por tanto, no solo importa el contenido de lo que decimos, sino también cómo, cuándo y dónde lo decimos. Se trata de controlar nuestras emociones y usar un lenguaje sencillo, sin caer en la crítica.

No solo importa el contenido de lo que decimos, sino también cómo, cuándo y dónde lo decimos

Leticia Martín Enjuto,psicóloga

¿Qué estrategias podemos emplear para manejar nuestras emociones y evitar perder el control en una discusión?

Conviene observar el nivel de sensibilidad de la otra persona: no es lo mismo compartir algo con alguien que tiene un perfil más racional o más emocional. Hay que tener en cuenta si estamos ante una emoción intensa o si se está utilizando un lenguaje con cierta carga sarcástica que pueda alejarnos en lugar de acercarnos. La base está en el autocuidado, en conocerme a mí mismo, y también en conocer a la persona que tengo delante: saber qué cosas le puedo pedir y cuáles quizá se alejan de lo que puede ofrecer, no solo a nivel conductual, sino también cognitivo. Se trata de entender hasta qué punto está preparada para recibir lo que tengo que decir, sin que el objetivo sea “ganar” la discusión.

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Según la psicóloga, pedir perdón es un acto de fortaleza absoluta

Miljan Zivkovic

¿Y cómo podemos manejar nuestro orgullo?

El orgullo es una emoción compleja que se desmarca un poco de las emociones básicas y tiene una mayor carga de complejidad. Por eso, conviene reflexionar sobre qué es lo que realmente me importa: ¿quiero tener razón o quiero llegar a un entendimiento? Lo que sucede es que, en ocasiones, el orgullo choca con alguna herida interna y eso nos lleva a justificarnos constantemente, algo que debemos evitar si realmente queremos que el mensaje llegue.

Pedir perdón es un acto de fortaleza absoluta. Nos engrandece porque implica tener en cuenta lo que la otra persona está sintiendo

Leticia Martín Enjuto,psicóloga

¿Por qué nos cuesta tanto pedir perdón?

Pedir perdón es un acto de fortaleza absoluta. Nos engrandece porque implica tener en cuenta lo que la otra persona está sintiendo. Por eso, considero que es un primer paso fundamental, acompañado de paciencia y del tiempo necesario para ir dejando atrás el orgullo y acercarnos a lo que realmente queremos conseguir. Está muy bien defender nuestra opinión, pero necesitamos que el mensaje le llegue al otro, y desde el orgullo, eso no ocurre. Dicho esto, también hay que reconocer que no todas las batallas merecen ser libradas. Hay ocasiones en las que tratar de sacar a alguien de una mentira solo supone un desgaste innecesario. Por eso, es mejor evitar culpabilizar, evitar generalizaciones y, en la medida de lo posible, encontrar algún punto de su discurso con el que podamos conectar, sin dejar de marcar nuestros propios límites y expectativas.

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Trabajar en equipo es esencial para cuidar las relaciones

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Cuando una relación, ya sea de amistad o de pareja, se encuentra en un punto crítico, muchas veces surge la idea de tomar un tiempo. ¿Recomiendas hacer una pausa en estos casos?

Claro, el tan conocido “contacto cero”. Yo considero que puede ser positivo, siempre y cuando ambas partes tengan claro que lo mejor en ese momento es tomar distancia. El problema surge cuando ese contacto cero se rompe constantemente y se vuelve a retomar el vínculo sin una base clara, lo que al final no termina funcionando. Estoy a favor del contacto cero, pero solo si previamente se han esclarecido muchos puntos y si realmente permite a la persona generar un cierre. No debe ser una forma de evitar el conflicto, sino una manera consciente de afrontar lo que ya no nos está haciendo bien.

Cuando no reconozco, me desconecto de la realidad y empiezo a construir un discurso paralelo

Leticia Martín Enjuto,psicóloga

¿Y cuáles crees que son los errores más comunes que comete la gente en la resolución de conflictos?

Uno de los errores más frecuentes, en mi opinión, es no reconocer lo que está ocurriendo. Cuando no reconozco, me desconecto de la realidad y empiezo a construir un discurso paralelo. Y se pierde el entendimiento con la otra persona.

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Otro punto importante es el enfoque de la conversación. A veces intentamos llevarla hacia donde nos interesa, y en ese intento terminamos desvirtuando su sentido. También es muy habitual culpabilizar al otro, o, en el extremo opuesto, aplicar la llamada “ley del hielo”, guardando silencio absoluto y sin validar lo que el otro está diciendo. En el fondo, todos estos errores tienen algo en común: la falta de empatía. Cuando logramos empatizar, muchos de ellos desaparecen casi por sí solos.

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