El uso que hacen los niños y jóvenes de las pantallas, y especialmente de los móviles, hace tiempo que está en el centro del debate.
Tanto las familias como los profesores y el sector sanitario llevan tiempo trabajando para preparar una respuesta y un plan con cara y ojos para revertir los efectos negativos que tienen sobre la salud de los menores.
En una entrevista en El món a RAC1, la doctora, psicóloga clínica y responsable de la Unidad de Adicciones Comportamentales de la Fundació Althaia de Manresa, Dominica Díez, ha sido muy clara sobre los perjuicios que puede tener una sobreexposición a las pantallas, especialmente cuando los niños son pequeños.
“Las personas tenemos unos mecanismos de regulación de las emociones que pueden verse alterados por las pantallas. De entrada, si los adultos están pendientes de diferentes dispositivos, los bebés no estarán recibiendo la atención necesaria para crear ese vínculo. Pero eso no es todo. Si los padres recurren al móvil para evitar una rabieta —que es algo normal— y el niño va creciendo con eso como salida terapéutica, los niños no aprenderán a regular sus emociones y, cuando sean mayores, tendrán problemas emocionales”, ha dicho.

El impacto de la tecnología en el desarrollo de tu hijo
“Esto también explica que cada vez haya más adolescentes que tienen que recurrir a centros de salud mental porque no ha habido un aprendizaje para conectar con la tristeza, con la rabia, con la frustración... En algunos casos, incluso, con autolesiones”, ha añadido Dominica Díez.
Pero el abuso del móvil no solo provoca problemas emocionales, sino también cognitivos. De hecho, la doctora ha sido muy clara respecto a los efectos en los más pequeños: “La sobreexposición a las pantallas provoca cada vez más retrasos en el aprendizaje del habla. Los casos han aumentado mucho en los últimos años”, ha dicho.
La doctora también ha explicado que no es una buena idea combinar las pantallas con otra actividad: “Hay una hiperestimulación visual y cognitiva. Afecta a los mecanismos de atención y a la memoria de trabajo. Los niños que hacen los deberes mientras miran el móvil o ven un vídeo en YouTube, los hacen peor. La multitarea no existe y en un cerebro en desarrollo, los estímulos distractores les afectan muy negativamente”, afirma.
¿Cómo podemos saber si somos adictos al móvil?
Aunque los efectos son peores cuando el cerebro se está desarrollando, también hay muchos adultos que están absolutamente enganchados a las pantallas y que son incapaces de separarse de su teléfono móvil.
En esta entrevista, la psicóloga ha explicado cuáles son las herramientas que tenemos a nuestro alcance para detectar si estamos haciendo un uso abusivo, tanto nosotros como nuestros hijos.

Niño con su móvil en el sofá
De entrada, cree que es fundamental ser conscientes de ello. Debemos preguntarnos si estamos dejando de hacer otras cosas por culpa de estar conectados: “Tenemos que analizar si las redes nos están quitando tiempo de hacer otras cosas y si están afectando a nuestras actividades cotidianas. Eso es un motivo para pensar que aquí hay una adicción y debemos replantearnos qué está pasando”, ha dicho.
Una vez hemos detectado esto, hay que limitar el uso que hacemos del móvil y decidir en qué momentos lo utilizamos. Cuando no toque, hay que buscar actividades que realmente nos pongan muy difícil usar el teléfono.
Para quienes trabajan muchas horas con el móvil y lo necesitan en su día a día, la doctora cree que es importante separar los espacios y las posturas corporales: “Si el móvil es una herramienta de trabajo, no es lo mismo estar en el sofá que estar en una mesa con una postura de trabajo. Esto ayuda a los niños a ver que no estamos siempre conectados, sino que la tecnología complementa nuestro trabajo”.
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.