Milena González, psicóloga: “Ningún niño debería escuchar a sus padres decir 'porque lo digo yo y punto'. Debemos relacionarnos desde el respeto y no desde el abuso de poder”

Mamás y Papás

La psicóloga Milena González ha recopilado algunas de las frases más comunes que, aunque todavía se escuchan con frecuencia, pueden dañar la autoestima y el desarrollo emocional de los niños

Milena González, psicóloga

Milena González, psicóloga

Frases como “los niños se callan cuando hablan los mayores” han marcado a generaciones enteras. Durante décadas, la crianza se ha basado más en el poder y el miedo a la autoridad que en la comprensión y el respeto. Hoy, sin embargo, nos encontramos frente a una nueva generación de madres y padres que, por primera vez, son conscientes de la mochila emocional que arrastran del pasado y desean romper con los patrones que les hirieron en su infancia. La psicología, los libros de desarrollo personal y las redes sociales se han convertido en grandes aliados para divulgar nuevas formas de educar desde la empatía, la escucha y el acompañamiento.

La psicóloga Milena González ha recopilado algunas de las frases más comunes que, aunque todavía se escuchan con frecuencia, pueden dañar la autoestima y el desarrollo emocional de los niños. La primera de ellas es: “Deja de lloriquear o te doy una buena razón para que llores de verdad”. Según la experta, este tipo de mensajes invalidan las emociones del niño y le enseñan a reprimir lo que siente. En lugar de minimizar su malestar, González recomienda escucharles, validar lo que les ocurre y acompañarles en la gestión emocional. “Lo sé, mi amor. Aquí estoy para ti. Tú puedes con esto”, propone como ejemplo de respuesta respetuosa y empática.

Single mother consoling her sad little boy at home.

Nos encontramos frente a una nueva generación de madres y padres que, por primera vez, son conscientes de la mochila emocional que arrastran del pasado

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En la misma línea, la experta señala que también debemos evitar frases como “¿No te da vergüenza portarte así? Todo el mundo te está mirando”, muy habituales cuando el niño expresa una emoción intensa en público. Este tipo de comentarios transmiten vergüenza y rechazo, y enseñan al niño que debe ocultar lo que siente para no incomodar. Milena González recuerda que todas las emociones son válidas —ya sea tristeza, alegría, rabia o frustración— y que el papel del adulto no es juzgarlas, sino acompañarlas. “Puedes decirle que le quieres, sin importar la emoción que esté sintiendo”, sugiere como mensaje clave para fomentar una autoestima sana y una relación emocional segura.

Somos parte de una generación que está aprendiendo a relacionarse con los límites desde el amor y el respeto y no desde el abuso de poder

Milena González, psicóloga

Otra frase común que ha pasado de generación en generación es el temido “Porque lo digo yo y punto”. Esta expresión no ofrece explicaciones ni permite al niño comprender el motivo de una norma o límite. Simplemente, lo educa para obedecer sin pensar. Al cerrarse el diálogo de forma unilateral, sin escuchar ni validar al menor, el adulto envía un mensaje de imposición que puede generar en el niño confusión, frustración o incluso rechazo. Esto debilita la confianza y el vínculo con la figura adulta. A largo plazo, el niño puede desarrollar una relación pasiva y de miedo con la autoridad o, por el contrario, adoptar una actitud rebelde y desafiante cuando tenga la oportunidad. En su lugar, la psicóloga recomienda esperar a que el enfado se enfríe y después buscar soluciones cuando ambas partes estén tranquilas.

Finalmente, la experta señala que obligar a un niño a saludar o despedirse con besos o abrazos con frases como “si no lo haces, me voy a poner triste o me vas a hacer quedar mal” le transmite que es responsable de las emociones de los demás y que debe mostrar afecto aunque no lo sienta. Aunque parezca un gesto inocente, obligar a los niños a dar besos o abrazos es peligroso porque vulnera su derecho a decidir sobre su propio cuerpo y sus límites personales. Este tipo de imposición les enseña que sus sentimientos y su autonomía no importan, y que deben complacer a los demás aunque no se sientan cómodos. Por ello, la psicóloga Milena González propone una alternativa más respetuosa: “Puedes decirle que puede decidir cómo quiere saludar y despedirse de esta persona”. De esta forma, el niño aprende que su cuerpo le pertenece y que el cariño no se impone, se elige.

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En algún momento de nuestra vida, todos hemos escuchado o repetido alguna de estas expresiones. Prestar atención a ellas es crucial para que los padres puedan educar desde el amor y el respeto, y no desde el abuso de poder, concluye la psicóloga.

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