Begoña del Campo, neuropsicóloga: “Rezar o hablar con el universo antes de dormir activa un proceso de neurotransformación que cambia tu enfoque mental y transforma tu energía”

BIENESTAR

Según la neuropsicóloga, todo cambia cuando decides agradecer, “hablar con la vida” y pensar en lo que tienes y no en lo que te falta 

Begoña del Campo

Begoña del Campo, neuropsicóloga

¿Sabías que tus pensamientos antes de dormir tienen el poder de cambiar tu cerebro y, como consecuencia, tu vida? El simple acto de agradecer o rezar antes de acostarte no solo conecta con tu espiritualidad, sino que genera una profunda transformación a nivel neurológico. Este gesto diario, por más pequeño que parezca, tiene la capacidad de reprogramar tu mente, alinearla con lo que realmente deseas y transformar tu energía desde el interior. No se trata de un acto de fe, sino de un código silencioso que activa nuevas frecuencias en tu cerebro.

La cuestión es que hagamos un acto voluntario desde el hemisferio izquierdo

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Lo que ocurre en esos minutos es clave: tu cerebro deja de enfocarse en lo que falta y empieza a buscar lo que tienes. Y esa diferencia, esa simple práctica, puede transformar tu forma de vivir. Así lo respalda la neuropsicologa Begoña del Campo, quién ha dedicado un post en redes sociales hablando precisamente sobre ello. “La cuestión es que hagamos un acto voluntario desde el hemisferio izquierdo y que esa información nos empodere. Porque lo que pasa es que después, tú te levantas por la madrugada de otra manera”. 

“Lo hacen los que brillan. No es una casualidad, ni un golpe de suerte. Es una frecuencia”, dice Begoña del Campo. Es una práctica, algo que se cultiva día a día, como un código que te alinea por dentro. Según la neuropsicóloga, el juego cambia cuando decides agradecer y en lugar de quedarte pensando en lo que no tienes, eliges “hablar con la vida, con el universo, con lo que tú creas”. Al hacerlo, tu mente comienza a vibrar en otra frecuencia, en una donde los regalos reemplazan las amenazas. Así, al agradecer, no solo te reconectas con tu interior, sino que todo a tu alrededor comienza a alinearse para ti.

A nivel neuronal, cuando agradeces, no solo le estás enviando una señal a tu cerbero, sino que activas un proceso profundo. El acto de agradecer modifica la química cerebral, desencadenando la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que están directamente relacionados con el bienestar y la felicidad. A nivel neuronal, la gratitud reconfigura el sistema reticular, es parte del cerebro encargada de filtrar la información que recibimos. Este cambio puede ayudarte a largo plazo a reducir el estrés, mejorar la calidad del sueño y aumentar tu resiliencia. 

No es casualidad, es una frecuencia, un código secreto que te alinea por dentro

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Varios estudios científicos han demostrado el impacto real de la gratitud en la actividad cerebral y el bienestar general. Un estudio de Harvard (2015) reveló que practicar la gratitud regular aumenta los niveles de dopamina y serotonina, neurotransmisores clave en la regulación emocional. Estos neurotransmisores, conocidos por mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés, son estimulados cada vez que expresamos gratitud, lo que hace que nuestro cerebro se “entrene” para ser más positivo y resiliente. Por otro lado, un estudio realizado por la Universidad de Kentucky (2016) encontró que la gratitud disminuye la actividad en la amígdala, la parte del cerebro relacionada con el estrés y la ansiedad.

Esto permite que el cerebro se relaje y se enfoque en lo positivo en lugar de en lo negativo, lo que tiene efectos protectores para la salud mental. Además, Robert Emmons y Michael McCullough (2003) realizaron un experimento clave en el que los participantes experimentaron mejoras significativas en su bienestar general, tanto físico como emocional. Los participantes que escribieron en un diario de gratitud semanalmente reportaron menos estrés, mayor energía,

En definitiva, la gratitud va más allá de una simple emoción o un acto emocional. Es una práctica capaz de reprogramar la mente, de cambiar la forma en la que percibimos el mundo y de alinear nuestro interior con lo que realmente deseamos. En un mundo lleno de estímulos y presiones externas, hacer de la gratitud un hábito es una forma sencilla, pero profunda de encontrar paz y propósito en el día a día. Al final, se trata de elegir, cada día, y ser conscientes del regalo que tenemos. 

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