Conocer a una persona especial puede marcar un antes y un después en tu vida. A veces, un simple gesto o una mirada puede marcar el inicio de una preciosa historia de amor. Pero para que esa relación supere el paso del tiempo y se convierta en un vínculo saludable es esencial entender que debe construirse sobre tres pilares fundamentales: compromiso, respeto y comunicación.
Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de que nosotros mismos influimos en el inicio y el desarrollo de la relación. Hay partes internas -emociones, inseguridades o patrones- que, nos guste o no, van a activarse siempre que conocemos a alguien.
Así lo explicaba la psicóloga Montse Cazarra en sus redes sociales. ''Cuando te vinculas con alguien nuevo, no solo estás tú, sino que en la aventura de conocer a esa otra persona te acompañan distintas partes internas, es decir, voces, subpersonalidades o 'personitas' con discurso propio, con una historia particular y con unas creencias muy arraigadas que habitan tu mundo emocional y que han aparecido a lo largo de tu historia'', comenzaba diciendo.
Según la experta, estas partes internas ''no son ni buenas ni malas'', aunque algunas de ellas nos ''meten en líos'' más a menudo que otras. Tampoco son ''tu yo, tu versión adulta, sino partes que han aprendido ''a sobrevivir, a adaptarte a contextos que no siempre fueron previsibles, confiables y seguros y a anticiparse al dolor que producían vínculos que no eran del todo sanos''. Y aunque nacieron en momentos anteriores de nuestra vida, siguen apareciendo en el presente, salvo que hayamos trabajado para ''liberarlas de aquello con lo que cargan (experiencias de dolor) y flexibilizar la forma en que llevan a cabo su cometido''.
Hablarse a uno mismo es muy beneficioso cognitiva y emocionalmente.
Además, la psicóloga recordaba que ''conocerlas sin juzgarlas nos ayudará a entender mejor cómo funcionas, por qué te vinculas desde dónde lo haces, por qué estrategias recurres para protegerte y por qué actúas de forma tan contradictoria y antagónica con lo que en realidad quieres y deseas''.
Algunas de esas partes internas que se activan, según Montse Cazcarra, son la que no se cree merecedora, la niña o niño que teme el abandono, la que vive en una duda constante, la que se autoconvence y autoengaña con mentiras y verdades a medias, la que vive las relaciones desde la fantasía, la complaciente, la que boicotea, la que idealiza, la que se conforma con migajas, la desconfiada o la salvadora. Por ello, la experta insistía: ''Conocerlas nos ofrece mayor claridad a nuestra realidad emocional y arroja luz a las contradicciones y conflictos internos'

