Cuando un niño se equivoca o hiere a otro, muchos adultos reaccionan automáticamente exigiendo una disculpa inmediata. Frases como “Eso no se hace” o “pídele perdón ya mismo” son frecuentes, pero según la psicóloga Milena González, este enfoque no enseña a reparar, sino que promueve vergüenza y desconexión emocional.
En uno de sus últimos vídeos publicados en sus redes sociales, la psicóloga, experta en crianza, explica que al imponer el perdón, el adulto suele emitir un juicio mediante palabras como “eres grosero o “está muy mal lo que has hecho”, que genera culpa y obliga al niño a una reparación forzada. Esto, lejos de ayudar, puede tener el efecto contrario: el niño no entiende por qué lo que hizo está mal, siente miedo de la reacción del adulto, y aprende que basta con decir “lo siento” para salir del paso y seguir jugando como si nada hubiera pasado.

Madre e hijo
Como resultado, el niño no desarrolla empatía, ni responsabilidad social, ni comprende cómo sus acciones afectan a los demás. Aprende a huir del conflicto sin asumirlo realmente, y repite una fórmula vacía solo para evitar ser castigado.
Acércate con tu hijo al niño y ponte a su mismo nivel, narra lo ocurrido, hazlo consciente de las emociones
González propone una alternativa mucho más respetuosa y eficaz: enseñar a reparar desde el acompañamiento y la empatía. En lugar de regañar o imponer, invita a los padres a acercarse al niño, ponerse a su nivel, narrar lo sucedido con calma y ayudarle a reconocer las emociones implicadas, tanto las propias como las del otro.
La psicóloga plantea un ejemplo en el que un niño empuja a otro. En lugar de reñirle y obligarlo a pedir disculpas, propone hacer reflexionar al niño a partir de un diálogo como el siguiente: “Hijo, has empujado a este niño y le duele. Mira su cara, se ha caído sobre su brazo. ¿Ves que está triste? Vamos a preguntarle si quiere que le ayudemos a sentirse mejor”. De este modo, se valida el daño, se toma conciencia del impacto y se enseña una forma alternativa de actuar.
Reparar es una habilidad social muy importante que se cultiva con el tiempo
Este tipo de intervención fomenta una verdadera reparación, porque el niño comprende lo ocurrido, ve las consecuencias de sus actos y aprende a actuar con más consideración. Además, se siente acompañado, no juzgado, y eso facilita el vínculo con el adulto y abre espacio para un aprendizaje real.
“Reparar es una habilidad social muy importante que se cultiva con el tiempo”, recuerda González. No se trata solo de enseñar a decir “perdón”, sino de mostrar cómo hacerlo con intención, empatía y respeto por el otro.
Por ello, González señala que es esencial enseñar a nuestros hijos a reparar cuando hacen daño. Pero advierte de que lo que no debemos hacer es avergonzarlos o hacerlos sentir desconectados por haber cometido un error. El objetivo no es el castigo, sino el crecimiento emocional. “En lugar de imponer, acompañemos. En lugar de forzar, enseñemos. Solo así ayudaremos a nuestros hijos a convertirse en personas empáticas, responsables y emocionalmente conscientes”, concluye la psicóloga.