Jose Manuel Felices, médico, sobre el calor: “Un corazón de una persona de 30 años puede compensar mejor la pérdida de líquidos, pero uno de 80 no puede permitirse perder un litro”

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“El principal síntoma de alerta es el mareo, porque significa que no está llegando suficiente sangre al cerebro”, explica el doctor Felices en una entrevista para La Vanguardia

Dr. Jose Manuel Felices

Dr. Jose Manuel Felices

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El calor extremo no solo agota, también puede poner en riesgo nuestra salud. “El principal síntoma de alerta es el mareo, porque significa que no está llegando suficiente sangre al cerebro”, explica el doctor Felices en una entrevista para La Vanguardia. Con las olas de calor cada vez más frecuentes, saber cómo reacciona nuestro cuerpo y qué hacer para evitar sustos es más importante que nunca.

A lo largo de la conversación, el doctor Felices comparte consejos claros y muy prácticos para sobrellevar las altas temperaturas: desde cómo y cuándo hidratarnos bien, hasta qué alimentos deberíamos evitar si queremos mantenernos frescos. También desmonta mitos sobre los refrescos o las duchas frías y recomienda métodos sencillos, como el conocido “método egipcio”, para dormir mejor por las noches.

Además, advierte sobre los riesgos de hacer deporte al sol sin precauciones y da claves para identificar los primeros síntomas de un golpe de calor. Porque, como insiste, la prevención empieza por conocer cómo funciona nuestro cuerpo.

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Kai Försterling / EFE

¿Qué efectos tiene el calor extremo sobre el cuerpo humano y qué síntomas deberían alertarnos de que algo no va bien?

Lo principal que produce el calor extremo es la deshidratación, porque perdemos mucho líquido. El cuerpo intenta regular esa temperatura exterior tan elevada sudando, lo que ayuda a disminuir un poco la temperatura de la piel, que es donde están los nervios y donde sentimos ese calor. Pero al sudar, perdemos líquido del interior del cuerpo, y eso obliga al organismo a adaptarse para poder seguir bombeando sangre.

Si no hay suficiente líquido, el corazón tiene más dificultad para enviar sangre al cerebro, al hígado, a las piernas… El cuerpo entonces dilata los vasos sanguíneos para compensar esa pérdida, pero si no lo consigue, aparecen los primeros síntomas: mareo, visión borrosa, confusión. Esas señales indican que la sangre no está llegando correctamente a los órganos.

Cuando esto ocurre, lo más importante es dejar de exponerse al calor, buscar un lugar fresco y reponer líquidos cuanto antes. En estos casos, lo mejor es agua, sin azúcar ni sales ni alcohol, para que el estómago pueda absorberla rápidamente.

¿Por qué algunas personas, como los niños o los mayores, son más vulnerables al calor?

Sobre todo los mayores y los niños, porque sus mecanismos de compensación no funcionan igual de bien. En los niños, porque aún están en desarrollo, y en los mayores, porque pueden tener problemas previos, aunque sean leves, que les impidan reaccionar igual que una persona más joven.

Un corazón de una persona de 30 años puede compensar mejor la pérdida de líquidos, pero uno de 80, por ejemplo, no puede permitirse perder un litro. Con solo medio litro perdido, ya puede haber dificultades para mantener la estabilidad del cuerpo.

¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos al intentar refrescarnos y que pueden ser contraproducentes?

El principal error es recurrir a refrescos o bebidas isotónicas para hidratarnos. Algunas de estas contienen azúcar, sales o incluso alcohol, lo que hace que el estómago absorba el líquido más despacio. Por eso, lo ideal es beber agua, sin añadidos, para una absorción rápida y efectiva.

Otro error muy habitual es meterse directamente en agua muy fría. Puede parecer una buena idea, pero ese contraste térmico puede provocar un choque en el cuerpo. Si está intentando compensar el calor y de repente recibe un estímulo tan frío, tiene que volver a adaptarse, lo que puede generar un desequilibrio peligroso. Esos son, quizá, los dos errores más frecuentes.

El calor puede convertir la noche en una verdadera travesía

El calor puede convertir la noche en una verdadera travesía

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En redes ha mencionado el “método egipcio”. ¿Podría explicarnos en qué consiste y por qué lo recomienda?

El método egipcio es una técnica muy antigua que consiste en pulverizar agua sobre la ropa de cama. No se trata de mojarla, ni siquiera de humedecerla del todo. Se usa un pulverizador para que queden pequeñas gotas de agua sobre la sábana, sin llegar a empaparla.

Estas gotas, al evaporarse, ayudan a disminuir la temperatura del entorno inmediato, en este caso, el que rodea al cuerpo. Es como tener un pequeño aire acondicionado natural durante unos minutos. Es un método muy sencillo que genera un efecto refrescante sin provocar cambios bruscos de temperatura.

¿Cómo afecta el calor al sueño y qué podemos hacer, además del método egipcio, para dormir mejor por la noche cuando hace mucho calor?

La temperatura es clave, sobre todo en el momento de conciliar el sueño. En verano, a muchas personas les cuesta dormirse por el calor, y es porque el cuerpo necesita bajar unos grados para activar todos los procesos de descanso y reparación.

Cuando estamos quietos, como al dormir, el cuerpo puede bajar la temperatura más fácilmente. Pero justo al acostarnos, todavía nos movemos, estamos conscientes, y esa bajada de temperatura se complica.

Además del método egipcio, hay trucos como usar un calcetín que hayamos tenido en el congelador y colocarlo alrededor de las muñecas o los tobillos, donde hay vasos sanguíneos muy superficiales. También hay quien pone botellas de agua congelada en la cama, aunque eso puede mojar las sábanas. Si a alguien le funciona y cambia las sábanas con frecuencia, no tiene por qué ser un problema.

Otra buena idea es usar una bolsa de congelados unos minutos antes de acostarse. Basta con colocarla un par de minutos sobre las muñecas para bajar la temperatura de la sangre ligeramente y facilitar el sueño durante la siguiente media hora.

¿Existen alimentos que puedan ayudarnos a mantenernos más frescos o que, por el contrario, deberíamos evitar durante los días de mucho calor?

Sí, por supuesto. La digestión también puede aumentar la temperatura corporal. Cuanto más pesada sea la comida, más esfuerzo necesita el cuerpo para digerirla, y lo que más le cuesta digerir son las grasas. Las comidas picantes tampoco son adecuadas, y desde luego cualquier bebida con alcohol o cafeína eleva nuestra temperatura.

El chocolate, por ejemplo, no es recomendable por la noche. No porque dé pesadillas, como se suele decir, sino porque dificulta el sueño al elevar la temperatura corporal. Por tanto, por la noche deberíamos evitar alimentos muy grasos. No quiere decir que no se pueda tomar algo de grasa más ligera, pero está claro que a nadie le apetece un cocido con chorizo y morcilla antes de dormir, y es por eso, por su contenido graso.

También conviene limitar los picantes, la cafeína, el chocolate o los quesos muy grasos. Un queso más ligero, tipo fresco, con menos contenido graso, no tendría problema.

En esta época en la que el running está tan de moda, ¿qué precauciones deberíamos tener al practicar deporte al aire libre durante el verano?

Durante los meses más calurosos, como junio, julio, agosto e incluso septiembre en algunas zonas, yo evitaría completamente hacer ejercicio en las horas centrales del día. A partir de las once y media o doce del mediodía, y hasta las cinco y media o seis de la tarde, no se debería salir a correr al aire libre. Esa sería la principal recomendación. A veces no somos del todo conscientes del peligro y podemos llevarnos un buen susto.

También es fundamental llevar agua. Además de los geles u otros suplementos que se usen para el rendimiento, es imprescindible llevar agua sola, sin azúcares ni sales, para que se absorba lo más rápido posible.

Si se decide salir en una hora dudosa, siempre es importante avisar a alguien y llevar el teléfono encima. Salir sin ningún tipo de conexión puede ser un riesgo. En caso de notar cualquier síntoma extraño, no hay que dudar: mejor llamar directamente al 112 y después a la familia. Siempre debemos estar conectados por si surge cualquier problema.

¿Tiene sentido mojarse la cabeza o los pies para refrescarse? ¿Qué zonas del cuerpo conviene enfriar primero si sufrimos un golpe de calor?

Lo ideal es enfriar aquellas zonas donde los vasos sanguíneos están más cerca de la superficie. Las muñecas, por ejemplo, son una opción clásica y eficaz. Incluso podemos ver los vasos en personas que no tienen mucha grasa corporal.

Pero hay otras zonas muy interesantes por el tamaño de los vasos, como las axilas o las ingles. En estas áreas los vasos son más grandes que en las muñecas, por lo que enfriarlas permite disminuir la temperatura de una mayor cantidad de sangre. Probablemente las axilas sean la opción más accesible y eficaz.

En caso de notar síntomas como mareo, náuseas o fatiga, ¿qué primeros auxilios básicos podemos aplicar en casa antes de acudir al médico?

Además de hidratarnos y enfriar las zonas clave del cuerpo, algo muy útil es elevar ligeramente las piernas. Esto ayuda a que la sangre acumulada en las extremidades inferiores vuelva al corazón, facilitando que el cuerpo vuelva a bombear con más fuerza y que la sangre llegue al cerebro y a otros órganos vitales.

Calor verano

Calor verano

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Poner las piernas en alto puede ser una medida muy sencilla y efectiva mientras se busca atención médica o se estabiliza la situación.

¿Qué impacto puede tener el calor sobre nuestra salud mental? ¿Está demostrado que nos vuelve más irritables o apáticos?

Como todo en salud mental, depende mucho de la persona. Hay quienes incluso disfrutan del calor, se sienten más activos, les apetece hacer planes o estar al aire libre. Pero es cierto que el calor puede resultar molesto o incluso irritante, sobre todo cuando afecta al funcionamiento del cuerpo, por ejemplo, por deshidratación.

Para evitar esa irritabilidad, lo más importante es mantener una buena hidratación durante todo el día. La falta de líquido y de riego sanguíneo, especialmente en el cerebro, puede generar ese malestar o esa sensación de apatía. Así que sí, puede tener un impacto, pero si nos hidratamos bien y evitamos las horas de más calor, no tendría por qué afectarnos.

De hecho, puede ser una buena oportunidad para tomarnos las cosas con más calma, echar una siesta o compartir un rato tranquilo en casa con la familia.

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