Ferran Morell, neumólogo: “El paciente no es tonto y no hace falta decirle que se va a morir pasado mañana, es hacerle sufrir más de la cuenta. He hecho 160.000 visitas y solo dos me han preguntado”
'El matí de Catalunya Ràdio'
El mallorquín aseguró que los doctores tampoco quieren saber si se enfrentan a lo peor como pacientes
María Jesús, podóloga: ''Los juanetes no aparecen de la nada, se pueden prevenir y también mejorar. Haz estos 3 ejercicios para cuidar tus pies y evitar que el problema avance''
Ferran Morell, neumólogo
El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, parte del éxito también puede estar en la implicación del paciente: reforzar su cuerpo, resistiéndose a la mayoría de lesiones y condiciones.
Esto, en contadas ocasiones, aporta una brizna de esperanza adicional a los pacientes, en particular si se trata de sobreponerse a un diagnóstico difícil o imposible de sobrevivir. Una cuestión que ha querido abordar Ferran Morell, presidente de la Societat Catalana de Pneumologia, en una entrevista concedida a El matí de Catalunya Ràdio. El médico mallorquín expuso el minúsculo porcentaje de pacientes que quisieron saber si sufrían una condición terminal.
“Yo, por ejemplo, en toda mi vida he realizado 160.000 visitas. Y solo dos me lo han preguntado, que me hayan dicho: ‘Escúcheme, dígame la verdad. ¿Qué tengo?’. Entonces no tienes más remedio que decírselo, ¿no? Y al final, a uno de estos dos no le gustó que se lo dijera. El paciente no es tonto, él ya lo sabe, ya sabe más o menos cómo está la cosa. Pero, desde mi punto de vista, no hace falta decirle: ‘Oye, que te morirás pasado mañana’”, desvelaba.
“Yo creo que eso, para mí, es un poco demasiado directo y le hace sufrir un poco más de la cuenta. Decirle que vamos haciendo y que a ver si encontramos… No hay que dejar de dar esperanza, ¿no? Siempre con cierta puerta abierta, ¿no? Incluso los médicos no quieren saberlo cuando son pacientes. No te lo piden, tampoco. Esta brizna de esperanza, yo creo que no debe quitarse”, insistía. De la misma forma, el cuerpo puede sorprender con habilidades fuera de nuestra comprensión.
Un órgano especial
“Explosión, un ruido seco, como si el aire te partiera por la mitad. Y luego, silencio. Pero no es la paz, es el cuerpo colapsando. Afganistán, 2009. Una patrulla pisa una mina. Un soldado salta por los aires. Y cuando cae, su pecho está abierto como un libro roto. El hueso ha desaparecido. Y ahí, entre sangre, nervio y caos, está su corazón. Fuera del cuerpo. Expuesto y latiendo. Imagínate ver esto, no en una peli, no en The Voice, en la vida real”, detallaba la traumatóloga Inés Moreno.
“Y el tipo está consciente, parpadea, te mira, mientras su corazón se agita y late al aire libre, sin chasis. ¿Por qué no se muere? Pues porque el corazón es el órgano más testarudo de todo el cuerpo humano. No necesita cerebro, no necesita permisos. Tiene su propio sistema eléctrico autónomo, como si tuviera un generador nuclear interno. El nodo sinoauricular, el marcapasos natural, el ritmo de la vida grabado en un músculo”, añadía.