El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Esto también se traslada a los casi 7 millones de españoles menores de 16 años, según el Censo Anual de Población de 2024. En el interés de los padres está que sus hijos puedan entender lo que les comentan, a pesar de los cambios que presentan a lo largo de los años. Marina Marroquí, educadora social de profesión, explicaba en La Ventana de la Cadena SER cómo gestionar con los jóvenes el enamoramiento, rompiendo tópicos.
“El primer amor es un tsunami que lo arrasa todo, ¿no? Ya lo dice Ismael Serrano, el amor es eterno mientras dura. Entonces, es muy importante, como todo lo que va surgiendo en la adolescencia, prepararle antes. O sea, tenemos que ir preparando cuando todos estos cambios ya físicos y psicológicos van surgiendo, que eso va a pasar. Y luego yo creo que aquí hay dos cosas muy importantes: cómo abordamos lo que va a sentir y cómo lo reflejamos en la familia”, exponía.
“Quiero decir, creo que como familias tenemos que empezar a romper el ‘Yo conocí a tu padre a los 14 años, ha sido el único hombre con el que he estado y este amor ha sido eterno y lo supe en el momento que lo vi’. Sigue pasando, no sueles contar que a lo mejor tu padre no fue el primero pero fue el mejor, o ya no lo fue y por eso no está en casa. Y creo que desmitificar ese único amor es súper importante para que después, sobre todo cuando fracase el primero a los 15, todo no se derrumbe”, sumaba.
Darles la aprobación que merecen
Marroquí, en una entrevista anterior, también se centró en el refuerzo positivo: “Cuando el niño y la niña están en la primera infancia, casi todo es refuerzo positivo. Nos gastamos muchísima energía en todo lo que hacen bien. Los primeros pasos, la primera excursión, las primeras notas, la primera... Todo va en positivo. Sin embargo, algo nos pasa a las familias, que cuando entra la adolescencia, entramos en modo pulir fallos. Y ya empiezas a comunicarte con todo lo que hacen mal pero deberían hacer bien”.
“Cuando el niño y la niña están en la primera infancia, casi todo es refuerzo positivo. Nos gastamos muchísima energía en todo lo que hacen bien. Los primeros pasos, la primera excursión, las primeras notas, la primera... Todo va en positivo. Sin embargo, algo nos pasa a las familias, que cuando entra la adolescencia, entramos en modo pulir fallos. Y ya empiezas a comunicarte con todo lo que hacen mal pero deberían hacer bien”, argumentaba.