El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
En este sentido, una de las grandes preguntas que surgen es: ¿por qué la sensibilidad sigue siendo vista como un prejuicio, en vez de una virtud? Una cuestión que ha querido responder Inma Puig, psicóloga clínica que trabajó para el Futbol Club Barcelona durante 15 años. Durante una entrevista en El último tren, el nuevo programa de RNE presentado por Isabel Gemio, la invitada definió el concepto de “revolución emocional”.
“Es la que hemos de hacer todos. Porque es la única revolución en la que todo el mundo saldrá ganando. En las revoluciones siempre hay uno que gana y uno que pierde. En esta todos vamos a salir ganando. Es la de las emociones, la de los sentimientos, la de compartirlos. de la sensibilidad, de no esconder las emociones. Ahora, cuando ya que decías, no, es que me emociono, no nos hemos de disculpar por emocionarnos. Porque es lo mismo llorar que reír”, expuso.
“¿Y por qué nos cuesta tanto a veces manifestar lo que sentimos, lo que sufrimos? ¿Por qué? Decirlo en voz alta es bueno, es recomendable, por supuesto”, preguntaba Gemio. “Absolutamente, porque nos han educado bajo la consigna de que, si tú muestras las emociones, estás mostrando debilidad. Y no, no es mostrar vulnerabilidad, es mostrar sensibilidad. Y solo el sensible es confiable. Además, el pasado ha sido de los fuertes físicamente, el futuro es de los sensibles”, respondía.
Romper esquemas
“Esta resistencia a compartir emociones y sentimientos viene dada porque todavía está asociada a debilidad, a vulnerabilidad. La idea de que, si muestras tus sentimientos, estás enseñando unas cartas donde luego te pueden hacer daño por ahí, y nadie quiere ser vulnerable. Pero, el compartir las emociones y los sentimientos no es un indicador, ni de vulnerabilidad, ni de debilidad, al contrario, es un indicador de sensibilidad”, compartía Puig en Aprendemos Juntos 2030.
“Solo el sensible es confiable. No hay que fiarse del insensible. De estas personas frías y duras que van a sacar provecho a costa de la salud emocional de estas personas, son una especie que tendríamos que ponerla dentro de las especies a extinguir. El pasado ha sido de los fuertes físicamente. El futuro es de los sensibles”, sentenciaba.