El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, con frecuencia es el propio cuerpo el que sigue sorprendiéndonos, con capacidades más allá de nuestra comprensión.
Un hecho que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de crónicas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, la divulgadora se centraba en una de las claves esenciales para salir del paso en un quirófano: el ayuno preoperativo.
“Tu madre te pregunta si has comido porque te quiere. Yo te lo pregunto porque quiero operarte sin matarte. Si le mientes a ella, te regaña. Si me mientes a mí, puedes no despertar. El ayuno preoperatorio no es castigo ni es dieta detox. Es para que no te ahogues con tu propio desayuno. Y eso no es un susto inventado. En los años 40, un paciente entró al quirófano después de desayunar cuatro tostadas. Todo iba bien hasta que se durmió”, situaba.
“El estómago dijo ‘ahí va lo mío’: el contenido fue directo a sus pulmones. Paro, hipoxia y se murió, antes de que nadie le tocara. Desde entonces, las reglas son claras: 6 horas sin comida sólida, 2 horas sin líquidos claros. Y no, un café rápido también cuenta, porque si vomitas dormido no puedes toser. Y lo que baja no sube. Se llama aspiración pulmonar y es tan grave como suena. Así que sí, voy a preguntarte 10 veces si has comido”, detallaba.
Movimiento clave
“No porque sea pesada, sino porque un estómago lleno y anestesia es básicamente una ruleta rusa quirúrgica. Deja de tomarte una tostada antes de entrar al hospital por si acaso. No somos adivinos, pero sí queremos que salgas de una pieza”, concluía. De igual forma, Moreno habló recientemente sobre uno de los descubrimientos más relevantes para la supervivencia humana: la distinción de los grupos sanguíneos.
“Cada glóbulo rojo lleva una etiqueta en su superficie, como si fueran etiquetas de identidad. Si tienes grupo A, tienes la etiqueta A. Si eres B, llevas la etiqueta B. Si eres AB, llevas las dos. Y si eres cero, no llevas ninguna. Hasta ahí todo bien. El problema aparece cuando tu sistema inmune detecta una etiqueta que no es la tuya. Porque cuando eso pasa, ataca. Y ese ataque puede ser brutal. Coagulación, destrucción celular, fallo multiorgánico...”, expresaba.


