Inés Moreno, traumatóloga: “Una simple letra, invisible a simple vista, decide si una transfusión de sangre te salva o te mata”
'Traumatóloga Geek'
La divulgadora explica los orígenes de la división en grupos sanguíneos
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Inés Moreno, traumatóloga
El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, con frecuencia es el propio cuerpo el que sigue sorprendiéndonos, con capacidades más allá de nuestra comprensión.
Un hecho que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de crónicas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, la divulgadora se centraba en uno de los descubrimientos más relevantes para la supervivencia humana: la distinción de los grupos sanguíneos.
“Si te dijera que durante años la gente murió por una razón invisible que estaba en su propia sangre. Una razón que nadie conocía hasta que un médico decidió mirar más allá. Año 1900. Las transfusiones de sangre empezaban a hacerse en los hospitales. Algunos pacientes mejoraban, otros entraban en shock. Con fiebre, vómitos, incluso dificultad para respirar. Y morían a los pocos minutos. La causa nadie tenía ni idea. La sangre parecía la misma para todos. Roja, líquida, vida”, contaba.
“Pero entonces apareció Karl Landsteiner, un médico austriaco con una obsesión, entender por qué unos sobrevivían y otros no. En su laboratorio mezcló sangre de diferentes personas y ahí lo vio. En algunos casos los glóbulos rojos se pegaban entre sí, como si se reconocieran y se rechazaran. Este fenómeno se llama aglutinación. Lo que Landsteiner descubrió fue simple y revolucionario. La sangre no es igual para todos”, sumaba.
Un paso trascendental
“Cada glóbulo rojo lleva una etiqueta en su superficie, como si fueran etiquetas de identidad. Si tienes grupo A, tienes la etiqueta A. Si eres B, llevas la etiqueta B. Si eres AB, llevas las dos. Y si eres cero, no llevas ninguna. Hasta ahí todo bien. El problema aparece cuando tu sistema inmune detecta una etiqueta que no es la tuya. Porque cuando eso pasa, ataca. Y ese ataque puede ser brutal. Coagulación, destrucción celular, fallo multiorgánico...”, añadía.
“¿Te das cuenta de lo que esto significa? Una simple letra, invisible a simple vista, decide si la transfusión te salva o te mata. Gracias al trabajo de Landsteiner nacieron los grupos sanguíneos. A, B, AB y Cero. Y con él, la posibilidad de hacer transfusiones seguras. Este descubrimiento salvó y sigue salvando millones de vidas. Imagina que hoy día alguien no supiera su grupo”, concluía.

