Javier de Haro, psicólogo infantil: “A veces se nos escapan frases que pueden doler a nuestros hijos y que pueden dejar unas huellas invisibles que pesarán mucho”

Consejos útiles

Hay frases muy concretas, y por desgracia habituales, que minan la autoestima y la seguridad del niño

Un padre regañando a su hijo

Javier de Haro, psicólogo infantil: “A veces se nos escapan frases que pueden doler a nuestros hijos y que pueden dejar unas huellas invisibles que pesarán mucho”

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El psicólogo infantil Javier de Haro ha reflexionado, en uno de sus últimos videos subidos a redes sociales, sobre una cuestión clave en la educación emocional de los niños: el impacto de las palabras. A través de su experiencia clínica y divulgativa, advierte de que muchas frases que los padres repiten de forma automática pueden convertirse en una forma de abuso emocional, aunque no exista intención de dañar.

Hay algunas frases que se pueden considerar abuso emocional 

“A veces se nos escapan frases que pueden doler a nuestros hijos… y no solo doler, también dejar unas huellas invisibles que pesarán mucho”, afirma Javier De Haro. Estas expresiones no se dicen “porque queramos hacer daño, sino porque somos humanos, porque nos las decían cuando éramos pequeños, porque nos salen solas o porque sabemos que así van a parar”. El problema, añade, es que “sin darnos cuenta, las repetimos de forma inconsciente una y otra vez”.

Para el psicólogo, el primer paso es tomar conciencia. “Ser conscientes de estas cuestiones es fundamental para intentar evitarlas”, señala. Y propone tres ideas prácticas para lograrlo. “¿Te has dado cuenta de que cuando más las decimos es cuando estamos nerviosos, cansados o superados? Si estamos así, ser capaces de no responder de forma instintiva es vital, y para eso una frase como ‘cuando estemos más calmados hablaremos’ ayuda mucho”.

Tiempo de calidad padres e hijos

Hay que ir con cuidado con la connotación que tienen las frases que decimos a nuestros hijos

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De Haro recomienda también la humildad y la reparación cuando se cometen errores. “Se te escapará alguna, pero apelar al amor hacia nuestro hijo y a nuestra ambición por ser los padres que nuestros hijos necesitan nos permitirá pedirles perdón, reparar y buscar alternativas para no caer la próxima vez”. Además, propone algo poco habitual: implicar a los propios niños en el proceso. “Dile también a tus hijos que si algún día se la vuelves a decir, te lo recuerden: ‘Papá, no me digas eso’. Eso también es enseñarles a poner límites y a defender su voz y su dignidad. Eso es educar”.

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El especialista insiste en que “el contexto importa”, ya que las palabras pueden tener distintos significados según la intención. Sin embargo, advierte de que muchas veces estas frases “se usan para cortar, controlar, que nos hagan caso a cualquier precio o asustar… y ahí es donde pueden convertirse en un abuso emocional”.

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Entre las expresiones más dañinas, cita diez que los padres repiten sin pensar: “‘Yo sí que te voy a dar motivos para seguir llorando’, ‘porque yo lo digo y punto’, ‘qué dramático eres, no exageres más’, '¿Sabes que hay niños que están mucho peor que tú y no se quejan?', 'Eres igualito que tu padre/madre', ‘si no te gusta esto, ¿quieres que te busque otra familia y te vas?’, 'Si haces estas cosas no te voy a querer', 'Mira lo que me haces hacer, que a mí no me gusta pegarte/gritarte/insultarte', '¿Ves como tu hermano nunca se queja?' o 'Siempre estás igual, de verdad, todo el tiempo molestando'”. 

Todas ellas, explica, minan la autoestima y la seguridad del niño. “Repetirlas sin darnos cuenta puede dejar huellas profundas e invisibles en nuestros hijos”, concluye De Haro, quien defiende una educación consciente “desde el respeto y la responsabilidad de romper patrones aprendidos”.

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