Izanami Martínez, antropóloga, cuenta su experiencia en un psiquiátrico: “Tiene una parte de cárcel, de puertas que se cierran, cámaras... pero ahí vi que estaba bien ponerme en manos de otras personas”

Experiencias de vida

Izanami Martínez, antropóloga

Izanami Martínez, antropóloga, cuenta su experiencia en un psiquiátrico: “Tiene una parte de cárcel, de puertas que se cierran, cámaras... pero ahí vi que estaba bien ponerme en manos de otras personas”

La depresión es uno de los problemas de salud mental más graves del siglo XXI. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que más de 280 millones de personas en el mundo viven con esta enfermedad, que es actualmente la principal causa de discapacidad y, en muchos casos, de muerte entre jóvenes. Pese a ello, los estigmas persisten: se habla de “animarse con paseos”, “salir al sol” o “superarlo con fuerza de voluntad”, subestimando la complejidad biológica y psicológica del trastorno.

En este contexto, la antropóloga Izanami Martínez decidió compartir su vivencia personal en un psiquiátrico, un testimonio que desafía los prejuicios habituales sobre estos entornos y sobre cómo se aborda la salud mental. Su relato, difundido en un vídeo del podcastviral que supera las 100.000 visualizaciones, muestra tanto la crudeza como la humanidad que pueden encontrarse en lugares que muchos perciben únicamente como fríos o restrictivos.

Entre la rigidez y la comunidad

“Es la principal causa de muerte entre jóvenes ahora mismo en España y en gran parte del mundo”

Martínez recuerda que su ingreso fue consecuencia de no haber podido regular su estado de ánimo mediante métodos convencionales: “La gente que te dice que la depresión se cura con paseos o flores de vaca no ha tenido depresión en su vida. Es una enfermedad biológica. Y es mortal. De hecho, es la principal causa de muerte entre jóvenes ahora mismo en España y en gran parte del mundo”.

Izanami Martínez, antropóloga, cuenta su experiencia en un psiquiátrico: “Tiene una parte de cárcel, de puertas que se cierran, cámaras... pero ahí vi que estaba bien ponerme en manos de otras personas”

Izanami Martínez, antropóloga, cuenta su experiencia en un psiquiátrico: “Tiene una parte de cárcel, de puertas que se cierran, cámaras... pero ahí vi que estaba bien ponerme en manos de otras personas”

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El psiquiátrico, según relata, tenía una parte que “parecía cárcel”: puertas que se cerraban, cámaras en todas partes, restricciones sobre objetos personales y alimentos que debían consumirse tal cual se servían. Sin embargo, en medio de esas reglas estrictas, encontró un aprendizaje inesperado. “Ahí vi que estaba bien ponerme en manos de otras personas”, confiesa, destacando que la experiencia le enseñó la importancia de la confianza y del acompañamiento, incluso en circunstancias difíciles.

Lo más humano del relato de Martínez surge de los vínculos que estableció con otros pacientes. A pesar de la diversidad y las diferencias, formaron una pequeña comunidad: “Tengo un grupo de WhatsApp con los amigos que hice en el psiquiátrico. Estaba prohibido, pero lo hicimos. Fue muy bonito”. Este tipo de redes de apoyo son fundamentales en la recuperación, como señala un estudio publicado en The Lancet Psychiatry, que evidencia que el acompañamiento social y la integración en grupos de apoyo contribuyen significativamente a la mejora del bienestar emocional y a la disminución de recaídas en personas con depresión severa.

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“Es la principal causa de muerte entre jóvenes ahora mismo en España y en gran parte del mundo”

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Martínez también destaca la importancia de su fe como herramienta de resiliencia. “Tu cerebro no distingue entre lo que piensas y lo que sucede. Saber que mi futuro y el de mi familia está en manos de Dios me permite vivir con tranquilidad, confiando en que pase lo que pase será lo mejor posible”, reflexiona. 

Su recuperación médica también fue rápida. Según dice, salió del psiquiátrico en noviembre del año pasado con ocho pastillas diarias y en pocos meses logró reducir su medicación a una sola, combinando tratamiento farmacológico, terapia y estrategias personales de autocuidado y fe.

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El testimonio de Izanami Martínez muestra que detrás de cada diagnóstico hay una persona con miedos, dudas y esperanzas. Además, su experiencia en el psiquiátrico demuestra que incluso en espacios estrictos y controlados es posible encontrar apoyo, empatía y conexiones auténticas. 

Más allá de la medicación y las terapias, su historia recuerda que aceptar ayuda, confiar en otros y en uno mismo puede ser el primer paso hacia la recuperación, y que la depresión no es una cuestión de fuerza de voluntad, sino un proceso que merece comprensión y acompañamiento.

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