Ferrero: Tu hija es tu yo anulado, te saca de quicio.
Darnos cuenta
El fenómeno del espejo ilustra cómo reconocemos aspectos de nosotros mismos en otras personas; este mismo concepto se extiende a las hijas, y la psicóloga Amparo Ferrero expone la razón fundamental de su influencia en nuestra psique.

Amparo Ferrero, terapeuta

“Lo que reflejas es justo lo que te toca mirar”, relata la terapeuta Amparo Ferrero en sus plataformas de redes sociales. La transferencia de traumas de una generación a la siguiente, de padres a hijos, constituye una de las causas que más pueden entorpecer los vínculos familiares. De hecho, conforme al estudio Intergenerational Transmission of Trauma: The Mediating Effects of Family Health, esta propagación de traumas entre generaciones impacta de manera directa en la gestión emocional, la vinculación afectiva y la susceptibilidad, tanto de los descendientes, como del método de crianza.
“Las hijas pueden llegar a expresar, en su comportamiento y en su manera de poner límites y mostrar enfado, conflictos emocionales y patrones relacionales que están vinculados con la historia emocional no resuelta de sus madres y con lo que en su familia fue permitido o prohibido expresar”, añaden desde la investigación.

Según Ferrero, muchas madres experimentan una irritación especial hacia sus hijas, lo cual está intrínsecamente ligado a su propia psique. Esta proyección sobre ellas se relaciona con el “la niña que fui y anularon”, un escenario que impacta la dinámica de las relaciones maternofiliales.
Los descendientes se convierten en un reflejo de las cuestiones pendientes de sus progenitores.
El Centro Bowen de Estudios Familiares explica que estas proyecciones transforman al hijo en un escenario donde se manifiestan asuntos pendientes de los progenitores. Estas representaciones del hijo suelen molestar a los padres, al estar intrínsecamente vinculadas a ellos, tal como expone la terapeuta Amparo Ferrero. “Es en estas cosas cuando debemos analizar por qué nos molestan tanto”, detalla en sus plataformas sociales.

Así, aceptarlo es por donde empieza el verdadero cambio. “Todo lo que enterraste para sobrevivir, ella lo saca sin pedir permiso”, cuenta la especialista. Y es que esta puede ser una situación incómoda, pero es el motor hacia una versión mejorada.
La terapia conjunta puede mejorar el vínculo madre-hija para cerrar estas heridas. “Se trabajan de forma explícita la mentalización (pensar sobre lo que uno siente y lo que siente el otro) y la regulación emocional, consideradas rutas clave para que el padre/madre deje de reaccionar de forma automática y pueda sostener mejor las emociones del hijo”, concluyen desde Impact.
