Dos ciudades. Seis museos. Mares y canales. Fotos y cuadros. Amsterdam y Rotterdam. Y no, esto es una competición, más bien una batalla de flores. A ver quién luce más, si la ciudad de la tradición y el encanto que suena a clavicémbalo, y que este año cumple 750 de historia, o la urbe arrasada en la II guerra mundial y redibujada por los mejores arquitectos del mundo.
Dos realidades cambiantes
Rotterdam, arrasada en la guerra, es el jardín de edificios de autor. Amsterdam es la Venecia del norte convertida en una Venecia de verdad, abarrotada
Una está inundada por turistas, la otra, que no se inunda aunque esté bajo el nivel del mar... va camino. Los dos polos opuestos de los Países Bajos se atraen y añaden más músculo artístico, histórico y arquitectónico a un país que va sobrado de Rembrandts, Van Goghs, Vermeers, Van Eycks y Karel Appels.

Una litografía de Paramaribo, la capital de la antigua Guyana Holandesa, hoy Surinam, obra de J.E. van Heemskerck van Best
En capítulos anteriores, Amsterdam puso al público en pie con The Eye, el museo dedicado al cine, una nave espacial blanquísima rodeada del gris del cielo y del mar, por fuera celestial, por dentro deliciosa y espectacular, un Nautilus que ha salido a flote.
Y, por su parte, Rotterdam desencajó la mandíbula de quienes se toparan con el Depot, popularmente conocido como el Florero, que es el almacén del Bojmans van Beuningen, una enorme taza de té plateada, coronada con árboles, obra del reconocido equipo MVRDV, y que sigue causando sensación por su vestido metálico y por sus interiores con sus escaleras cruzadas. Un poco como las de Piranesi, un poco como las que cambian de sentido en Hogwarts, la escuela de magia en Harry Potter.

El Museo Portlantis, que juega a la estética de Lego, abrirá junto al frente marítimo de Rotterdam
En pocos meses de diferencia las flotas de una y otra ciudad han sacado todos sus cañones de confeti y de prodigio de la ingeniería (este es el país donde los ingenieros hacen milagros) para ver quien gana a inventiva. Resultado final después de prórroga y penaltis… usted gana. Amsterdam 3-Rotterdam 3.
La ciudad del Rijksmuseum, del Moco, del Van Gogh, del Stedelijk, los cuatro en raya, emergen tres nuevos espacios. El primero, es el ZAMU, a nueve km de la ciudad y en plena área metropolitana, Zaan, impulsa el arte contemporáneo en el Hemburg, la planta industrial que durante más de 100 años colgó el cartel de no trespassing porque era allí donde se fabricaban y guardaban las municiones del ejército holandés.
Amsterdam
El colectivo artístico Drift, estrenará un museo para mostrar su obra: la reforma es obra del donostiarra Javier Zubiria
El segundo, es el Suriname, que honra la tradición, pictórica e histórica del país que antes fue colonia, la Guyana holandesa. El tercero en concordia tiene otro nombre pegadizo para un museo, el Drift, que abrirá en la Van Gendt Hallen, una antigua catedral industrial de vidrieras y de cinco naves, construida en 1898 para la manufactura de trenes… y milagrosamente salvada de la piqueta.
El museo lleva el nombre del famoso colectivo de artistas del mismo nombre que ha asombrado al mundo con sus instalaciones lumínicas. Las obras para adecuar el museo (que ocupa 8.000 de los 25.000 metros cuadrados totales las ha llevado a cabo el zU-Studio del arquitecto donostiarra Javier Zubiria.

Museo de fotografía: retrato de 1846 de una pareja casada, Johannes Ellis and Maria Louise de Hart, en Paramaribo, obra atribuida bien a Riker, bien a Thompson
Zubiría está entusiasmado del proyecto que le ha tocado en suerte (en realidad por sus méritos y su trayectoria). Ha trabajado en México y otros países americanos con su estudio. “Estoy muy contento con el proyecto porque por primera vez los artistas de Drift tendrán el espacio adecuado para mostrar obras que en otros sitios no cabían. Las cinco naves están junto al mar. Los visitantes que lleguen a la ciudad en tren podrán coger un barco y atracar justo en la puerto”.

Una vista parcial con el techo de metal ondulado del museo Fenix de Rotterdam, que se dedicará a la memoria y a la inmigración
En Rotterdam no saltan edificios de arte y ensayo, pero tampoco sobran. Ha tardado pero el edificio del museo Fenix, centrado en explicar los flujos de emigración al y del país, es uno de los más espectaculares del siglo XXI. Está cerca de la vieja sede de la Amerikan Line, uno de los pocos inmuebles que las bombas respetaron y que era la compañía que llevó a miles de personas en busca del sueño americano.
El Portlantis es un nuevo centro de visitas del puerto de la ciudad, uno de los más importantes del mundo, que recuerda a una construcción gigante de Lego. Rotterdam remata su nueva oferta con uno de los museo de fotografía más extensos del mundo, el Museo Nacional. Este centro complementa al Kuntshal, museo de arte contemporáneo con muestras y artistas de altos vuelos.
Por el Kuntshal desfiló hace poco un tal Ai Weiwei, en persona y en forma de escultura en la celda donde le tuvo detenido el régimen chino. Quedan lejos los días en que se decía que Rotterdam no merecía una visita. Ahora es rica y sexy. Y también lejos los días en que Amsterdam era, de manera figurada, la Venecia del norte. Ahora es una Venecia tan atiborrada como la original. Pero es bella y hay dos o tres cafeterías donde se pueden comer la mejor tarta de manzana del mundo. Y eso sí que es arte en mayúsculas.