Las tendencias de moda que llegarán este 2026
Análisis
El próximo año será el momento de la búsqueda de la propia identidad a través de lo místico, del retroceso del poder del 'influencer' y de la vuelta a la calma en la industria

Una modelo posa en el desfile de Iris Van Herpen alta costura otoño/invierno 2026
En un mundo acelerado, marcado por la prisa, la sobreinformación y la presión constante, la sociedad se halla profundamente desconectada de sí misma. El 2026 será el año de la búsqueda de la propia identidad a través de la mística en lo etéreo y la serenidad en lo corpóreo. La primera nace del deseo de embellecer y elevar el alma.
La camisa blanca se erige como un lienzo de clarividencia y de máxima expresión de la pureza. La paloma se transforma en guía hacia lo sagrado en la ardua búsqueda de conocerse a uno mismo y diferenciarse. Lo vemos en la música con voces como Rosalía o Judeline, y en la moda con la personalización y la búsqueda incansable en los archivos históricos de las firmas.

Las grandes lazadas simbolizan la unión de la ropa y el cuerpo
El lujo ya no entiende de tendencias, sabe de personalidad. Lo anticipó el nuevo Balenciaga de Pierpaolo Piccioli. El vestido Sack, diseñado por Cristóbal en los años cincuenta, fue un punto de partida y llegada para el creativo, que lo rescató de los archivos para reinventarlo. Jonathan Anderson recuperó de forma magistral la silueta más emblemática de Dior, el new look. Vestidos etéreos, de una belleza casi celestial, que evocan al espíritu místico y nostálgico que reinará este 2026.

Como explora The New Yorker en el reportaje “La guerra de los bolsos”, las marcas seguirán tirando de carrete para dar con el modelo de la temporada. Fendi recuperó el icónico Baguette; Ferragamo, el Soft-bag, y el Dior de Anderson reinterpretó el Book Tote para homenajear las obras literarias más memorables de la historia. La mística etérea encuentra también respaldo y coherencia en la línea curva, un patrón en el que no hay cortes y la identidad fluye sin fisuras. En la moda lo veremos en siluetas que abrazan la figura. Las grandes lazadas presentes en blusas y camisas simbolizan la unión de la ropa y el cuerpo, como corrobora la última tesis del comisario jefe de la próxima exposición de la gala Met Costume Art, Andrew Bolton.

Bajo esa mirada reflexiva, el orden y la serenidad se postulan como un bálsamo medicinal. Volver a tomar contacto con la tierra deja de ser una alegoría para convertirse en una realidad: bajar del tacón para danzar subidas a un par de bailarinas. Las zapatillas de suela moldeable, como las sneakerinas de Louis Vuitton, permiten a una moverse con gracia y fluidez. Un baile que invita a desviarse del patrón que marca el asfalto y deja brotar una creatividad adormecida por culpa de las pantallas.
Con reels infinitos, en la vida real el consumidor busca contingencia. La moda es consciente y por ello el punto de venta físico se moldea para convertirse en un oasis de calma, con pequeñas píldoras de producto y un meticuloso a la vez que placentero orden.


El calzado estrella del 2026
La 'sneakerina' de Louis Vuitton
Esa misma moderación se percibe en el front row de las pasarelas. Las firmas de lujo reducen su aforo y criban la lista de invitados, entre los que ya no hay rastro de influencers, para centrarse en el cliente fiel y en el referente. El juego de sillas protagonizado por los directores creativos plantea una incertidumbre. ¿Dónde comienza la identidad del diseñador y dónde la de la marca? Tras un septiembre marcado por el mayor número de debuts en la historia de las semanas de la moda, la incógnita empezará a resolverse a finales de enero en París.

Porque si estos meses han servido para que las principales casas pongan orden de puertas para dentro, los que vienen serán decisivos para enfrentar resultados. Aun así, el sector cierra el año con un tono más optimista. Tras registrar en el 2024 su primera caída en ventas en quince años, vislumbra una cierta estabilización. Según el estudio anual de Bain y AltaGamma Luxury goods worldwide market study, la industria del lujo cerrará el 2025 con un gasto mundial del consumidor de 1,44 billones de euros.

Una cifra prácticamente idéntica a la del año pasado, pero “con una trayectoria de mejora secuencial que se espera que se prolongue hasta el próximo año”.
