Mike Tyson no solo fue el boxeador más temido de su generación. También fue, en muchos sentidos, una anomalía: una máquina de demoler rivales con la disciplina de un atleta olímpico... y la merienda de un niño. “Antes de cada pelea, una hora antes más o menos, me tomaba una chocolatina con zumo de naranja. Así me daba un chute de azúcar antes de subir al ring”, confesó el excampeón mundial en una entrevista con GQ en 2019.
Un gancho de azúcar antes del primer asalto
Tyson confiesa que su impulso antes del combate venía más del azúcar que de la adrenalina
Sí, chocolate y zumo. La combinación suena más a recreo que a vestuario profesional, pero para el joven Tyson, con apenas 20 años cuando se convirtió en el campeón mundial de los pesos pesados más joven de la historia, esa mezcla cumplía una función precisa: encender el motor. Y vaya si lo hacía.

Mike Tyson, con el cinturón del WBC tras vencer por KO técnico a Trevor Berbick en el segundo asalto (Las Vegas, 1986)
Tyson debutó como profesional en 1985. Solo un año después, tumbó a Trevor Berbick y se coronó campeón con 20 años, 4 meses y 22 días. Durante su etapa más salvaje, encadenó 28 victorias seguidas y 24 de ellas por KO, muchas en el primer asalto. Se convirtió en un vendaval imparable. Su dieta, aparentemente sencilla —”un filete, algo de verdura y luego el chocolate con zumo”— no impidió que su cuerpo fuese una bomba de velocidad, potencia y furia.
La prensa de la época, los rivales y los aficionados tenían claro que ‘Iron Mike’ salía a buscar la destrucción desde el primer segundo. “Tenía el poder para noquearte en cualquier momento. Era como una dinamita a punto de explotar”, recordó Evander Holyfield, uno de sus grandes oponentes.
Pero el ascenso meteórico tuvo su frenazo. En 1990, Buster Douglas le robó el trono en una de las mayores sorpresas del boxeo moderno. Años más tarde, en 1996, Tyson lo recuperó momentáneamente tras vencer a Frank Bruno, aunque ya no era el mismo. Se retiró oficialmente en 2005, tras una última derrota ante Kevin McBride.
Sin embargo, en 2024 sorprendió al mundo con un anuncio inesperado: volvería a pelear a los 58 años. No lo haría frente a otro veterano, sino contra Jake Paul, el youtuber reconvertido en boxeador. El combate, emitido en directo por Netflix, fue un espectáculo más mediático que deportivo. A pesar de la diferencia generacional —31 años entre ambos— y del pobre rendimiento del excampeón, el evento fue un éxito de audiencia: 60 millones de hogares lo vieron en la plataforma y más de 72.000 personas lo presenciaron en directo en el AT&T Stadium de Arlington, Texas.