Dr. Paulo Valderrama, cardiólogo pediatra: “El tiempo frente a las pantallas se asocia directamente a un aumento del riesgo cardiovascular y metabólico en niños y adolescentes”

Salud infantil

Los expertos alertan sobre el vínculo entre los hábitos digitales y el desarrollo de enfermedades cardiometabólicas en la infancia

David Horner, investigador en la Universidad de Copenhague: “Limitar el tiempo de pantalla durante la infancia y la adolescencia podría proteger la salud cardíaca y metabólica a largo plazo”

Dr. Paulo Valderrama es cardiólogo pediatra

Dr. Paulo Valderrama es cardiólogo pediatra

Dr. Paulo Valderrama

El uso excesivo de pantallas (tabletas, móviles, televisores o videojuegos) se ha convertido en una constante en la rutina diaria de muchos niños y adolescentes. Lo que en principio parece una forma inofensiva de entretenimiento o incluso de aprendizaje, comienza a preocupar a la comunidad médica por sus efectos a largo plazo.

Uno de los más tajantes en advertirlo es el doctor Paulo Valderrama, cardiólogo pediatra de la Universidad de Los Andes, quien afirma con contundencia: “El tiempo frente a las pantallas se asocia directamente a un aumento del riesgo cardiovascular y metabólico en niños y adolescentes”. Una afirmación que está respaldado por evidencias clínicas y estudios recientes que dibujan un escenario complejo si no se toman medidas a tiempo.

Cambios físicos y metabólicos desde edades tempranas

Según Valderrama, el problema no es sólo la pantalla como objeto, sino las conductas que agrupa: “mayores niveles de sedentarismo, una alimentación más hipercalórica y de menor calidad nutricional, aumento del porcentaje de grasa corporal, del colesterol y de la resistencia a la insulina”, enumera. Es decir, una cadena de hábitos poco saludables que, con el paso del tiempo, pueden desembocar en enfermedades crónicas.

El médico también señala que este estilo de vida digital reduce drásticamente la actividad física, con consecuencias preocupantes como la pérdida de habilidades motrices y de fuerza muscular. Esto, a su vez, repercute en la rigidez arterial, la aparición de hipertensión e incluso en la manifestación del síndrome metabólico en edades cada vez más tempranas.

Además, hay un impacto menos visible pero igual de importante: la calidad del sueño. “La pantalla afecta tanto la calidad como la cantidad del sueño reparador”, advierte Valderrama. “Y eso deriva en un círculo vicioso: al dormir peor, al día siguiente el niño está más inactivo, y vuelve a conectarse con más pantallas”.

Investigadores daneses del estudio publicado en Journal of the American Heart Association, del que se hace eco la Agencia Sinc, han seguido durante años a más de mil menores y han identificado un patrón claro: cada hora adicional frente a una pantalla aumenta el riesgo cardiometabólico a través de indicadores como la presión arterial, el perímetro abdominal, el colesterol HDL o los niveles de glucosa.

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Limitar el tiempo de pantalla durante la infancia y la adolescencia podría proteger la salud cardíaca y metabólica a largo plazo. Los datos son reveladores: en adolescentes de 18 años, el uso diario se sitúa ya en 6,1 horas. El estudio calcula que alrededor del 12% del vínculo entre pantallas y riesgo cardiometabólico se explica por un sueño más corto o de peor calidad. Esto refuerza la idea de que pequeñas decisiones cotidianas, como dejar el móvil fuera del dormitorio, pueden tener un beneficio considerable.

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