Immanuel Kant, filósofo alemán del siglo XVIII, marcó una era en la filosofía moderna con reflexiones que aún hoy siguen vigentes. Una de sus citas más célebres, “Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”, sintetiza su visión sobre la percepción de la realidad y la manera en que la mente humana filtra y organiza las experiencias.
Según Kant, no observamos un mundo objetivo tal cual es, sino que lo percibimos a través de nuestras propias estructuras mentales, experiencias y creencias. Lo que la conciencia capta son los “fenómenos”, que pueden diferir de la “cosa en sí” o noúmeno, es decir, la realidad independiente de nuestra percepción.
Interpretación subjetiva de cada evento
La mente, según Kant, no es un lienzo en blanco; más bien, es un filtro activo que da forma a lo que experimentamos. Conceptos innatos como el espacio y el tiempo organizan la información recibida, mientras que nuestra historia personal, conocimientos y vivencias moldean la interpretación subjetiva de cada evento.
Por ejemplo, dos personas pueden presenciar la misma situación y comprenderla de manera diferente, ya que sus mentes aplican categorías y experiencias distintas para procesar la información.
Esta concepción revolucionó la epistemología al sugerir que el conocimiento humano está siempre condicionado por la propia percepción y que acceder a una realidad completamente objetiva es imposible.
Grabado del filósofo Immanuel Kant
Kant dedicó su vida a enseñar a pensar de manera autónoma, cuestionando dogmas y promoviendo la razón crítica. Su obra más influyente, Crítica de la razón pura, desafió tanto al empirismo como al racionalismo, proponiendo un enfoque en el que la filosofía debía examinar las condiciones de posibilidad del conocimiento y no limitarse a acumular información.
Para Kant, el conocimiento previo era un punto de partida necesario, pero el pensamiento crítico y la reflexión autónoma eran esenciales para entender el mundo y la naturaleza del hombre.
¿Quién era Immanuel Kant?
Nacido en 1724 en Königsberg, Prusia Oriental, Kant recibió una educación estricta y religiosa que marcó su infancia. Ingresó a la Universidad Albertina de Königsberg a los 16 años para estudiar filosofía y ciencias, aunque debió interrumpir sus estudios formales tras la muerte de su padre.
Siguió su aprendizaje de manera autodidacta y más tarde trabajó como profesor privado durante 23 años, impartiendo filosofía, matemáticas, ciencias naturales y ética.
En sus últimos años, Kant sufrió problemas de salud derivados de arterioesclerosis cerebral y de un ritmo de vida exigente. Pese a ello, continuó escribiendo hasta poco antes de su fallecimiento el 12 de febrero de 1804, en la misma Königsberg donde había nacido.
Su legado, enfocado en la percepción, la razón y la autonomía del pensamiento, sigue siendo fundamental en la filosofía moderna y la teoría del conocimiento.

