Con el fallecimiento de la doctora Jane Goodall, el mundo ha perdido a una gigante de la conservación. Pero sus logros extraordinarios dejan un legado profundo.
Goodall fue una de las principales expertas mundiales en comportamiento animal y una defensora del medioambiente y la conservación reconocida globalmente. Alcanzó todo esto en una época en la que las mujeres eran habitualmente marginadas o ignoradas en la ciencia.
Su trabajo con los chimpancés demostró que era erróneo suponer que solo los humanos utilizaban herramientas. Nos mostró que los animales expresan emociones como el amor y la tristeza, y que poseen personalidades individuales.
Goodall nos enseñó que los científicos pueden expresar sus emociones y valores, y que podemos ser investigadores respetados al mismo tiempo que apasionados defensores y comunicadores de la ciencia. Tras conocer cómo se usaban chimpancés en la investigación médica, alzó la voz: “Llegué a la conferencia como científica y salí de ella como activista.”
Como lo expresó con elocuencia la activista por los derechos de la infancia Marian Wright Edelman: “No puedes ser lo que no puedes ver.” Goodall mostró lo que era posible ser.
Jane Goodall, etóloga.
Una científica histórica
Forjando su propio camino
Goodall tomó un camino poco tradicional hacia la ciencia. El valiente paso de salir al campo con 26 años para realizar observaciones fue apoyado por su madre.
A pesar de realizar descubrimientos pioneros —como el uso de herramientas por parte de seres no humanos—, muchos no la tomaban en serio porque aún no había pasado por la universidad. Hoy en día, las personas que contribuyen con observaciones de fauna son celebradas bajo el concepto de “ciencia ciudadana”.
No puedes ser lo que no puedes ver
Goodall fue un faro en una época en la que la ciencia estaba ampliamente dominada por hombres, especialmente en el trabajo de campo remoto. Pero cambió esa narrativa. Convenció al célebre paleoantropólogo Louis Leakey para que le diera una oportunidad. Primero la contrató como secretaria, pero no pasó mucho tiempo hasta que le pidió que fuera al remoto Parque Nacional de Gombe Stream, en Tanzania. En 1960 llegó allí.
No fue fácil. Hizo falta un gran valor para trabajar en un área aislada, con recursos limitados, junto a chimpancés: una especie que entonces se creía pacífica, pero que hoy sabemos es mucho más fuerte que los humanos y capaz de matar tanto a animales como a personas.
Se cree que Goodall es la única persona aceptada dentro de la sociedad de los chimpancés. Con calma, pero con una determinación constante, ganó su confianza. Estas cualidades le sirvieron no solo con los chimpancés, sino a lo largo de toda su carrera como defensora de la conservación y del cambio social.
Jane Goodall, etóloga.
En Gombe, demostró por primera vez que los animales podían crear y usar herramientas, que tenían personalidades individuales, que expresaban emociones y que poseían una inteligencia y una comprensión mucho mayores de lo que se les atribuía.
Goodall siempre fue una persona vinculada a los animales, y su amor por los chimpancés se inspiró en parte en su juguete Jubilee, un regalo de su padre. Mantuvo lazos estrechos con sus mascotas y extendió esos vínculos a la vida salvaje. Goodall dio nombres a los sujetos de sus estudios, como “David Greybeard”, el primer chimpancé que la aceptó en Gombe.
Algunos sostienen que no deberíamos proyectar una personalidad humana en los animales poniéndoles nombres. Pero Goodall demostró que no solo era aceptable ver a los animales como individuos con comportamientos distintos, sino que además esto ayuda enormemente a establecer conexión y cuidado hacia la fauna silvestre.
Goodall se convirtió en una voz internacional en defensa de los animales. Utilizó su perfil público para fomentar la atención al bienestar animal dentro de la conservación, preocupándose tanto por los individuos como por las especies.
Jane Goodall en mayo de 2025.
Marcando el camino
Una pionera para las mujeres en la ciencia
Con la partida de Goodall, el mundo ha perdido a una de las tres grandes “luminarias ambientales nonagenarias”, en palabras de la coautora Vanessa Pirotta. Las otras dos son el naturalista y documentalista Sir David Attenborough, de 99 años, y la célebre bióloga marina doctora Sylvia Earle, de 90.
Goodall nos mostró que las mujeres pueden ser científicas pioneras y comunicadoras reconocidas, además de madres. Compartió su trabajo de formas accesibles para todas las generaciones, desde documentales de National Geographic hasta podcasts de moda.
Cada uno de nosotros importa, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar y cada uno de nosotros marca la diferencia cada día
Su visibilidad animó a niñas y mujeres de todo el mundo a ser valientes y a seguir sus propios caminos. La historia de Goodall inspiró directamente a varios de los autores de este artículo.
La coautora Marissa Parrott tuvo el privilegio de hablar con Goodall en varias ocasiones durante sus visitas al zoológico de Melbourne y en sus giras mundiales. La historia de Goodall fue una inspiración directa para el propio trabajo de campo remoto e internacional de Parrott, respaldado por su madre al igual que la madre de Goodall la apoyó a ella.
Ambas sobrevivieron a la malaria, que también mata a chimpancés y gorilas. Goodall defendió durante mucho tiempo el enfoque One Health, reconociendo que la salud de las comunidades, la vida silvestre y el medioambiente están interconectados.
La coautora Zara Bending trabajó y viajó junto a Goodall. La experiencia demostró cómo los conservacionistas podían ser defensores poderosos a través de la narración de historias, y cómo nuestras acciones revelan quiénes somos. Como dijo una vez Goodall: “Cada uno de nosotros importa, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar y cada uno de nosotros marca la diferencia cada día.”
Nueva edición de 'Mujeres de Ciencia'.
Más allá de la ciencia
Del suelo del bosque a icono global
Goodall sabía que la conservación tiene tanto que ver con las personas como con la vida silvestre y los espacios naturales. Diecisiete años después de iniciar su innovadora investigación en Gombe, Goodall fundó el Instituto Jane Goodall con la misión de proteger la fauna y los hábitats a través de la participación de las comunidades locales.
La red global de su instituto hoy se extiende por cinco continentes y continúa su legado de conservación centrada en la comunidad. Los investigadores llevan ya 65 años estudiando a los chimpancés de Gombe.
Solo si entendemos, podremos preocuparnos. Solo si nos preocupamos, ayudaremos. Solo si ayudamos, todos seremos salvados
Goodall pasó del trabajo de campo a convertirse en un icono mundial de la conservación, viajando regularmente más de 300 días al año. Observó a muchos jóvenes, de distintas culturas y credos, que habían perdido la esperanza en su futuro frente a la destrucción ambiental y climática.
Como respuesta, en 1991 fundó una segunda organización, Roots & Shoots. Su objetivo era: “Fomentar el respeto y la compasión por todos los seres vivos, promover la comprensión de todas las culturas y creencias, e inspirar a cada individuo a actuar para hacer del mundo un lugar mejor para las personas, los demás animales y el medioambiente.”
El año pasado, Roots & Shoots estuvo activa en 75 países. Su labor es un testimonio del mantra de Goodall: encontrar la esperanza en la acción.
Todos podemos aportar nuestro granito de arena
Proteger la naturaleza cerca de casa
Uno de los atributos más notables de Goodall fue su empeño en dar a las personas el poder de actuar allí donde estuvieran. Sin importar dónde vivieran o a qué se dedicaran, ella les ayudó a comprender que podían ser parte de la solución.
En un mundo cada vez más ocupado y urbanizado, es más fácil que nunca sentirse desconectado de la naturaleza. En lugar de presentarla como un concepto lejano, Goodall la convirtió en algo que todos podían experimentar, cuidar y apreciar.
Nos mostró que no era necesario abandonar nuestras vidas cotidianas para proteger la naturaleza: podíamos marcar la misma diferencia dentro de nuestras propias comunidades.
Una de sus frases más célebres sigue siendo tan cierta hoy como cuando la pronunció por primera vez en 1998: “Solo si entendemos, podremos preocuparnos. Solo si nos preocupamos, ayudaremos. Solo si ayudamos, todos seremos salvados.”
Honremos su legado transformador comprometiéndonos a comprender, cuidar y ayudar a salvar a todas las especies con las que compartimos este mundo. Por Jane Goodall.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Euan Ritchie es consejero en el Biodiversity Council, miembro de la Ecological Society of Australia y de la Australian Mammal Society, además de presidente de esta última.
Marissa Parrott trabaja en Zoos Victoria, una organización de conservación sin ánimo de lucro. Zoos Victoria y los zoológicos asociados recaudan fondos para ayudar a financiar al Jane Goodall Institute Australia, Gorilla Doctors y otras organizaciones.
Zara Bending está vinculada al Jane Goodall Institute como experta residente en delitos contra la vida silvestre y derecho internacional.
Kylie Soanes y Marissa Parrott no reciben salarios, ni realizan labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá de los cargos académicos mencionados.





