Un grupo de astrónomos ha sacudido a la comunidad científica con una nueva hipótesis que podría cambiar lo que sabemos sobre nuestro sistema solar. Según un estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, podría existir un mundo aún desconocido, bautizado como Planeta Y, orbitando en los límites más externos del sistema solar, más allá de Neptuno.
Este objeto hipotético, que tendría un tamaño similar al de la Tierra, podría coexistir con otro candidato teórico ya propuesto en 2016: el Planeta Nueve o Planeta X.
Anomalías en el Cinturón de Kuiper
Si ambos fueran confirmados, el número de planetas reconocidos dentro de nuestro sistema se elevaría a diez, lo que supondría una auténtica revolución para la astronomía moderna.
El Cinturón de Kuiper es una región situada en los confines del sistema solar, una especie de anillo gigante formado por cuerpos helados, restos de la formación del sistema solar hace más de 4.500 millones de años, e incluso pequeños planetas.
La búsqueda de mundos ocultos en esta zona no es nueva. Desde el descubrimiento de Plutón en 1930, los astrónomos han especulado sobre la existencia de cuerpos masivos capaces de alterar las órbitas de los objetos más lejanos.
Una recreación del objeto recién descubierto, en el cinturón de Kuiper
Aunque Plutón fue reclasificado como planeta enano en 2006, la idea de un noveno planeta resurgió una década más tarde, cuando Mike Brown y Konstantin Batygin, del Instituto Tecnológico de California, sugirieron que ciertas órbitas irregulares podrían deberse a la influencia de un planeta gigante oculto.
Ahora, un equipo liderado por Amir Siraj, astrofísico de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), afirma haber detectado nuevas anomalías orbitales que apuntan a un cuerpo diferente: el Planeta Y.
Al analizar las trayectorias de 50 objetos del Cinturón de Kuiper, observaron que muchos de ellos presentan una inclinación de unos 15 grados respecto al plano orbital del sistema solar, algo difícil de explicar sin la presencia de un cuerpo adicional que los perturbe.
“Exploramos otras explicaciones posibles, pero todas resultaron insuficientes. La hipótesis de un planeta oculto es la más coherente con los datos”, explica Siraj a CNN.
Según sus cálculos, el Planeta Y sería rocoso, con una masa intermedia entre la de Mercurio y la de la Tierra, y orbitaría a una distancia de entre 100 y 200 veces la que separa la Tierra del Sol.
Dos candidatos muy distintos
Los astrónomos destacan que el Planeta Y sería muy diferente del supuesto Planeta X, que se cree sería un gigante gaseoso con hasta diez veces la masa terrestre. En cambio, el nuevo candidato sería un mundo más compacto, quizás con una atmósfera muy tenue y una inclinación orbital de unos 10 grados. Estas características lo harían extremadamente difícil de detectar, ya que reflejaría muy poca luz solar.
La distancia y el ángulo de inclinación suponen, además, un gran desafío para su observación directa. Aun así, los investigadores confían en que el nuevo Observatorio Vera C. Rubin, en Chile —equipado con la cámara digital más grande del mundo—, pueda ofrecer pistas decisivas en los próximos años.
Prudencia y escepticismo
El entusiasmo, sin embargo, ha sido recibido con cautela por otros científicos. Samantha Lawler, de la Universidad de Regina (Canadá), considera que el estudio es “interesante, pero no concluyente”, ya que se basa en un número limitado de objetos. Por su parte, Patryk Sofia Lykawka, de la Universidad de Kindai (Japón), ve la hipótesis como “plausible”, aunque advierte que “todavía se necesitan más observaciones y simulaciones”.
Otros investigadores apuntan a que las irregularidades orbitales podrían deberse a otras causas, como planetas errantes capturados por la gravedad solar o incluso efectos gravitatorios desconocidos que la ciencia aún no puede explicar. También existen teorías alternativas que sugieren que el Planeta X podría no ser un planeta, sino un microagujero negro o una región de gravedad anómala.
El futuro de la investigación cósmica
Para confirmar cualquiera de estas hipótesis, los astrónomos deberán detectar directamente estos cuerpos o identificar más objetos del Cinturón de Kuiper que sigan los patrones orbitales previstos. Si el Planeta Y no aparece en las observaciones del Observatorio Rubin en los próximos años, es posible que ambas teorías acaben siendo descartadas.
Por ahora, solo hay una cosa clara: el sistema solar todavía guarda secretos. Cada nueva observación revela un universo más complejo y dinámico de lo que habíamos imaginado. Y mientras los astrónomos continúan explorando los confines del cosmos, la posibilidad de que exista un décimo planeta esperando ser descubierto mantiene viva la fascinación por el espacio y la observación astronómica.
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.

