¿Ha llegado el momento de que los hombres pasemos el testigo de la seducción a las Inteligencias Artificiales? La frase “el mercado está fatal” suena repetidamente entre quienes buscan (buscamos) pareja, y se refiere a la pésima calidad de la piscina de solteros disponibles en la actualidad.
Cuesta identificar exactamente qué está mal con el mercado de hombres cishetero entre los 30 y los 40 años, dado que la lista sería interminable. Por ello, me propuse hacer un experimento: crear un perfil de Tinder usando Inteligencia Artificial y dejarme guiar por su sabiduría por todo el proceso de la seducción.
¿Está la IA preparada para ligar por nosotros? Si tememos que nos quite los trabajos, ¿podría al menos aliviar la carga de conocer a nuestra media naranja? Pero, antes de lanzarme al agua, me pregunté: ¿Hay alguna mujer que haya alzado la voz para saber qué estamos haciendo mal los hombres cishetero?
La periodista y comunicadora Nerea Pérez de las Heras resumió, en el episodio 4x02 del podcast Saldremos Mejores, el sentir de una era. Lo hizo a través de una frase popularizada desde la revisión feminista sobre la masculinidad heterosexual, original del psicólogo Antoni Bolinches: “Las mujeres buscan hombres que todavía no existen y los hombres siguen buscando mujeres que ya no existen”.
Parece que nada es suficiente para reformar el mercado, así que me decidí a dejar de intentarlo y ponerlo en manos de las IA
Se trata de un diagrama de Venn improbable entre un hombre lo suficientemente deconstruido como para no resultar un machista recalcitrante, pero que conserve todo aquello que pueda ser rescatado —si es que quedase algo— de la masculinidad tradicional.
Aun así, parece que nada es suficiente para reformar el mercado, para volver a convertirlo en una charca habitable. Por ello me decidí a dejar de intentarlo y ponerlo en manos de las IA. Quizás los modelos de lenguaje puedan dar las claves para poder encajar en el arquetipo de príncipe azul.
Para este experimento puse a prueba los límites de lo que aplicaciones como Tinder permiten y subí fotos retocadas por IA de mí mismo. Esto era un juego arriesgado porque se ven demasiado perfectas para ser reales.

Captura de Tinder.
También generé una breve descripción de mí mismo que fuese un poco picarona y misteriosa.

Captura de Tinder.
Los resultados superaron mis expectativas. Obtuve más de 30 me gusta en apenas diez días de perfiles muy variados. Al principio, la mayoría eran perfiles falsos o de dudosa procedencia, de los que estas apps también están llenos. Pero, a medida que el perfil iba ganando popularidad, los me gusta no cesaban.

Al parecer, la combinación de fotos hechas por IA, que muestran a un chico en sus treinta con variedad de gustos como ir a la playa, hacer senderismo o ir a conciertos, funcionó lo suficientemente bien para que las usuarias pasaran por alto que las fotos eran demasiado perfectas. Inicié conversación con casi todas las pretendientas y posibles almas gemelas. A pesar de aclarar que buscaba solo diversión a corto plazo, interesé tanto a quienes buscaban algo serio como a quienes querían solo una amistad.
Les escribí tratando de ser lo más educado, atento a los detalles que ellas mismas ponían en su página y… un poco travieso. Traté de escribir con una ortografía cuidada, ayudándome de una Inteligencia Artificial, lo que provocaba que algunas levantaran una ceja de sospecha.

Captura de Tinder.
No es de extrañar que fuera rápidamente descubierto por casi todas las usuarias, y la conversación no durase más allá de unos pocos intercambios después de la revelación de que las fotos no correspondían a la realidad, aunque estuviesen basadas en mis fotos. A pesar de todos mis esfuerzos por tratar de entablar una conversación con ellas y poder llegar a conocernos, la mayoría se sentía engañada y acababa por retirarme el match.

Captura de Tinder.
A medida que me iba sumergiendo en esta nueva ola de “ligoteo” virtual, descubrí que todas estas experiencias encajan bastante bien con los estudios que encontré sobre las dinámicas sociales de aplicaciones para ligar. Según algunos artículos de 2023 realizados por Rosa Márquez y Lucía Espinosa, Tinder refleja un claro desequilibrio: hombres abundan más (60/40) y son menos selectivos. Las mujeres, en cambio, reciben más atención… y más acoso. Ghosting, mensajes sexuales no consentidos y desequilibrio de expectativas son parte del paisaje digital del deseo.
Asimismo, relatan que los usuarios de estas redes sociales experimentan refuerzo de los ideales de belleza sociales y una mayor sensación de inseguridad respecto a la propiocepción corporal. Los usuarios y usuarias se autoobjetivan continuamente, lo que les genera ansiedad y vergüenza sobre su propio cuerpo. En el estudio, los usuarios varones fueron los que más reportaban sentimientos negativos respecto a su complexión física, sensación de frustración y una mayor sensación de sentirse utilizados.
Sentirse como si una estuviera expuesta en un escaparate emocional, donde el aspecto físico determina tu valor, puede resultar muy doloroso si atraviesas un momento de baja autoestima. Es fácil caer en la trampa de preguntarte qué estás haciendo mal, por qué no gustas o por qué la gente deja de hablarte sin motivo aparente. Ese tipo de pensamientos pueden desembocar en problemas como la dismorfia corporal o trastornos de la conducta alimentaria.
En ese estado de vulnerabilidad, resulta tentador aferrarse a discursos que te dicen que tú no tienes la culpa de nada, que el problema es el feminismo, que ha convertido a las mujeres en seres vengativos. Estos mensajes actúan como un bálsamo para una autoestima herida: ofrecen consuelo, un sentido de pertenencia, y refuerzan creencias que pueden terminar alimentando discursos de odio. Unos discursos que, aunque ofrecen certezas reconfortantes, pueden derivar en falsas certezas que propaguen discursos peligrosos.
En mi experiencia durante este experimento, todos estábamos buscando generar una conexión genuina con alguien que pareciera que hemos estado esperando toda la vida
La verdad es que hombres y mujeres quizás no somos tan distintos. Ambos somos seres humanos capaces de la bondad y la maldad. Ambos somos superficiales e inseguros al mismo tiempo. Ambos ansiamos gustar a quien nos gusta y hacemos poco caso a quien no nos gusta. Ambos buscamos no ser el “malo” de esta historia.
En mi experiencia durante este experimento, todos estábamos buscando generar una conexión genuina con alguien que pareciera que hemos estado esperando toda la vida. Quizás, con alguien que reforzara precisamente esos estereotipos y prejuicios que hemos asumido como nuestros, aunque hayan sido importados de televisión o redes sociales.
Mi último pensamiento a este respecto, antes de borrar mi cuenta en todas estas aplicaciones, es que es posible que estemos depositando demasiadas expectativas en encontrar una pareja ideal. Esa que nos saque del pozo de ansiedad e inseguridad al que llamamos vida. Posiblemente, nadie pueda llegar a estar nunca a la altura. Creo que esa es la lección que me llevo de este experimento: tratarme mejor a mí mismo es el camino para ser menos cruel con los demás.