Para muchas personas, el trabajo es simplemente un medio de vida. Para otras, en cambio, se convierte en un propósito mayor, una fuerza que trasciende su propia existencia y que termina moldeando el mundo.
Ya sea por la convicción de estar construyendo el futuro, por una obsesión casi íntima o porque no encuentran interés fuera de ello, hay quienes hacen de su profesión una extensión de su identidad. Ese es el caso de Mira Murati, una de las voces más influyentes en la democratización de la inteligencia artificial.
Mira Murati es conocida como una de las creadoras de ChatGPT, y también como una de las personas que más quieren liderar la revolución que, supuestamente, está generando en todo el mundo. Pero ¿su historia casa con esta repercusión que al parecer debería tener? Vayamos a verlo.
Mira Murati, CEO de Thinking Machines Lab y ex CTO de OpenAI.
De ascenso en ascenso
Una carrera meteórica
Emira Murati (nombre real) nació el 16 de diciembre de 1988 en Vlorë, Albania. Su trayectoria académica excepcional le abrió pronto las puertas de la excelencia internacional: con apenas 16 años obtuvo una beca de United World Colleges para estudiar en el Pearson College, en la isla de Vancouver (Canadá), donde completó el prestigioso Bachillerato Internacional.
Más tarde se trasladó a Estados Unidos, donde cursó un programa dual que le permitió graduarse en 2011 en Liberal Arts por Colby College y, un año después, en Ingeniería por la Escuela Thayer de Dartmouth College.
En 2013, Mira Murati se incorporó a Tesla como directora de producto del Model X
Su carrera profesional comenzó incluso antes de acabar los estudios. Durante el verano de 2011, en un trabajo estacional, trabajó como analista en Goldman Sachs en su filial en Tokio. Tras obtener su grado en Ingeniería, trabajaría como interna en Zodiac Aerospace, una empresa francesa especializada en la producción y desarrollo de sistemas de aeronaves y de seguridad aérea.
No duraría mucho tiempo allí, porque pronto obtendría un trabajo mucho más interesante, que la pondría en una posición de mucho más valor: directora de producto en Tesla, la compañía de coches eléctricos de Elon Musk.
En 2013, Mira Murati se incorporó a Tesla como directora de producto del Model X. El vehículo había sido presentado un año antes, en febrero de 2012, con un diseño firmado por Franz von Holzhausen. Sin embargo, no llegó al mercado hasta 2015 y su recorrido comercial resultó decepcionante.
A pesar de contar con picos de popularidad en 2017 y 2018, el Model X nunca alcanzó las expectativas iniciales y sus ventas se mantuvieron lejos de los grandes éxitos de la marca, aunque su producción continúa hasta hoy.
Tras su paso por Tesla, Mira Murati se incorporó a Leap Motion entre 2016 y 2018. La startup aspiraba a transformar la forma en que interactuamos con los ordenadores: en lugar de ratones o pantallas táctiles, desarrollaba un dispositivo capaz de reconocer los movimientos de las manos y los dedos en el aire para controlar lo que ocurría en la pantalla, sin necesidad de tocar ningún objeto físico.
En 2018 se unió a OpenAI con un cargo de máxima responsabilidad: vicepresidenta de IA Aplicada y Colaboración
La idea atrajo varias rondas de financiación y llegó a ser considerada una de las apuestas más prometedoras en el campo de las interfaces naturales. Finalmente, en 2019 fue adquirida por Ultrahaptics —que pasaría a llamarse Ultraleap— y que todavía hoy mantiene un papel relevante, aunque limitado, en el mercado de los controles de movimiento.
La etapa de Murati en Leap Motion, al igual que en Tesla, no dejó una huella decisiva en la industria tecnológica ni marcó grandes hitos. Pero le sirvió para dar un salto decisivo en su carrera. En 2018 se unió a OpenAI con un cargo de máxima responsabilidad: vicepresidenta de IA Aplicada y Colaboración.
Mira Murati, CEO de Thinking Machines Lab y ex CTO de OpenAI
La realidad del límite de hasta dónde podría llegar a crecer
Open AI y el techo de cristal
¿Cuál fue su labor en OpenAI? Esencialmente, supervisar el trabajo de los equipos de investigación, producto y seguridad de la compañía. Eso la situó al frente de proyectos clave como ChatGPT, DALL·E, Codex o Sora, no como desarrolladora directa, sino como la responsable de coordinar y dirigir a los equipos encargados de darles forma.
Su capacidad de liderazgo y visión estratégica hicieron que, en apenas cuatro años, ascendiera a directora de tecnología (CTO), cargo que asumió en mayo de 2022. Y el reconocimiento no tardó en llegar: en 2023 la revista Fortune la incluyó en su lista de las mujeres más influyentes del mundo de los negocios, situándola en el puesto número 57.
Para cubrir el vacío de poder, la junta nombró de forma inmediata a Mira Murati como CEO interina, situándola al frente de la compañía en uno de los momentos más convulsos de su historia
Este meteórico ascenso no se explicó únicamente por su desempeño. La realidad es que en 2023 OpenAI atravesó una de las mayores crisis de su historia, lo que obligó a la compañía a acometer cambios estructurales de gran calado. Ese mismo año, la junta directiva decidió destituir de manera fulminante a Sam Altman, cofundador y hasta entonces consejero delegado. La salida del rostro más visible de la empresa abrió un vacío de liderazgo que situó a Mira Murati en el centro de la escena.
¿A qué se debió esta situación? Según los directores Helen Toner, Ilya Sutskever, Adam D’Angelo y Tasha McCauley, la destitución respondió a una pérdida de confianza en Sam Altman. Para cubrir el vacío de poder, la junta nombró de forma inmediata a Mira Murati como CEO interina, situándola al frente de la compañía en uno de los momentos más convulsos de su historia.
La decisión desató una cascada de dimisiones y despidos. Greg Brockman, hasta entonces presidente de OpenAI y mano derecha de Altman, fue apartado como jefe de la junta y respondió dejando también su cargo ejecutivo. Ese mismo día, 17 de noviembre de 2023, tres investigadores clave abandonaron la empresa: Jakub Pachocki, director de investigación y responsable del proyecto GPT-4; Alexander Madry, líder de riesgos de IA; y el investigador Szymon Sidor.
El 18 de noviembre tampoco trajo calma. La junta intentó negociar el regreso de Sam Altman junto con los empleados que habían dimitido, pero no logró un acuerdo. Incluso se llegó a plantear una fusión con Anthropic y el nombramiento de su CEO, Dario Amodei, como máximo responsable de ambas compañías, aunque este rechazó la propuesta. En medio de esa incertidumbre, la dirección decidió sustituir a Mira Murati por Emmet Shear, exCEO de Twitch, como nuevo consejero delegado interino. Es decir, su posición al frente de OpenAI apenas duró 24 horas.
Su regreso al puesto de CTO no se prolongaría demasiado. El 25 de septiembre de 2024, Mira Murati anunció su salida de OpenAI
Pocos días después, el 21 de noviembre de 2023, tanto Altman como Greg Brockman regresaron a sus cargos. ¿Qué significó todo aquello para Murati? Es difícil saberlo. Ella nunca se ha pronunciado públicamente sobre lo ocurrido y, aunque su paso fugaz por la cúpula de la empresa terminó abruptamente, recuperó su papel como directora de tecnología sin señales de haber salido debilitada. Al menos, de cara al exterior.
Su regreso al puesto de CTO no se prolongaría demasiado. El 25 de septiembre de 2024, Mira Murati anunció su salida de OpenAI, explicando que se marchaba porque quería “crear el tiempo y el espacio para hacer mi propia exploración”. Una declaración escueta que, sin embargo, levantó sospechas de que podía haber algo más detrás.
Poco después de su marcha, otros ejecutivos de peso abandonaron también la compañía. Entre ellos, Bob McGrew, jefe de la oficina de investigación, y Barret Zoph, vicepresidente de investigación. Estas salidas en cadena alimentaron las especulaciones sobre tensiones internas y diferencias respecto a los nuevos planes estratégicos de OpenAI. Aunque nunca se aclaró del todo, lo cierto es que, tras años en el centro del desarrollo de la IA más influyente del mundo, Murati decidió apartarse en busca de un camino propio.
Mira Murati junto a Sam Altman, en su etapa en OpenAI.
La nueva startup de Murati y su posible futuro
El futuro de una estrella
El “tiempo y espacio” que decía necesitar resultó ser bastante breve. En febrero de 2025, apenas unos meses después de dejar OpenAI, Murati lanzó su propia startup: Thinking Machines Lab. Su propósito, en sus propias palabras, es “hacer los sistemas de IA más ampliamente entendidos, personalizables y generalmente capaces”.
Para levantar el proyecto, Murati no dudó en fichar talento de primer nivel, incluso de entre los competidores más directos de OpenAI. Incorporó a profesionales procedentes de Meta, Mistral y la propia OpenAI. Entre ellos destacan nombres de gran peso: John Schulman, cofundador de OpenAI; y Bob McGrew y Barret Zoph, antiguos responsables de investigación en la compañía, que abandonaron la empresa poco después de su salida para unirse a Thinking Machines Lab.
A Thinking Machines Lab no le ha ido mal en lo que más cuenta en el ecosistema tecnológico: las valoraciones
Todo apunta a que el plan tuvo poco de improvisado. Más bien parece que Murati llevaba tiempo gestando su salida. Al ver su futuro en OpenAI estancado, probablemente consideró que tendría más margen para convertirse en una figura relevante de la industria fuera de la compañía. De ahí la rapidez con la que levantó su propia startup y el pequeño éxodo de talento que la acompañó.
En el terreno económico, a Thinking Machines Lab no le ha ido mal en lo que más cuenta en el ecosistema tecnológico: las valoraciones. Aunque todavía no ha generado ingresos, sí ha despertado grandes expectativas en los mercados y ha logrado atraer inversiones millonarias. La verdadera prueba llegará más adelante, cuando deba demostrar que puede convertir esas promesas en un negocio rentable.
El mercado no tardó en respaldar el movimiento de Murati. Apenas un mes después de su fundación, Bloomberg valoró a Thinking Machines Lab en 9.000 millones de dólares. Y en abril de 2025, la startup cerró una ronda de inversión de 2.000 millones liderada por Andreessen Horowitz, con la participación de actores tan diversos como el gobierno de Albania, Nvidia, AMD, Cisco o la firma financiera Jane Street. El resultado: una valoración que ya asciende a 12.000 millones de dólares.
Pero antes de acabar, conviene destacar un aspecto clave de Thinking Machines Lab: su estructura de gobierno corporativo. Aunque la compañía cuenta con una junta directiva, el único voto realmente decisivo es el de Mira Murati. Su participación tiene un peso superior al del resto y le otorga la capacidad de imponer decisiones incluso en situaciones de mayoría simple.
Si un trabajo se pierde por la IA es porque ese trabajo no debería haber existido en primer lugar
En teoría, la junta podría contradecirla, pero para ello sería necesario que al menos dos tercios de sus miembros se unieran en su contra y mantuvieran una postura firme. En la práctica, esto significa que Murati concentra un poder prácticamente absoluto sobre el rumbo de la empresa.
Todo esto ayuda a entender la lógica detrás de su salida de OpenAI. Murati sabía que nunca lograría eclipsar a Sam Altman, que difícilmente iba a abandonar el puesto, y que siempre estaría expuesta a las decisiones de una junta capaz de apartarla en cualquier momento. En cambio, al fundar su propia empresa podía fijar las reglas del juego y asegurarse de que aquello no volviera a repetirse.
Murati tiene una convicción —u obsesión— muy clara: la inteligencia artificial es el futuro. Lo ha defendido en numerosas intervenciones públicas, no exentas de polémica, como cuando afirmó que “si un trabajo se pierde por la IA es porque ese trabajo no debería haber existido en primer lugar”. Una declaración que ilustra tanto su ambición como su fe absoluta en la tecnología.
Su objetivo declarado es empujar a la IA un paso más allá, acelerar su adopción e imponerla como fuerza transformadora. Pero también hay un interés personal evidente: como ocurre con muchos de los grandes gurús tecnológicos, el camino hacia el futuro se confunde con la búsqueda de poder.
¿Se trata, en su caso, de una vocación irrevocable o de una estrategia de liderazgo? Quizás de ambas cosas. Lo indiscutible es que Mira Murati sabe lo que quiere y ha demostrado que también sabe cómo conseguirlo.




